Madres conserjes
Mujeres de una zona deprimida de Granada crean una empresa para trabajar en colegios
Son amas de casa, madres y esposas a la vieja usanza que viven en la zona norte de Granada, una de las m¨¢s deprimidas de esta ciudad. Hoy, adem¨¢s de todo eso, son empresarias. Estas mujeres decidieron hace menos de un a?o que sus vidas deb¨ªan ser algo m¨¢s que lo que encierran los muros de sus casas, hicieron caso omiso de la superstici¨®n y trece de ellas fundaron Grata, una empresa que naci¨® gracias a reuniones medio a hurtadillas, entre las risas de los familiares, y que hoy acaba de adjudicarse un concurso municipal para el servicio de porter¨ªa y conserjer¨ªa de trece centros escolares granadinos.
Conchi Fern¨¢ndez tiene hijos y desde el pasado mi¨¦rcoles tiene que compaginar su cuidado con la vigilancia de otros cientos de ni?os en uno de los colegios granadinos que hasta ahora carec¨ªan de servicio de porter¨ªa. Pero no le importa el trabajo extra, porque este empleo y su participaci¨®n en la empresa le ha supuesto, no s¨®lo un sueldo a fin de mes, sino un espaldarazo para su reconocimiento personal. 'Tanto yo como mis compa?eras hemos experimentado una transformaci¨®n completa, sobre todo en lo que respecta a nuestra autoestima', apunta Conchi, poseedora de una aureola de satisfacci¨®n.
El contexto social de estas trece mujeres dista mucho del de cualquier emprendedor. 'Son personas sin estudios, que carecen de formaci¨®n profesional y experiencia laboral, que se deben a sus familias y que pertenecen a un ¨¢mbito en el que resultan habituales los malos tratos', explica Amelia Romacho (IU), concejal de Educaci¨®n y presidenta del Instituto Municipal de Formaci¨®n y Empleo (IMFE). Este organismo ha sido el impulsor de esta empresa singular, porque a trav¨¦s del Plan de Empleo de la Zona Norte puso en contacto a estas trece mujeres con vocaci¨®n empresarial y les proporcion¨® apoyo formativo y econ¨®mico para sacar adelante su proyecto.
?stas y otras mujeres comenzaron hace un a?o y 'con mucho miedo' a trabajar por primera vez en su vida. El Plan de Empleo municipal las ubic¨® en conserjer¨ªas de colegios. Pero el trabajo dur¨® seis meses y despu¨¦s de ese tiempo trece de ellas no estaban dispuestas a vivir del paro ni a seguir dependiendo del dinero que aportaba su marido, as¨ª es que hicieron una apuesta arriesgada.
Con edades que oscilan entre los 30 y 40 a?os sab¨ªan que sus posibilidades de encontrar otro empleo eran reducidas. Durante meses tuvieron que afrontar las burlas dom¨¦sticas por su deseo de ser empresarias y las peleas conyugales por las horas que pasaban fuera de casa. 'A algunos maridos les ha costado aceptarlo m¨¢s que a otros, pero al final han visto cambios en nosotras y en la estabilidad econ¨®mica que hay en casa'. Hasta la tradici¨®n gitana de varias de estas mujeres ha tenido que dejar de ser un lastre para su desarrollo profesional a la luz de los resultados obtenidos.
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