Historia de ratas
Cuando el Presidente Fujimori huy¨® del Per¨², y la dictadura que encabez¨® a lo largo de diez a?os se desplom¨® como un castillo de naipes, los nuevos gobernantes, elegidos por el Congreso para garantizar un proceso electoral limpio, se encontraron con un Palacio de Gobierno desmantelado por los antiguos locatarios (se hab¨ªan llevado hasta los ceniceros y las s¨¢banas), y atrozmente afeado por arreglos huachafos (la huachafer¨ªa es la variante peruana de la cursiler¨ªa).
Se encontraron, tambi¨¦n, con que la antigua Casa de Pizarro era un nido de ratas. La compa?¨ªa encargada de desratizar Palacio captur¨® y cont¨®, antes de incinerarlos -me aseguraron que la cifra era redonda- 6. 200 roedores que se hab¨ªan aposentado en los s¨®tanos, entretechos, rincones, repisas y covachas de la construcci¨®n que desde hace cuatro siglos y medio es emblema de los destinos del Per¨².
Veo en esas ratas palaciegas legadas por la dictadura a la democracia que ahora renace de sus cenizas y en medio de grandes dificultades, una alegor¨ªa de lo que pasa en el Per¨². En muchos sentidos, los cambios son profundos y exaltantes. El pa¨ªs ha recuperado la libertad, el derecho de opini¨®n y la cr¨ªtica se ejercita por doquier e incluso con estridencia, y los partidos y dirigentes pol¨ªticos polemizan y rivalizan en todos los frentes, en tanto que la lucha contra la corrupci¨®n del decenio infame no se ha detenido. Por el contrario, por primera vez en la historia del Per¨² se hallan entre rejas buen n¨²mero de militares, empresarios, due?os de medios, traficantes de influencia y prebendas, por robos y otros delitos cometidos al amparo del poder autoritario, y el Poder Judicial, en proceso de purificaci¨®n, prosigue su tarea con bastante independencia y firmeza. Es verdad que buen n¨²mero de acusados de fraude, corrupci¨®n y violencias se hallan fugados, aqu¨ª o en el extranjero, sin que la justicia d¨¦ con ellos. Pero, aun as¨ª, da la impresi¨®n de que, por una vez, no habr¨¢ total impunidad -la pol¨ªtica de borr¨®n y cuenta nueva- para un buen n¨²mero de quienes a lo largo de diez a?os cometieron grav¨ªsimos delitos contra los derechos humanos, el Estado de Derecho, y saquearon el Estado hasta acumular fortunas inmensas.
Este panorama alentador se ve ensombrecido por una crisis econ¨®mica profunda, que ha empobrecido el pa¨ªs, provocado unos ¨ªndices de desempleo muy elevados y una ca¨ªda de los niveles de vida que golpea, con particular brutalidad, a los sectores m¨¢s desfavorecidos. Por ello, las demandas sociales son muy intensas, a lo que ha contribuido, sin duda, que el Presidente Toledo hiciera en su campa?a electoral promesas exageradas, de imposible cumplimiento. Todo lo cual genera un clima de agitaci¨®n y pugna social que dificulta la concertaci¨®n.
La crisis econ¨®mica es, en gran parte, consecuencia directa de la piller¨ªa sistem¨¢tica y generalizada que la pandilla encabezada por Fujimori y Montesinos perpetr¨® a lo largo de diez a?os amparada en la fuerza y la coerci¨®n. Como muestra, basta un bot¨®n: de los cerca de diez mil millones de d¨®lares que ingresaron al Estado en ese per¨ªodo por concepto de las privatizaciones, hechas a menudo s¨®lo para transferir monopolios p¨²blicos a monopolios privados o para favorecer a grupos c¨®mplices y de testaferros de gente del r¨¦gimen, no queda ya un centavo en las arcas del Estado. Deducidos ciertos gastos concretos del servicio de la deuda y los destinados a cubrir el d¨¦ficit fiscal, buena parte de esa ingente suma se volatiliz¨® misteriosamente, sin que quede ahora rastro de ella. Es decir, fue a perderse en el laberinto de para¨ªsos fiscales y cuentas bancarias secretas de la mafia fujimorista que, al ser excretada del gobierno por la repulsa popular, dej¨® el pa¨ªs en estado econ¨®mico comatoso.
El poder econ¨®mico de esa mafia fujimontesinista est¨¢ casi intacto, pues lo que se ha podido recuperar, o congelar, de las cuentas extranjeras de los numerosos inculpados es todav¨ªa insignificante. Y la experiencia reciente de pa¨ªses que se han emancipado de reg¨ªmenes dictatoriales clept¨®manos y que tratan de recobrar lo robado nos indica que, por desgracia, no hay que hacerse demasiadas ilusiones en lo que concierne a la recuperaci¨®n de los dineros mal habidos por los prohombres (y algunas promujeres) de la dictadura.
?C¨®mo fue posible que un r¨¦gimen de esta ¨ªndole, manejado por rufianes descarados y expl¨ªcitos, que no s¨®lo comet¨ªan a diario innumerables fechor¨ªas, sino, como hac¨ªa Vladimiro Montesinos, las filmaban en cientos, acaso miles de v¨ªdeos, que documentan d¨ªa a d¨ªa las dimensiones vertiginosas de la corrupci¨®n, fuera, durante buena parte de estos diez a?os de oprobio, un r¨¦gimen popular? Porque, para verg¨¹enza de los peruanos, lo fue, y hasta los dos ¨²ltimos a?os, acaso menos, de su proterva existencia. La respuesta a esta pregunta es: gracias al inteligente e inescrupuloso manejo de los grandes medios de comunicaci¨®n, en especial los canales televisivos de se?al abierta, que la dictadura puso a su servicio, comprando a sus due?os.
La manera como procedi¨® Montesinos, el habilidoso genio mal¨¦fico del servicio de inteligencia de la dictadura fue, al mismo tiempo, sutil y brutal. A ciertos medios de comunicaci¨®n los chantajeaba, mediante la oficina de impuestos. A condici¨®n de su silencio, servilismo y complicidad la espada de Damocles del cobro de los tributos acumulados se alejaba o acercaba hasta amenazar la supervivencia de la empresa. Los que no se entregaban deb¨ªan pagar sus deudas, que crec¨ªan a capricho del r¨¦gimen. En otros casos, la operaci¨®n era m¨¢s cruda y directa: los due?os de los medios vend¨ªan en monedas contantes y sonantes, su l¨ªnea editorial, sus primeras planas, sus informaciones, las mentiras, infamias y silencios que serv¨ªan a la propaganda del r¨¦gimen y a la satanizaci¨®n y desprestigio de sus cr¨ªticos mediante campa?as y diatribas que Montesinos conceb¨ªa, administraba y ordenaba. Esta orquestaci¨®n demag¨®gica de la opini¨®n p¨²blica, gracias a los grandes medios de comunicaci¨®n, fue factor central en la popularidad de un r¨¦gimen que viv¨ªa de y en la mentira.
Cuando los periodistas de Canal 2 -Frecuencia Latina- se rebelaron contra estos m¨¦todos y empezaron a decir la verdad, -ellos dieron a conocer los millones que ingresaba Montesinos en sus cuentas y algunas matanzas de los escuadrones de la muerte de la dictadura- el r¨¦gimen priv¨® de la nacionalidad peruana a su due?o, Baruch Ivcher, y entreg¨® el canal a sus accionistas minoritarios (ahora presos), a los que ten¨ªa sobornados. Desde entonces, el Canal 2 fue tambi¨¦n, como los otros, un vertedero de las inmundicias pol¨ªticas del r¨¦gimen.
Los due?os de los dos canales m¨¢s poderosos del pa¨ªs -el 4 y el 5- fueron comprados con billetes de d¨®lares, muchos millones.Y, naturalmente, filmados tambi¨¦n por Montesinos, en v¨ªdeos donde aparecen, en escenas que dan n¨¢useas, contando las pir¨¢mides de d¨®lares, y, en medio de vulgaridades pestilentes, mendig¨¢ndole al amo y se?or del r¨¦gimen de fuerza, m¨¢s millones de los que recib¨ªan a cambio de su labor de turiferarios medi¨¢ticos. Esos personajes -los Crousillat en Miami y Schutz en Argentina- est¨¢n ahora pr¨®fugos. Pero, aunque usted no lo crea, siguen siendo los amos y se?ores de esos canales que alquilaron a la dictadura para manipular a la opini¨®n p¨²blica, desinformando y mintiendo, calumniando, defendiendo los fraudes electorales y las violaciones a la Constituci¨®n, y, naturalmente, cerr¨¢ndose a piedra y lodo a los opositores, al extremo de que en las ¨²ltimas elecciones fraudulentas, se negaron a pasar incluso los avisos pagados de los candidatos no fujimoristas. Para guardar las apariencias, los pr¨®fugos han traspasado sus acciones a testaferros de la familia.
Mi opini¨®n es que dejar estos instrumentos en manos de quienes cometieron, vali¨¦ndose de ellos, el peor crimen que se puede cometer contra una sociedad -destruir el Estado de Derecho y amparar una dictadura-, constituir¨ªa un peligro mortal para la democracia que ahora comienza, rodeada de acechanzas, a levantar cabeza en el Per¨² despu¨¦s de una d¨¦cada abyecta. Ser¨ªa igual que dejar en manos de sus due?os un laboratorio que obtuvo una licencia para producir medicinas y se dedic¨® a fabricar estupefacientes, o el fusil en manos de quien acaba de perpetrar un asesinato. El arma del delito de estos personajes pr¨®fugos fueron esas licencias que ellos vendieron a la dictadura y que, ahora, utilizan a trav¨¦s de intermediarios para una lenta labor de zapa de la democracia. En un acto de verdadera provocaci¨®n ya no s¨®lo a la democracia, sino a la simple decencia, uno de esos canales se apresta a reponer el programa 'informativo' de uno de los peores esbirros medi¨¢ticos de la dictadura, Nicol¨¢s L¨²car, de cuyos m¨¦todos puedo dar testimonio personal, pues, cuando el autogolpe, me prepar¨® una emboscada en la que ingenuamente ca¨ª: me ofreci¨® su programa para dar mi opini¨®n sobre lo que ocurr¨ªa en el Per¨², y, a la hora de la entrevista, me cortaba el micro y, mientras yo mov¨ªa la boca sin emitir sonido alguno, ¨¦l vomitaba propaganda y consignas fujimoristas. Su regreso a la pantalla es todo un s¨ªmbolo de la desverg¨¹enza con que la mafia fujimontesinista ha emprendido su nueva batalla para frustrar la democratizaci¨®n del Per¨².
Esas licencias deben serles retiradas, no mediante un acto de fuerza sino siguiendo rigurosamente los procedimientos que contempla la ley, para asegurar una libertad de expresi¨®n y de cr¨ªtica que aqu¨¦llos ayudaron a conculcar y que ahora quisieran envilecer a fin de obstruir la transici¨®n democr¨¢tica. Naturalmente, el proceso debe tener como meta la transferencia de esas licencias a otros empresarios privados, mediante una licitaci¨®n transparente y bajo severa vigilancia internacional, de manera que ni el gobierno ni el Estado peruano puedan, ni directa ni indirectamente, beneficiarse con la transferencia, ni echar mano de esas empresas, porque si as¨ª ocurriera, el remedio resultar¨ªa tan nefasto como la enfermedad. Pero hay maneras sobradas de asegurar esa transferencia dentro de la sociedad civil, sin intervenci¨®n del gobierno, con participaci¨®n de organismos de probada independencia -asociaciones internacionales de comunicaciones y auditores internacionales de prestigio- para levantar la hipoteca que hoy d¨ªa pesa sobre la dif¨ªcil reconstrucci¨®n de la legalidad y la libertad en el Per¨². ?sta jam¨¢s ser¨¢ una realidad mientras, como en el palacio de Gobierno antes de la desratizaci¨®n, las alima?as que la dictadura prohij¨®, sigan desde sus cuevas y escondrijos preparando nuevos liberticidios ?en nombre de la libertad!
? Mario Vargas Llosa, 2001 ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2001.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.