Vecinos de La Mina piden medidas para aumentar la seguridad en el barrio
Veinte entidades exigen los cambios prometidos
La reforma urban¨ªstica de La Mina empezar¨¢ a dar sus primeros frutos a principios del a?o pr¨®ximo, cuando est¨¢ previsto que salgan a concurso las primeras obras. Pero si la vertiente urban¨ªstica empieza a estar encarrilada, no ocurre lo mismo con la convivencia: los niveles de delincuencia siguen altos, con la inseguridad que representa para los ciudadanos. La plataforma de entidades y vecinos de La Mina reclama m¨¢s polic¨ªa, mejor coordinada con la Guardia Urbana y menos 'compadreo policial' con los delincuentes.
La plataforma que aglutina a una veintena de asociaciones vecinales y c¨ªvicas ha solicitado entrevistarse urgentemente con la delegada del Gobierno, Julia Garc¨ªa Valdecasas, para transimitirle sus quejas. Para que el plan en marcha sea cre¨ªble las entidades de La Mina consideran que deber¨ªa empezar a notarse en la vida cotidiana. Son conscientes de que atajar las conductas delictivas no es tarea de un d¨ªa pero adiverten de que los cambios que se avecinan no pueden limitarse a abrir una rambla que conecte el barrio con el F¨°rum 2004. Hay que detenerse en los aspectos sociales que convierten a este pedazo del territorio en un lugar donde acampa la desesperanza.
El Ayuntamiento de Sant Adri¨¤ aprobar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas el plan de reforma de La Mina a cuya tramitaci¨®n se le quiere dar car¨¢cter de urgencia.
Los barrios situados en la ribera derecha del Bes¨°s siguen con inter¨¦s los proyectos vinculados al F¨°rum 2004 porque consideran que de alguna forma puede beneficiarles. El t¨¦cnico de la plataforma de entidades, Gerardo Tirodni, opina que el plan de transformaci¨®n cojea por la inseguridad ciudadana. Nueve meses despu¨¦s de la puesta en marcha del plan y un a?o despu¨¦s de que naciera el Consorcio de la Mina no notan ninguna mejor¨ªa en materia de seguridad.
No faltan ejemplos de c¨®mo la delincuencia afecta a la convivencia: si en una porter¨ªa los traficantes venden droga, r¨¢pidamente se rompen las bombillas, se fuerzan las cerraduras de la escalera y se enrarece el clima de la comunidad de vecinos.
Las familias que aspiran a llevar una vida normal s¨®lo tienen dos alternativas: o se marchan o se encierran en su piso a cal y canto evitando los espacios comunes y todo lo que les recuerde al medio hostil donde viven. La calle se convierte en el escenario donde se mueven quienes adoptan actitudes menos ejemplares. El destrozo del mobiliario urbano unido a la suciedad de las calles es otra prueba del aumento de los comportamientos inc¨ªvicos. Muchas tardes grupos de chavales prenden hogueras en las esquinas sin que las fuerzas policiales que patrullan por la zona se lo impidan.
La plataforma critica la condescendencia que algunos agentes muestran con los delincuentes. La presencia policial no basta para que los traficantes se vayan a otra parte. Hace algunos a?os exist¨ªa en La Mina un cuartelillo de la Guardia Civil que se cerr¨®. Hoy la Guardia Urbana y el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa comparten un local que s¨®lo permanece abierto a determinadas horas.
Desde el consorcio se muestran m¨¢s optimistas que los miembros de la plataforma pese a que admiten que resulta muy complejo obtener resultados en una realidad socioecon¨®mica como la de La Mina. Hay unanimidad al considerar que no es f¨¢cil invertir la tendencia de un barrio en el que la econom¨ªa sumergida funciona a tope y donde un amplio sector vive de la venta ambulante. Las cifras de paro se estiman en un 14% y, seg¨²n el consorcio, un 20% de la poblaci¨®n se traslada peri¨®dicamente a otros puntos de Catalu?a o del resto de Espa?a aunque, como suele ocurrir a esta orilla de Sant Adri¨¤, ciertos datos como el referente a las 10.000 personas censadas deben manejarse con cautela porque no siempre se ajustan a la realidad.
El Patronato Municipal de la Vivienda de Barcelona mand¨® construir La Mina en la d¨¦cada de 1970. El barrio consta de 20 macroedificios con 2.798 viviendas repartidas en 240 comunidades de vecinos. Pero la necesidad de intervenir se debe m¨¢s a la degradaci¨®n social que a las deficiencias que presentan unos inmuebles que, a diferencia de otros pol¨ªgonos, no tienen problemas estructurales serios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.