La autodeterminaci¨®n: un debate artificial
Considera el autor que los ciudadanos tienen derecho a exigir claridad y rigor sobre las consecuencias de la autodeterminaci¨®n.
Siempre que he tenido ocasi¨®n, he puesto de manifiesto mi sorpresa por el silencio de los empresarios vascos en torno a la cuesti¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n planteada por el nacionalismo vasco. Sorpresa relativa, evidentemente, porque a nadie se le escapa que vivimos en una tierra -la vasca- en la que no existe libertad, en la que determinadas opiniones est¨¢n silenciadas por la amenaza y en la que el colectivo empresarial es uno de los m¨¢s afectados por esa situaci¨®n. Es por ello que la declaraci¨®n del C¨ªrculo de Empresarios Vascos (CEV) del pasado 14 de noviembre adquiere un relieve especial que se ve aumentado porque en su seno tambi¨¦n hay un empresariado nacionalista. Estoy seguro de que ser¨¢ objeto de duras cr¨ªticas en la medida en que tiene el atrevimiento de dirigirse a la l¨ªnea de flotaci¨®n de un discurso pol¨ªtico, en mi opini¨®n, nada claro, prudente ni riguroso; adjetivos que, como acertadamente se?ala la citada organizaci¨®n empresarial, deber¨ªan calificar el debate sobre los planteamientos respecto al futuro de la comunidad aut¨®noma vasca y su engarce con el Estado.
En el Pa¨ªs Vasco lo obvio no se admite si va contra los intereses pol¨ªticos de los partidos gobernantes
De ah¨ª que sea muy oportuna la reivindicaci¨®n que efect¨²a el CEV, recordando a las instituciones y a los partidos pol¨ªticos que no tienen el monopolio de la opini¨®n y la preocupaci¨®n por los problemas comunes. Una vez m¨¢s, las cr¨ªticas pondr¨¢n de manifiesto que quienes afirman representar a los ciudadanos vascos y gobernar atendiendo a sus preocupaciones no est¨¢n dispuestos a cambiar el rumbo, porque los equivocados son los ciudadanos. Incluso cuando se trata de opiniones tan autorizadas como las de los empresarios.
Lo lamentable es que en el Pa¨ªs Vasco lo obvio no se admite si va contra los intereses pol¨ªticos de los partidos gobernantes. Es m¨¢s, con la misma testarudez que se predica del buey, se contin¨²a por el camino opuesto aunque, como en el caso de la autodeterminaci¨®n, ello conduzca a la nada o sea pol¨ªtica, econ¨®mica y socialmente inviable. Porque vamos a ver: ?los partidos pol¨ªticos que conforman el Gobierno vasco y el propio Gobierno han podido ignorar en alg¨²n momento las incidencias que el discurso soberanista o autodeterminista tiene y tendr¨¢ sobre la econom¨ªa y las empresas vascas? ?Desconocen las consecuencias de continuar por ese camino? ?Piensan que, de llevarse a la pr¨¢ctica, las empresas del resto de Espa?a continuar¨¢n invirtiendo en el Pa¨ªs Vasco o que distintas sociedades y empresas mantendr¨¢n sus sedes sociales en el Pa¨ªs Vasco? ?Consideran que toda esa aventura es pol¨ªtica, econ¨®mica y socialmente viable? ?Estiman que el nivel de vida de los ciudadanos vascos no se ver¨¢ afectado?
No son precisos conocimientos espec¨ªficos para poder responder a esas preguntas, porque son evidentes. De ah¨ª que la responsabilidad pol¨ªtica sea todav¨ªa mayor, porque se instaura y se mantiene conscientemente un debate artificial. Nada de lo que manifiestan los empresarios vascos en su declaraci¨®n puede constituir una sorpresa para un pol¨ªtico. La sorpresa es que ning¨²n pol¨ªtico con responsabilidades de gobierno haya tenido la valent¨ªa de reconocerlo. Y los ciudadanos que no compartimos las tesis oficiales, aunque a alguien le disguste, tenemos derecho a exigirlo. Tenemos derecho a exigir claridad, rigor, seriedad, porque no somos meros espectadores de una representaci¨®n esc¨¦nica interpretada por y para un determinado sector de la sociedad, sino que tales proyectos nos afectan directamente en la medida en que -hay que recordarlo- tambi¨¦n somos parte de la misma.
Ese mismo rigor, claridad y seriedad los exigimos cuando para vendernos el derecho de autodeterminaci¨®n se invoca el Derecho Internacional y los tratados internacionales. Son habituales, en ese sentido, tanto declaraciones p¨²blicas de representantes de partidos pol¨ªticos nacionalistas como cartas publicadas en este mismo diario en la secci¨®n correspondiente. Puesto que se recurre al Derecho Internacional para justificar el derecho de autodeterminaci¨®n respecto del Pa¨ªs Vasco, lo menos que puede pedirse es que se nos diga d¨®nde y con qu¨¦ contenido. No estar¨ªa de m¨¢s, aunque s¨¦ que es in¨²til pedirlo, el recurso a la honestidad intelectual. Aunque ello implique tener que reconocer que el Derecho Internacional no ha reconocido nunca ni reconoce ahora el derecho de autodeterminaci¨®n respecto de entidades territoriales que forman parte de un Estado democr¨¢tico. Esta realidad es, tambi¨¦n, una obviedad: ?c¨®mo iban los Estados -autores que son del Derecho Internacional- a dotar al derecho de autodeterminaci¨®n de un contenido que pudiera conllevar la destrucci¨®n del propio Estado o la secesi¨®n de determinadas partes del mismo? ?Qui¨¦n puede imaginar semejante suicidio?
Y, por si todo lo anterior no fuera suficiente, queda todav¨ªa una ¨²ltima obviedad: en un mundo absolutamente interrelacionado, trayectorias como la patrocinada desde el nacionalismo vasco en pos de la autodeterminaci¨®n van en sentido contrario.
S¨®lo queda confiar en que el sentido com¨²n habite alg¨²n d¨ªa entre nosotros. Puesto que tenemos la ventaja de contar todav¨ªa -aunque cada vez de modo m¨¢s escaso- con un medio rural, sabemos por experiencia que es cierto que el buey es testarudo. Lo que tambi¨¦n sabemos es que no es un animal est¨²pido ni suicida: ¨¦l nunca se arrojar¨ªa al precipicio.Siempre que he tenido ocasi¨®n, he puesto de manifiesto mi sorpresa por el silencio de los empresarios vascos en torno a la cuesti¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n planteada por el nacionalismo vasco. Sorpresa relativa, evidentemente, porque a nadie se le escapa que vivimos en una tierra -la vasca- en la que no existe libertad, en la que determinadas opiniones est¨¢n silenciadas por la amenaza y en la que el colectivo empresarial es uno de los m¨¢s afectados por esa situaci¨®n. Es por ello que la declaraci¨®n del C¨ªrculo de Empresarios Vascos (CEV) del pasado 14 de noviembre adquiere un relieve especial que se ve aumentado porque en su seno tambi¨¦n hay un empresariado nacionalista. Estoy seguro de que ser¨¢ objeto de duras cr¨ªticas en la medida en que tiene el atrevimiento de dirigirse a la l¨ªnea de flotaci¨®n de un discurso pol¨ªtico, en mi opini¨®n, nada claro, prudente ni riguroso; adjetivos que, como acertadamente se?ala la citada organizaci¨®n empresarial, deber¨ªan calificar el debate sobre los planteamientos respecto al futuro de la comunidad aut¨®noma vasca y su engarce con el Estado.
De ah¨ª que sea muy oportuna la reivindicaci¨®n que efect¨²a el CEV, recordando a las instituciones y a los partidos pol¨ªticos que no tienen el monopolio de la opini¨®n y la preocupaci¨®n por los problemas comunes. Una vez m¨¢s, las cr¨ªticas pondr¨¢n de manifiesto que quienes afirman representar a los ciudadanos vascos y gobernar atendiendo a sus preocupaciones no est¨¢n dispuestos a cambiar el rumbo, porque los equivocados son los ciudadanos. Incluso cuando se trata de opiniones tan autorizadas como las de los empresarios.
Lo lamentable es que en el Pa¨ªs Vasco lo obvio no se admite si va contra los intereses pol¨ªticos de los partidos gobernantes. Es m¨¢s, con la misma testarudez que se predica del buey, se contin¨²a por el camino opuesto aunque, como en el caso de la autodeterminaci¨®n, ello conduzca a la nada o sea pol¨ªtica, econ¨®mica y socialmente inviable. Porque vamos a ver: ?los partidos pol¨ªticos que conforman el Gobierno vasco y el propio Gobierno han podido ignorar en alg¨²n momento las incidencias que el discurso soberanista o autodeterminista tiene y tendr¨¢ sobre la econom¨ªa y las empresas vascas? ?Desconocen las consecuencias de continuar por ese camino? ?Piensan que, de llevarse a la pr¨¢ctica, las empresas del resto de Espa?a continuar¨¢n invirtiendo en el Pa¨ªs Vasco o que distintas sociedades y empresas mantendr¨¢n sus sedes sociales en el Pa¨ªs Vasco? ?Consideran que toda esa aventura es pol¨ªtica, econ¨®mica y socialmente viable? ?Estiman que el nivel de vida de los ciudadanos vascos no se ver¨¢ afectado?
No son precisos conocimientos espec¨ªficos para poder responder a esas preguntas, porque son evidentes. De ah¨ª que la responsabilidad pol¨ªtica sea todav¨ªa mayor, porque se instaura y se mantiene conscientemente un debate artificial. Nada de lo que manifiestan los empresarios vascos en su declaraci¨®n puede constituir una sorpresa para un pol¨ªtico. La sorpresa es que ning¨²n pol¨ªtico con responsabilidades de gobierno haya tenido la valent¨ªa de reconocerlo. Y los ciudadanos que no compartimos las tesis oficiales, aunque a alguien le disguste, tenemos derecho a exigirlo. Tenemos derecho a exigir claridad, rigor, seriedad, porque no somos meros espectadores de una representaci¨®n esc¨¦nica interpretada por y para un determinado sector de la sociedad, sino que tales proyectos nos afectan directamente en la medida en que -hay que recordarlo- tambi¨¦n somos parte de la misma.
Ese mismo rigor, claridad y seriedad los exigimos cuando para vendernos el derecho de autodeterminaci¨®n se invoca el Derecho Internacional y los tratados internacionales. Son habituales, en ese sentido, tanto declaraciones p¨²blicas de representantes de partidos pol¨ªticos nacionalistas como cartas publicadas en este mismo diario en la secci¨®n correspondiente. Puesto que se recurre al Derecho Internacional para justificar el derecho de autodeterminaci¨®n respecto del Pa¨ªs Vasco, lo menos que puede pedirse es que se nos diga d¨®nde y con qu¨¦ contenido. No estar¨ªa de m¨¢s, aunque s¨¦ que es in¨²til pedirlo, el recurso a la honestidad intelectual. Aunque ello implique tener que reconocer que el Derecho Internacional no ha reconocido nunca ni reconoce ahora el derecho de autodeterminaci¨®n respecto de entidades territoriales que forman parte de un Estado democr¨¢tico. Esta realidad es, tambi¨¦n, una obviedad: ?c¨®mo iban los Estados -autores que son del Derecho Internacional- a dotar al derecho de autodeterminaci¨®n de un contenido que pudiera conllevar la destrucci¨®n del propio Estado o la secesi¨®n de determinadas partes del mismo? ?Qui¨¦n puede imaginar semejante suicidio?
Y, por si todo lo anterior no fuera suficiente, queda todav¨ªa una ¨²ltima obviedad: en un mundo absolutamente interrelacionado, trayectorias como la patrocinada desde el nacionalismo vasco en pos de la autodeterminaci¨®n van en sentido contrario.
S¨®lo queda confiar en que el sentido com¨²n habite alg¨²n d¨ªa entre nosotros. Puesto que tenemos la ventaja de contar todav¨ªa -aunque cada vez de modo m¨¢s escaso- con un medio rural, sabemos por experiencia que es cierto que el buey es testarudo. Lo que tambi¨¦n sabemos es que no es un animal est¨²pido ni suicida: ¨¦l nunca se arrojar¨ªa al precipicio.
Carlos Fern¨¢ndez de Casadevante Romani es catedr¨¢tico de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y ex profesor de la UPV.
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