El presidente Rabbani propone elecciones en Afganist¨¢n en tan s¨®lo dos meses

Burhanudin Rabbani, l¨ªder de la Alianza del Norte y el hombre que actualmente ocupa el palacio presidencial en Kabul, limit¨® ayer la posible presencia en Afganist¨¢n de cascos azules de Naciones Unidas a tan s¨®lo 200 hombres. Rabbani, en contra de las pretensiones de la ONU, se?al¨® en una conferencia de prensa, que la fuerza multinacional debe constre?irse a 'proporcionar seguridad a los l¨ªderes exilados que vuelven' a Afganist¨¢n. 'La seguridad en Kabul tiene que estar garantizada por los propios afganos', destac¨® Rabbani al hacer p¨²blico su punto de vista sobre la conferencia de paz para Afganist¨¢n, que se celebra en Bonn.

Rabbani, presidente provisional de Afganist¨¢n, y cuyo Gobierno sigui¨® siendo reconocido por la ONU durante el periodo en el que los talibanes estuvieron en el poder, asegur¨® que cualquier Gobierno interino que se forme ha de ser elegido por votaci¨®n popular y se mostr¨® favorable a celebrar los comicios en un plazo de dos meses.

Este tayiko de 61 a?os dej¨® clara su oposici¨®n a la monarqu¨ªa, que consider¨® una forma de Gobierno 'tan extinta como los dinosaurios', aunque dio la bienvenida al derrocado rey Zahir Shah, exiliado en Roma desde 1973, siempre que vuelva de forma individual como una 'persona privada'. Zahir Shah pertenece a la etnia past¨²n, la mayoritaria en Afganist¨¢n y entre la que goza de muchas simpat¨ªas. 'Creo', dijo Rabbani, 'que la gente que debe gobernar Afganist¨¢n en el futuro tiene que ser elegida dentro del pa¨ªs'.

El plan de Naciones Unidas, que podr¨ªa prolongar la transici¨®n en Afganist¨¢n durante dos a?os y medio, prev¨¦ la elecci¨®n de un Gobierno provisional y de un amplio consejo, que comenzar¨ªa a redactar una constituci¨®n, antes de la convocatoria de una Loya Jirga -la asamblea tradicional afgana-. Despu¨¦s se celebrar¨ªan elecciones libres, algo que nunca ha conocido este pa¨ªs, cuya historia reciente est¨¢ marcada por 23 a?os de conflictos.

Rabbani, que permaneci¨® como presidente en Kabul hasta la entrada de los talibanes en la capital, en 1996, pretende, sin embargo, comenzar por las elecciones e incluso propone que sean electos los miembros de la Loya Jirga en la que tradicionalmente se sentaban los jefes tribales y ancianos influyentes. No parece tener en cuenta el l¨ªder de la Alianza del Norte, que Afganist¨¢n es un pa¨ªs sin carreteras, ni tel¨¦fonos, ni comunicaciones, ni medios de informaci¨®n y, en principio, sin posibilidades para celebrar unos comicios medianamente limpios y democr¨¢ticos. Eso s¨ª, para demostrar su voluntad aperturista y democratizadora, Rabbani destac¨® que las mujeres 'deben poder votar y poder ser elegidas'.

Rabbani, cuya ausencia de las discusiones en Bonn ha sido interpretada como un signo de debilidad, toc¨® tambi¨¦n uno de los temas m¨¢s delicados de la transici¨®n afgana: ?qu¨¦ ocurrir¨¢ con los miles de combatientes de la Alianza del Norte cuando ya no sean necesarios? Se?al¨® que debe recogerse el destino de los combatientes en cualquier tratado de paz.

Asimismo, Rabbani meti¨® el dedo en la llaga de la divisi¨®n ¨¦tnica del pa¨ªs e indic¨® que al igual que tienen que contar con representantes todas las facciones y partidos pol¨ªticos, 'tambi¨¦n hay que tener en cuenta el porcentaje que representan en la poblaci¨®n los diferentes grupos ¨¦tnicos'. Rabbani matiz¨® que si los pastunes (38%) forman la mayor¨ªa relativa de la poblaci¨®n afgana, los grupos ¨¦tnicos que apoyan a la Alianza del Norte -tayikos (25%), hazaras (sh¨ªies, 19%) y uzbekos (6%)- cubren un segmento mucho m¨¢s amplio de la poblaci¨®n.