'Nuestra misi¨®n no es apoderarnos de Afganist¨¢n'
Paul Wolfowitz es subsecretario de Defensa de EE UU y est¨¢ considerado como uno de los halcones del Pent¨¢gono. Desde el inicio del conflicto ha defendido la extensi¨®n de la guerra a Irak. Pero, de ocurrir eso, ser¨¢ cuando todo haya acabado en Afganist¨¢n, para lo que, en su opini¨®n, a¨²n falta tiempo.
Pregunta. ?C¨®mo ve la situaci¨®n militar en Afganist¨¢n y qu¨¦ puede ocurrir en Kandahar?
Respuesta. Hemos progresado mucho. Pero lo que me preocupa ahora es que muchos piensen que todo est¨¢ terminado en Afganist¨¢n. Estamos lejos de este punto. Queda un trabajo enorme por hacer en el sur del pa¨ªs. Uno de nuestros mayores objetivos estrat¨¦gicos es desarrollar una oposici¨®n m¨¢s activa entre los pastunes. Los informes que recibimos dicen que los avances de las diferentes fuerzas de oposici¨®n para tomar Kandahar son regulares, pero lentos.
P. ?Los marines desembarcados en la regi¨®n no toman parte en los combates para el control de la ciudad?
R. El papel de los marines es establecer una base avanzada de operaciones, cuya meta principal es apoyar m¨¢s activamente a los afganos del sur. Cuanto m¨¢s trabajen ¨¦stos para s¨ª mismos, m¨¢s duradero ser¨¢ el resultado. Construir la paz con una fuerza extranjera es para ellos una ofensa.
P. ?No corren el riesgo de provocar una reacci¨®n patri¨®tica que favorezca a los talibanes?
R. No creo. Los afganos entienden bastante bien el porqu¨¦ de esa iniciativa. La mayor¨ªa acogieron a las fuerzas de oposici¨®n como libertadores. Estamos en Afganist¨¢n para perseguir a Al Qaeda, atrapar a los terroristas, destruir sus redes, y esto supone acabar de una vez con, al menos, los principales dirigentes de los talibanes, que dieron cobijo a esos terroristas. Nuestra misi¨®n no es apoderarnos de Afganist¨¢n.
P. En cuanto a Al Qaeda ?qu¨¦ han logrado hasta ahora?
R. Hemos degradado probablemente una parte muy significativa de su dispositivo operativo. Hemos quebrado su capacidad de comunicaci¨®n entre ellos y el extranjero. Pero s¨®lo estamos empezando con la penetraci¨®n de las redes, la neutralizaci¨®n de dirigentes y la recogida de informaciones sobre dirigentes en el extranjero. Al Qaeda no s¨®lo existe en Afganist¨¢n, tambi¨¦n en EE UU, en Europa, en sesenta pa¨ªses. La persona m¨¢s importante es Bin Laden, pero por razones m¨¢s simb¨®licas que operativas. Aunque se vaya ma?ana, seguir¨¢ habiendo una red muy peligrosa. Tambi¨¦n puede ser que la destruyamos, pero que Bin Laden siga huyendo. Es sorprendente ver la manera con que diferentes grupos se comunican y cooperan con Al Qaeda, sobre la base de que el enemigo de mi enemigo es un amigo.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢ la suerte de los combatientes talibanes y de los de Al Qaeda?
R. Entre los talibanes hay combatientes comprometidos y otros menos, que se alistaron por razones que suelen darse en tiempo de guerra. Es una raz¨®n m¨¢s para dejar hacer a las fuerzas locales; nosotros no podemos juzgar estos casos. En cuanto a los extranjeros, que son aborrecidos aqu¨ª, prefieren probablemente ser detenidos por no afganos. Habr¨¢ que hacer una diferencia entre los que deben responder de cr¨ªmenes, los que pueden proporcionar informaciones y la tropa.
P. ?Tiene pruebas de que existe una relaci¨®n entre Sadam Husein y los atentados del 11-S?
R. Todo Estado que apoya al terrorismo debe pensar en cambiar de pol¨ªtica. El Departamento de Estado tiene una documentaci¨®n importante sobre esos pa¨ªses. Cada uno de ellos tiene un largo camino por recorrer para demostrar que ha dejado esas actividades.
? Le Monde
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