'?El euro?, despu¨¦s de las uvas'
Los alumnos dibujan la historia de la nueva moneda para familiarizarse con ella
A veces titubean al tratar de recordar algunos conceptos relacionados con la nueva moneda europea, y con frecuencia les cuesta decir a la primera cu¨¢ntas pesetas son tantos euros o cu¨¢ntos euros son tantas pesetas, pero los alumnos de tercer curso del colegio p¨²blico La Chanca no dudan en ning¨²n momento cuando se les pregunta qu¨¦ d¨ªa empezar¨¢ a funcionar esa moneda: 'El uno de enero de 2002, despu¨¦s de las uvas', repiten a coro.
Y es que la fecha, asociada al truco de las uvas de Nochevieja para ayudarles a recordar mejor, la llevan escuchando desde hace meses, cuando empezaron a realizar trabajos en clase sobre la nueva moneda y actividades como la compra-venta ficticia de diversos art¨ªculos en Centro Comercial Euroman¨ªa una tienda improvisada por sus compa?eros de cuarto curso en el rinc¨®n de un aula. Estos alumnos, con tan s¨®lo ocho a?os, saben que el euro ser¨¢ la moneda de 12 pa¨ªses europeos, que la peseta ir¨¢ desapareciendo hasta que el 1 de julio ya s¨®lo se podr¨¢ cambiar por euros en el Banco de Espa?a y que un euro son 166,386 pesetas. Tambi¨¦n han aprendido a reconocer cu¨¢l ser¨¢ el billete m¨¢s grande. 'El lila', contesta Paco Ramos, mientras una compa?era completa la informaci¨®n: 'El de 500'.
?stos son los conceptos que tienen m¨¢s claros, a partir de ah¨ª su corta edad no les permite almacenar muchos m¨¢s datos, cifras ni fechas. Sin embargo, ellos, al contrario que el com¨²n de los adultos, se lo toman con calma. 'Esto es f¨¢cil, porque estamos acostumbrados a aprender lo del euro en clase', comenta Aranzazu Santiago mientras su compa?era Patricia Santiago Rodr¨ªguez recita de corrido una lista de cosas que se pueden comprar con un euro: 'Una barra de pan, un cart¨®n de leche, cinco chucher¨ªas y una bolsa de gusanitos'.
Cuando se incrementa la cifra la desorientaci¨®n ya empieza a ser un poco mayor. '?Qu¨¦ podemos comprar con cinco euros (832 pesetas)?', pregunta la maestra. 'Una botella de zumo de naranja', grita Patricia. '?Una botella de zumo?', repite la maestra con un tono que delata el error de la alumna. 'Bueno, una botella grande de zumo', rectifica la ni?a que tiene sus codos apoyados sobre el cuaderno en el que ha dibujado
Competir con el d¨®lar
Los adolescentes granadinos parecen muy capaces de adaptarse a la entrada en vigor del euro sin grandes problemas. No s¨®lo saben calcular el euro en golosinas o chuches sino que, adem¨¢s, elaboran certeras reflexiones sobre el por qu¨¦ de esta nueva moneda y cu¨¢l es su finalidad. As¨ª, por ejemplo, estudiantes de los ¨²ltimos cursos de ESO en el Instituto Padre Su¨¢rez afirman con rotundidad que 'el euro dar¨¢ a los pa¨ªses europeos la oportunidad de competir directamente con el d¨®lar'. Y eso es algo, comentan despu¨¦s, que no hab¨ªa pasado nunca.
En un aula del centro, el profesor, Juan Santaella, interrumpe durante unos minutos la clase para que sus alumnos puedan charlar sobre el euro. Rondan los 18 a?os. Al principio bromean sobre si exigir¨¢n ahora a sus padres que las pagas semanales tengan la misma cantidad en euros que antes ten¨ªan en pesetas o sobre si se inventar¨¢n alg¨²n truco para redondear. Luego se ponen m¨¢s serios.
'El euro', se?ala Leticia Est¨¦vez, de 17 a?os, 'nos va a permitir que, cuando viajemos por Europa, sepamos cu¨¢l es el precio exacto de las cosas, ya que la moneda comunitaria va a servir en todas partes'. El profesor Santaella media en la charla: ?Qui¨¦n va a adaptarse peor a la entrada en vigor del euro? Todos apuntan al colectivo de la tercera edad hasta que, desde el fondo de la clase, suena la voz de Jos¨¦ Carlos Contreras, de 18 a?os. 'Las personas de la tercera edad son las que se adaptar¨¢n m¨¢s f¨¢cilmente', dice, 'porque ellos ya est¨¢n acostumbrados a manejarse con c¨¦ntimos y medidas de ese tipo'.
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