Como pu?os
En la plaza p¨²blica, en la calle, se da con el di¨¢logo, con la tahona, con la noticia que leeremos en el diario de ma?ana, con la mercer¨ªa, con la vendedora de jazmines, con el aliento de la multitud y el escape de los coches, con el condisc¨ªpulo y el guiri, con el tertuliano del caf¨¦, con la estatua ecuestre y el monumento al diputado desconocido. En el ¨¢gora cl¨¢sica, que es la plaza p¨²blica de hoy, los ciudadanos ejerc¨ªan derechos y mosqueos, participaban en los debates pol¨ªticos y econ¨®micos, criticaban, opinaban y denunciaban, hasta que lleg¨® Fraga con sus antidisturbios y meti¨® a la panda de sofistas en el talego. Entonces los tilos se alborotaron de gorriones y el espacio urbano, ocupado por los miedos y la polic¨ªa, perdi¨® su impulso de foro popular, de instituci¨®n al raso, sin techo para entregarse a los meteoros y a la democracia fet¨¦n.
De nuevo, la se?ora ministra de Educaci¨®n que ya no regatea el precio de las hortalizas, ni va a la panader¨ªa de la esquina, llama irresponsables a los rectores, porque quieren poner las pifias y las miserias de la Ley Org¨¢nica de Universidades a ojo de peat¨®n, mientras pasean sus protestas por el ¨¢gora de Madrid. Desde que la se?ora ministra de Educaci¨®n canje¨® el cromo del materialismo dial¨¦ctico por la pintura metaf¨ªsica de Giorgio de Chirico, disolvi¨® la realidad y se encaram¨® al mundo de conveniencias y boatos de su despacho. Posiblemente, all¨ª, hace cada d¨ªa unos minutos de flexiones, con un aerosol de hierbas silvestres, para despejar el empalago del sudor; y ensaya unos t¨ªmidos ademanes democr¨¢ticos, con el conserje, que le lleva el caf¨¦. All¨ª, todo es responsabilidad, austeridad y falsedad. All¨ª, quiere a los rectores, sosegados y en pantuflas, sin la intromisi¨®n de las respuestas y las verdades como pu?os que se fortalecen a la intemperie. Marchas y movilizaciones son una pesadilla para un gabinete que elabora la opini¨®n p¨²blica de una clientela sin atributos. S¨®lo por ella existe y s¨®lo existe para la rapi?a. Eso, hasta que los desencuaderne un vendaval de pu?os. Ya se ver¨¢.
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