La llamada de ?frica
Los ni?os enviados a Gambia para educarse a la manera tradicional sufren, al volver, los problemas de integraci¨®n que tuvieron sus padres
La inmigraci¨®n africana no siempre recorre el camino de la penosa carrera de obst¨¢culos hacia la Europa opulenta. Desde hace algunos a?os, esta ruta es tambi¨¦n un camino de vuelta, posiblemente m¨¢s f¨¢cil, pero no menos amarga.
La investigaci¨®n doctoral que ha realizado la profesora Anna Farjas sobre la inmigraci¨®n africana en la provincia de Girona ha desvelado y puesto cifras a un fen¨®meno que, a pesar de ser conocido, presenta grandes lagunas: el retorno a tierras africanas de buena parte de los hijos de los inmigrantes gambianos que viven en Girona.
Seg¨²n se desprende de la investigaci¨®n, cerca de un tercio de los ni?os de padres gambianos nacidos en poblaciones como Banyoles u Olot acaban regresando a sus pa¨ªses de origen para pasar largas temporadas. Estas estancias impiden el arraigo en la sociedad en la que nacieron y el conocimiento de la cultura del pa¨ªs de acogida. Los profesores catalanes ven con des¨¢nimo como sus esfuerzos para integrarlos se diluyen tras una larga ausencia del alumno.
'Los padres temen que los ni?os y sobre todo las ni?as se impregnen de la cultura de aqu¨ª'
Los ni?os regresar¨¢n al cabo de los a?os sin conocer la lengua, sin los referentes culturales adquiridos anteriormente y como desorientados inmigrantes, como llegaron sus padres. La investigaci¨®n se centra en la evoluci¨®n de los hijos del grupo de inmigrantes mayoritario en estas poblaciones: la etnia sarahule o sonink¨¦ procedente de Gambia.
Durante a?os, como investigadora de las minor¨ªas africanas en Girona, Farjas ha podido comprobar que casi una tercera parte de todos los ni?os y ni?as de la etnia sarahule nacidos en Olot y Banyoles durante la d¨¦cada de 1990 (205 de un total de 625, el 32,8%) han abandonado el pa¨ªs para ir a pasar unos a?os en la idealizada tierra de sus padres.
Farjas, en su vertiente de profesora del IES La Garrotxa de Olot, ha sido testigo, adem¨¢s, del des¨¢nimo que a veces se apodera de algunos maestros y profesores, que perciben como in¨²til todo el trabajo de escolarizaci¨®n realizado en estos ni?os. El pasado noviembre, la investigadora emprendi¨® un viaje de tres meses a Gambia con el objeto de conocer la suerte de estos ni?os 'afrocatalanes'.
La tarea de seguimiento se concentr¨® en 180 ni?os y ni?as sarahules nacidos en Olot y Banyoles. Su expedici¨®n pretend¨ªa averiguar si esos ni?os estaban todav¨ªa vivos, y en tal caso, qu¨¦ derroteros hab¨ªa seguido su escolarizaci¨®n.
La edad de los ni?os en el momento de ser enviados a ?frica es clave para su supervivencia. Cuanto m¨¢s jovenes, mayores son las posibilidades de contraer alguna enfermedad grave. De hecho, el 6,11% de los ni?os objeto de la investigaci¨®n han muerto de malaria. A mayor edad, en cambio, los problemas son de orden emocional y de adaptaci¨®n. Farjas considera que la mejor edad para enviar a estos ni?os a ?frica se sit¨²a en torno a los 10 a?os.
La escolarizaci¨®n en Gambia de los ni?os sarahules nacidos en Olot y Banyoles se sit¨²a en torno al 74%. De ¨¦stos, el 56,4% asisten a escuelas que siguen el modelo brit¨¢nico, donde la lengua vehicular es el ingl¨¦s, y adem¨¢s frecuentan las jaranyimb¨¦, una especie de catequesis isl¨¢mica. Por otro lado, el 43,5% de los ni?os escolarizados atienden exclusivamente a la escuela cor¨¢nica, en la que aprenden el ¨¢rabe y el Cor¨¢n. En general, Farjas ha visto que pr¨¢cticamente todos los ni?os afrocatalanes se han adaptado con facilidad en la tierra de sus abuelos y que apenas pueden apreciarse diferencias entre ellos y los otros ni?os. Prueba de ello es que la gran mayor¨ªa ha olvidado casi por completo el catal¨¢n -la lengua con la que fueron escolarizados- y ahora s¨®lo dominan el sarahule.
No obstante, conservan gratos recuerdos de su estancia en Catalu?a. En Olot y Banyoles estos ni?os, y muy especialmente las ni?as, no deb¨ªan trabajar tanto como en Gambia, donde compaginan la escuela con duras tareas dom¨¦sticas. Asimismo, a?oran los juguetes y las comodidades. Todos ellos desean volver al pa¨ªs que los vio nacer. De hecho, sus padres y sus abuelos tambi¨¦n desean que vuelvan a Catalu?a. ?Por qu¨¦ raz¨®n, pues, los han enviado por tanto tiempo a Gambia, en una estancia que los desarraiga completamente del pa¨ªs donde nacieron y los aboca a los mismos problemas que debieron superar sus padres?
A juicio de Farjas, no hay una sola explicaci¨®n, aunque la econ¨®mica es una raz¨®n de peso: los v¨¢stagos son m¨¢s caros de mantener en Catalu?a que en ?frica. Otra raz¨®n es el cambio de esposa: algunos hombres dejan a la primera mujer en Gambia y llevan a la segunda a Catalu?a. Con la primera mujer, claro est¨¢, se quedan sus reto?os. La familia de origen alienta a sus varones emigrados a Europa a desposarse con m¨¢s de una mujer del pueblo para hace un favor a otra familia. Los hombres emigrados est¨¢n muy bien considerados y se hallan en mejores condiciones a la hora de sufragar las elevadas dotes que reclaman las familias de algunas j¨®venes. Pero la verdadera raz¨®n de este viaje va m¨¢s all¨¢ de estas consideraciones. Y es tan simple como natural: los padres quieren que sus hijos sean como ellos. La etnia sarahule, a diferencia de otras etnias de Gambia como la mandinga o la fula, se caracteriza por ser extremadamente celosa de su cultura. Obviamente, la mejor forma de no olvidar sus or¨ªgenes pasa por no echar ra¨ªces en otro pa¨ªs. Los padres sarahules, afirma Farjas, 'temen que los ni?os se impregnen de la cultura de aqu¨ª, especialmente las ni?as'. Envi¨¢ndolos a Gambia, y aloj¨¢ndolos en casa del abuelo paterno, tal como suele suceder, los padres se aseguran que el ni?o o la ni?a aprender¨¢ los valores de su cultura: aprender¨¢ a respetar a las personas mayores, a obedecer al marido y a practicar el Islam.
Los padres tambi¨¦n desean que sus reto?os experimenten en su propia carne lo duro que es vivir en ?frica y la suerte que tendr¨¢n de poder volver a Europa para ganarse un sueldo. Quieren que se den cuenta de que el dinero que env¨ªan peri¨®dicamente desde Catalu?a supone seguridad y reputaci¨®n para su familia de origen. Los sarahules desconf¨ªan de la escuela occidental y no ven el paso por las aulas de Catalu?a como una oportunidad de mejorar su posici¨®n social. La educaci¨®n que desean para sus hijos es la misma que ellos tuvieron. El tipo de vida que les desean es la misma que ellos han vivido: la vida del inmigrante.
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