'Construir hoy es buscar el eslab¨®n perdido entre el pasado y el futuro'
Jean Nouvel (Fumel, Francia, 1945) pasa por ser un arquitecto high-tech, un minimalista amante de las nuevas t¨¦cnicas, cuanto m¨¢s elaboradas y complejas mejor. Es una etiqueta que su carrera desmiente en parte. Es cierto que se trata de una persona muy atenta a esas nuevas soluciones t¨¦cnicas que los nuevos materiales o ¨²tiles de trabajo hacen posibles, pero su fuerza, su estilo, es buscar la idea adecuada para cada proyecto. 'Me han criticado por eso, me han acusado de no tener estilo propio. Hay ah¨ª una confusi¨®n porque un estilo no es un repertorio de tics formales, el edificar siempre edificios de color blanco, por ejemplo. Los mejores arquitectos no repiten su vocabulario de manera continuada, pero s¨ª mantienen una actitud. Las pel¨ªculas de Stanley Kubrick son muy distintas entre ellas, utilizan formas expresivas variadas, pero me basta con ver cinco o diez minutos de un material rodado por ¨¦l para saber que es suyo y s¨®lo suyo'.
'El estilo internacional es terror¨ªfico. Hay que desarrollar las especificidades de cada lugar'
El estudio de Nouvel est¨¢ en Par¨ªs, en un cul de sac de un barrio popular que se ha puesto de moda. Es un edificio adaptado de manera muy modesta a las necesidades de un taller de arquitectos. Trabajan con ¨¦l y para ¨¦l m¨¢s de cien personas, una gran mayor¨ªa j¨®venes. 'El sistema de taller es la escuela y la escuela es la agencia', dice. 'Cuando acab¨¦ mis estudios de Bellas Artes en la secci¨®n de arquitectura entr¨¦ en el estudio de Claude Parent y Paul Virilio. Tuve mucha suerte y all¨ª aprend¨ª mucho. Como soy hijo de profesores, nunca he querido dedicarme a la ense?anza, pero intento transmitir lo aprendido trabajando con toda esa gente, algunos de los cuales llevan m¨¢s de quince a?os a mi lado. Ahora tengo en mi taller a personas de m¨¢s de veinte pa¨ªses distintos. Esa diversidad est¨¢ en relaci¨®n con los lugares en los que tengo encargos que me ponen en contacto con estudiantes de all¨ª, con profesionales de quienes necesito colaboraci¨®n. Eso explica la presencia aqu¨ª de alemanes, coreanos, espa?oles, estadounidenses, mexicanos, checos...'.
Ese reconocimiento internacional -simult¨¢neamente se ocupa de levantar un hotel en Nueva York, viviendas y despachos en Colonia, un rascacielos en Barcelona, un centro cultural con tres teatros en Minneapolis, de ampliar un museo en Madrid, adem¨¢s de haber recibido este a?o los importantes premios Borromini, el Imperial de Tokio y la medalla de oro del Royal Institute de los arquitectos brit¨¢nicos- no tiene su correlato parisiense, pues en la capital francesa s¨®lo ha podido firmar dos obras importantes, el Instituto del Mundo ?rabe (IMA) (1981-1987) y la Fundaci¨®n Cartier (1995). 'El IMA es una instituci¨®n que ten¨ªa que funcionar a partir del dinero aportado por Francia y por los pa¨ªses ¨¢rabes. Estos ¨²ltimos nunca respetaron su compromiso financiero y eso hace que hoy el edificio parezca un poco abandonado'. Es una l¨¢stima porque se trata de una obra de gran calidad, de acero y cristal, que por su vertiente Norte se curva para plegarse al trazado que ah¨ª toma el Sena, mientras que por su pared Sur se protege del sol a trav¨¦s de celos¨ªas met¨¢licas que se abren o cierran obedeciendo a una c¨¦lula fotoel¨¦ctrica que valora la luz exterior. Por su parte la Cartier, con su doble fachada de cristal, es un ejemplo de lo que Jean Baudrillard denomina la 'arquitectura de la desaparici¨®n'. Antonioni lo eligi¨® para rodar en ¨¦l uno de los episodios de M¨¢s all¨¢ de las nubes. Ahora, en Par¨ªs, Nouvel puede dar un paso m¨¢s en esa l¨ªnea con su museo en el Quai de Branly, el destinado a exponer las llamadas 'artes primeras', colecciones africanas, de Ocean¨ªa y Asia.
Ahora, con la torre Agbar en Bar
celona, Nouvel recupera alguna de las ideas de su bab¨¦lica torre frustrada. 'Hay una misma voluntad de jugar con la fluidez, que no se llegue a saber de qu¨¦ color es el rascacielos, que est¨¢ recubierto de un cristal transl¨²cido en un 70%, una piel a escamas. En la ¨®pera de Ly¨®n, en su ¨²ltimo piso, ya hice algo as¨ª. Pero Agbar es muy diferente de la Tour sans Fin porque tendr¨¢ 142 metros y no desaparecer¨¢ en el cielo, sino que culmina en una c¨²pula. Me he inspirado en las formas f¨¢licas de la monta?a de Montserrat, no quer¨ªa hacer algo en la l¨ªnea de la llamada arquitectura internacional, como los rascacielos del puerto ol¨ªmpico. El estilo internacional es terror¨ªfico. Hay que desarrollar las especificidades de cada lugar. Agbar ser¨¢ un rascacielos europeo, que son mucho menos claustrof¨®bicos que los estadounidenses y ha de convertirse en un nuevo s¨ªmbolo de la ciudad, es la nave central que le falta a la Sagrada Familia de Gaud¨ª'.
La relaci¨®n con el pasado, con la historia, es el gran tema o problema de los arquitectos de hoy. 'Hasta finales del siglo XIX, la arquitectura era una disciplina aut¨®noma que funcionaba a partir de un cat¨¢logo de modelos que hab¨ªa que hacer evolucionar. El siglo XX, con su explosi¨®n demogr¨¢fica, con la aceleraci¨®n del progreso t¨¦cnico, hace que la ciudad viva en un permanente desequilibrio, en un desequilibrio m¨®vil. Construir ahora significa buscar siempre el eslab¨®n perdido, trabajar a favor de un inalcanzable nuevo equilibrio, concebir la ciudad desde una estrategia urbana. En urbanismo, hoy, ser conservador es ser revolucionario. Exigir que no derriben ciertos grandes edificios es estar a favor del exceso, de la utop¨ªa. Las actuales normas urban¨ªsticas impiden muchas cosas, levantar espacios con techos demasiado altos o lugares demasiado oscuros o demasiado luminosos, o demasiado fr¨ªos o demasiado ventilados o, sencillamente, demasiado grandes para ser ¨²tiles o razonables. Son espacios de libertad que hay que dejar que sean ocupados por los artistas. Ning¨²n alcalde, ning¨²n ayuntamiento, estar¨ªa dispuesto a construir naves industriales para prest¨¢rselas a pintores, escultores o creadores en general. Y esas naves existen y hay que salvarlas para eso, para que sirvan para acoger lo que no puede existir en ning¨²n otro lugar'.
Nouvel se ha movilizado para evitar que fueran arrasadas las instalaciones industriales de Renault en la isla S¨¦guin, en el Sena, en los alrededores de Par¨ªs. Lo ha hecho en nombre de la memoria proletaria. 'Se trabaja a partir de la historia, pero no para hacer eso que bautizan como reconstrucciones cr¨ªticas. En Berl¨ªn hablan mucho de ello y no estoy de acuerdo con la idea. La historia y la modernidad pueden convivir perfectamente. Por ejemplo, Venecia, al reconstruir el teatro de ¨®pera de La Fenice como una copia conforme del que fue destruido por el fuego, ha perdido una nueva oportunidad de escapar a la amenaza tur¨ªstico-muse¨ªstica que la pone en peligro. Cada ¨¦poca ha de hacer su diagn¨®stico cultural sabiendo sin embargo que ese diagn¨®stico no es para la eternidad'.
Y cita otros casos. 'Sin duda conven¨ªa derribar las casas que estaban junto a la catedral de Notre Dame, pero nunca se hubiera debido aceptar que, bordeando la explanada de la puerta principal, se levantaran la prefectura y el actual hospital. La escala en que fue concebida Notre Dame queda as¨ª fastidiada de por vida. Malraux hablaba de crear sectores protegidos en torno a ciertos monumentos sin que eso significara no poder construir ah¨ª, sino una exigencia de respeto a las proporciones, a la armon¨ªa del conjunto'. Ese reto de armon¨ªa se lo ha planteado la ampliaci¨®n del Reina Sof¨ªa en Madrid. 'El problema no es si el edificio existente es de gran calidad o no, sino hasta qu¨¦ punto confiere car¨¢cter al barrio. Es una mole que ofrece esos espacios gigantescos que yo antes he mencionado: eso hab¨ªa que potenciarlo. La soluci¨®n adoptada extiende el aura del museo'.
Admirador de Enric Miralles y
Louis Kahn, de Mies van der Rohe y Frank Gehry, de 'los arquitectos de la luz', Jean Nouvel va siempre vestido de negro, con sombrero en invierno, luciendo la calva en verano. Se parece a un Lindsay Kemp que, en vez de danza, hubiera practicado el rugby -'lo jugu¨¦ durante mis a?os de universidad'-, conduce un Porsche descapotable, le agrada la cocina italiana y dice que 'me gustar¨ªa poder vivir durante seis meses al a?o junto al Mediterr¨¢neo. Barcelona ser¨ªa un buen lugar, pero para eso necesitar¨ªa abrir ah¨ª otro estudio'.
Con Gehry tiene un proyecto en Praga y le admira 'por su manera distinta de servirse de la inform¨¢tica, que utiliza para materializar ideas, para fijar la fugacidad' y est¨¢ contento de haber dibujado casas en medio mundo, museos en Lucerna, Par¨ªs o Madrid, palacios de justicia en Nantes, teatros en Tours o Minneapolis, hoteles en Burdeos o Nueva York, estadios en Par¨ªs o centros comerciales en Berl¨ªn. 'S¨®lo me falta construir un aeropuerto. Llevo a?os perdiendo concursos, el ¨²ltimo en Barcelona, para su ampliaci¨®n. No soy ning¨²n admirador de Bofill, pero reconozco que su aeropuerto es muy bueno'.
La exposici¨®n que le dedica estos d¨ªas el Centro Pompidou no pretende ser una retrospectiva sino un compendio de las ideas de este arquitecto. El montaje privilegia visiones cercanas y perspectivas de sus proyectos, con representaciones virtuales de sus proyetos y edificios. La muestra se presentar¨¢ posteriormente en Italia, Espa?a, Estados Unidos y Jap¨®n.
Jean Nouvel. Centro Georges Pompidou. Plaza de Georges Pompidou. Par¨ªs. Hasta el 4 de marzo de 2002.
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