Irak entra en primera l¨ªnea de fuego
EE UU comienza a instruir el 'sumario' que justifique una eventual campa?a militar contra Sadam Husein
Aunque varios importantes aliados europeos y ¨¢rabes le han advertido esta semana de que un ataque a Irak pondr¨ªa en peligro la coalici¨®n contra el terrorismo islamista forjada a ra¨ªz del 11 de septiembre, Estados Unidos sopesa seriamente esa posibilidad. Liderado por Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa, un influyente grupo de halcones hace presi¨®n en Washington a favor de una gran campa?a militar en el a?o 2002 contra el r¨¦gimen de Sadam Husein. Para ese grupo no se trata tanto de que Irak tenga conexiones con los atentados del 11 de septiembre, de lo que hay pocos o nulos indicios, sino de terminar el trabajo de la guerra del Golfo de 1990 y 1991.
George W. Bush no ha tomado ninguna decisi¨®n, pero, por emplear la terminolog¨ªa norteamericana, ha comenzado a construir un caso. Se trata de dotarse de argumentos para justificar un posible ataque contra Irak, una vez terminada la campa?a en Afganist¨¢n con la ca¨ªda de los talibanes y la detenci¨®n o muerte de Bin Laden. 'Sadam es el diablo', dice Bush en la ¨²ltima edici¨®n de Newsweek. De modo sutil, el pol¨ªtico tejano ha ampliado el campo de acci¨®n de su doctrina, seg¨²n la cual 'el Estado que alberga o financia a un terrorista es tambi¨¦n un terrorista'. El lunes, afirm¨®: 'El que desarrolla armas de destrucci¨®n masiva destinadas a aterrorizar al mundo deber¨¢ rendir cuentas'.
Hasta que apareci¨® Bin Laden, Sadam ocupaba el papel de malo de la pel¨ªcula
Como desde 1998 no hay inspectores de Naciones Unidas en Irak que certifiquen que ese pa¨ªs no contin¨²a con sus intentos de dotarse de armas biol¨®gicas, qu¨ªmicas y nucleares, Bush lo est¨¢ se?alando directamente con el dedo. Irak, afirma, debe aceptar el regreso inmediato e incondicional de esos inspectores; si no lo hace, pagar¨¢ las consecuencias. Irak responde declar¨¢ndose 'dispuesta a defenderse'.
El 78% de los norteamericanos, seg¨²n una encuesta realizada esta semana, est¨¢ a favor de un nuevo ataque contra Irak. Hasta la aparici¨®n de Bin Laden, Sadam ocupaba en el imaginario estadounidense el principal papel de malo de la pel¨ªcula; ahora ha sido desplazado pero sigue ostentando la segunda plaza. Atizarle no representa para el titular de la Casa Blanca ning¨²n riesgo ante su opini¨®n p¨²blica, de lo que Bill Clinton se aprovech¨® en alguno de los momentos cr¨ªticos de su presidencia, incluido el caso Lewinsky. Pero Bush ya anticip¨® durante su campa?a electoral que piensa ir m¨¢s lejos, desea liquidar la faena que, por razones a¨²n discutidas, dej¨® abierta su padre.
Desde el mismo 11 de septiembre, en la Casa Blanca, el Pent¨¢gono, el departamento de Defensa y la CIA se discute con pasi¨®n sobre si incluir o no a Irak en las represalias por los atentados. Colin Powell, el titular de Exteriores, y sus diplom¨¢ticos insisten en que eso ser¨ªa muy impopular en el mundo ¨¢rabe y provocar¨ªa dudas entre muchos europeos. De hecho, los sufrimientos de la poblaci¨®n civil iraqu¨ª, incluida la muerte de millares de ni?os por desnutrici¨®n o carencia de equipos m¨¦dicos y productos farmac¨¦uticos, ocupa, tras el problema palestino, el segundo lugar entre las razones del resentimiento de la mayor¨ªa de ¨¢rabes con Estados Unidos.
Un ataque norteamericano a Irak 'causar¨ªa serios problemas internos a muchos amigos de EE UU en Oriente Pr¨®ximo', advirti¨® el jueves Ahmed Maher, el ministro de Exteriores de Egipto, el principal pa¨ªs ¨¢rabe y el mejor relacionado con Washington. En t¨¦rminos a¨²n m¨¢s en¨¦rgicos, Siria se pronunci¨® contra cualquier nueva campa?a estadounidense contra Irak, un pa¨ªs que no es precisamente su amigo. Tambi¨¦n Rusia, Alemania y Francia pidieron a la Casa Blanca una prudencia extrema en este asunto. La l¨®gica europea es que la disuasi¨®n y la contenci¨®n son por ahora suficientes.
Powell cree que Washington debe escuchar atentamente esas voces. Le apoya George Tenet, el director de la CIA, que se?ala que, para desmantelar la red de Bin Laden, EE UU necesita la ayuda de los servicios de inteligencia de muchos pa¨ªses, comprendidos los reticentes a una campa?a contra Irak. Adem¨¢s, la CIA no ha podido desarrollar la supuesta conexi¨®n entre Mohamed Atta, el l¨ªder de los kamikazes del 11 de septiembre, y el espionaje iraqu¨ª.
Pero Wolfowitz encabeza en el departamento de Defensa un grupo muy activo de altos funcionarios y consejeros civiles que asegura que el 11 de septiembre dio a EE UU el mandato de acabar lo emprendido en Irak hace una d¨¦cada. Ese grupo, en el que se integran Douglas Feith, Peter Rodman y Richard Perle, y tambi¨¦n el ex director de la CIA James Woolsey, propone una intervenci¨®n militar para derrocar a Sadam y entregar el poder al Congreso Nacional Iraqu¨ª de Ahmed Chalabi. Ese grupo tambi¨¦n presiona para que la erradicaci¨®n del terrorismo islamista sea total e incluya al grupo liban¨¦s Hezbol¨¢ y el palestino Ham¨¢s. Y predica la mayor dureza con pa¨ªses como Siria e Ir¨¢n.
Bush, en cualquier caso, no est¨¢ absolutamente convencido. La prioridad estadounidense es obvia: conseguir la victoria total en Afganist¨¢n. Luego podr¨ªan seguir operaciones puntuales contra Al Qaeda y sus socios en pa¨ªses como Somalia, Sud¨¢n o Yemen. ?Llegar¨ªa entonces el turno de Irak? Por si acaso, Washington comienza a instruir el sumario. El regreso de los inspectores de la ONU ya est¨¢ en la complicada agenda de la primera guerra del siglo XXI.
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