Hipocres¨ªa y 'botell¨®n'
Tengo 28 a?os, no bebo alcohol porque no me gusta y me he sentido discriminado en much¨ªsimas ocasiones por ser abstemio. Cada vez que pido un agua mineral tengo que aguantar la sordera sobrevenida del camarero de turno, que nunca lo entiende a la primera, y una mirada asesina con comentario at¨®nito por parte de alguna de las personas con las que en ese momento est¨¦, de la generaci¨®n que sea. Me hacen sentirme obligado a explicarles por qu¨¦ no me pido una ca?a como ellos, y mi respuesta es siempre la misma: porque no me gusta el alcohol. Para m¨ª no supone ning¨²n esfuerzo ni ning¨²n ejercicio de autocontrol el no beberlo. Al contrario: el esfuerzo ser¨ªa tener que beberlo porque no me gusta. Pero esto no lo entienden, e implica invariablemente que soy un bicho raro, que me miran de arriba abajo y que me encuentran poco enrollado.
El consumo de alcohol est¨¢ influido por una evidente presi¨®n social, que se nota en que a uno le miren mal por no beber, cuando ¨¦l no se permite opinar sobre si le parece bien o mal que los dem¨¢s beban. Pero quiz¨¢ m¨¢s perniciosa que la propia presi¨®n social sea, como en tantas otras cosas, la calculada hipocres¨ªa de los pol¨ªticos. No deja de resultar ir¨®nico o¨ªr a algunos politicuchos municipales llamar alcoh¨®licos y guarros a los j¨®venes que practican el botell¨®n. Sobre todo porque cuando uno repara en los anuncios publicitarios de las paradas de autob¨²s y de los chirim-bolos (que tanto dinero ingresan en las arcas municipales) se da cuenta de que se alternan los de whisky, cerveza, ron y marcas de tabaco representadas por came-llos de peluche y por j¨®venes solidarios que no renuncian 'a lo bueno' con los del Plan Nacional contra las Drogas.
Plaza de Lavapi¨¦s, un s¨¢bado cualquiera, noche. Observo a los j¨®venes que le dan al botell¨®n, con los que nunca me he sentido identificado, y tambi¨¦n la suciedad de la plaza: cientos de botellas inundan el suelo. Pero reparo en algo que no ven nuestros politicuchos municipales: las m¨¢s de ellas rodean las rebosantes papeleras llenas hasta los topes o est¨¢n amontonadas debajo de los bancos. No hay en toda la plaza ni un solo contenedor de basu-ras a la vista, ni de los de tapa naranja, ni tampoco de los azules, verdes o amarillos para materias reciclables.
Y me acuerdo de la incontinencia verbal de nuestro inefable alcalde antes de llegar a la siguiente conclusi¨®n: los j¨®venes no son unos guarros. Los verdaderos guarros son aquellos politicuchos que siempre echan balones fuera antes de mirarse su propio ombligo; la hipocres¨ªa que lleva a las instituciones p¨²blicas a embolsarse (en concepto de publicidad y de impuestos) el dinero envenenado de las empresas de tabaco y bebidas alcoh¨®licas para luego gast¨¢rselo en millonarias campa?as contra el consumo de dichas sustancias, y en concreto, el Ministerio de Sanidad, que permite desde hace d¨¦cadas que las empresas de este tipo financien las revistas universitarias de distribuci¨®n gratuita, sin controlar m¨ªnimamente el cumplimiento de las leyes que ¨¦l mismo dicta.
?stos s¨ª son responsables de que la juventud reciba continuamente mensajes contradictorios, de que los j¨®venes no podamos tomarlos en serio y de que tengamos que aguantar las coces de alg¨²n que otro regidor vitalicio, como el que est¨¢ convirtiendo Madrid en una capital cada vez m¨¢s provinciana. Los j¨®venes ser¨¢n guarros cuando haya contenedores vac¨ªos en Lavapi¨¦s y las botellas no est¨¦n en el suelo; pero no cuando, a falta de contenedo-res, dejan los cascos debajo de los bancos, que es donde menos estorban, en vez de ir en masa a estamparlos contra las fachadas del Ayuntamiento y del Ministerio de Sanidad, que en el fondo es lo que deber¨ªan hacer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.