Profesores an¨®nimos
El martes pasado, la librer¨ªa Abacus de la calle de Balmes de Barcelona, santuario de la comunidad educativa, acogi¨® la presentaci¨®n del libro Petita cr¨°nica d'un professor a secund¨¤ria, del escritor y profesor Toni Sala. Impregnado del esp¨ªritu cooperativo que le dieron los miembros de l'Associaci¨® de Mestres Rosa Sensat en 1968, el local no se qued¨® peque?o, ya que, por desgracia, s¨®lo asistieron unas cuarenta personas, que ocuparon parte del primer piso.
El periodista Antoni Bassas present¨® el acto. Fiel a las reglas del g¨¦nero, elogi¨® su contenido (la cr¨®nica de un curso en un instituto contada por un profesor que, limit¨¢ndose a describir lo que ve, eleva el ejemplo personal a categor¨ªa de s¨ªntoma colectivo) y su forma (estilo directo con una tensi¨®n interna que sube un poco el list¨®n habitual de la cr¨®nica mal entendida como subproducto literario). Los primeros minutos transcurrieron seg¨²n lo previsto y, arrastrado por uno de esos ataques de c¨ªvica responsabilidad que fundamentan su estilo, Antoni Bassas se atrevi¨® a recomendarle a Toni Sala que le enviara un ejemplar del libro al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y otro a la consejera de Ense?anza, Carme Laura Gil. Nadie me la ha pedido, pero les dar¨¦ mi opini¨®n al respecto: No creo que lo lean y, si lo leen, no creo que lo entiendan; y, si lo entienden, no creo que le hagan ni puto caso.
Toni Sala eleva el ejemplo personal de su cr¨®nica de un curso en un instituto a la categor¨ªa de s¨ªntoma colectivo
Luego habl¨® Toni Sala, que fue soltando verdades como pu?os con aire de no haber roto un plato y una voz que, si fuera alumno suyo, yo calificar¨ªa de un pel¨ªn aguda. A juicio de Sala, en el desconcierto que asuela el sector educativo intervienen muchos factores. La Reforma, sin ir m¨¢s lejos, exige a los profesores que atiendan la diversidad, una idea muy bonita que, a la pr¨¢ctica, significa resolver problemas extraescolares para los que no est¨¢n preparados y desatender lo ensencial de su trabajo. Con una ret¨®rica plagada de lo que Toni Sala denomin¨® palabras trampa, se culpabiliza a los profesores de los males del sector. 'Que lo hagan los padres, todav¨ªa lo comprendo, porque la vida es muy dura. Que lo haga la Administraci¨®n, en cambio, me parece una muestra de cinismo', explic¨®. Fue una intervenci¨®n corta y demoledora, que le sirvi¨® a Antoni Bassas para abrir el coloquio.
La mayor¨ªa de los presentes en la librer¨ªa eran profesores que, micr¨®fono en mano, desgranaron una letan¨ªa de quejas cargadas de raz¨®n y amargura. Yo, que vivo cerca del Departamento de Ense?anza, doy fe de que, cada dos por tres, alguien se manifiesta para exigir reivindicaciones cuya oportunidad desconozco, pero suponiendo que solamente la mitad est¨¦n justificadas, ya es para cortarse las venas. Lo que escuch¨¦ en Abacus, sin embargo, parec¨ªa menos vocinglero pero mucho m¨¢s profundo, ya que ten¨ªa que ver con la esencia de uno de nuestros problemas m¨¢s graves: el deterioro de la transmisi¨®n del conocimientos y de los valores.
Las intervenciones fueron jugosas. Una profesora visiblemente afectada por el ejercicio de su profesi¨®n se desahog¨® diciendo que al sistema s¨®lo le preocupa que el 90% de los alumnos aprueben y alargar su escolaridad para as¨ª posponer los problemas de unos estudiantes cada vez m¨¢s ignorantes. Otro profesor con mirada de baja por depresi¨®n admiti¨® haber sufrido pinchazos en las ruedas de su coche, rayadas en la carrocer¨ªa y escupitajos en el parabrisas y denunci¨® que el Departamento de Ense?anza tape en lugar de resolver mientras se agarra a una indignante tendencia a cambiar el nombre de los problemas para, de este modo, creer que desaparecen. Ejemplo: en lugar de hablar de comisi¨®n de disciplina, que suena a facha, se habla de comisi¨®n de convivencia, que suena a progre.
Oli¨¦ndose un haraquiri colectivo, Antoni Bassas intent¨® suavizar la cosa con la vaselina del humor: defini¨® el acto como una reuni¨®n de profesores an¨®nimos, una terapia de grupo para superar entre unos cuantos lo que uno no alcanza a resolver por s¨ª mismo. Nadie ten¨ªa fuerzas para re¨ªr, sin embargo, y eso que todav¨ªa estamos en el primer trimestre. Habl¨® otro profesor de verbo contundente, que denunci¨® la complicidad de los sindicatos supuestamente progresistas en la situaci¨®n actual y lament¨® que en el sector de la educaci¨®n todo el mundo pontifique y valga m¨¢s la opini¨®n de cualquier psicopedagogo, politiquillo o pseudoexperto que la de los que viven al pie del ca?¨®n. Otra profesora quiso animar la charla diciendo que, a veces, un alumno aprovecha el tiempo y eso vale todo el oro del mundo, a lo que Toni Sala respondi¨®: 'De lo que se trata es de que ese mismo alumno sea igualmente feliz en un contexto mejor'.
Y ahora, si me permiten, quisiera reflexionar sobre otro aspecto del acto. La presentaci¨®n tuvo lugar en el primer piso de la librer¨ªa Abacus. Hab¨ªa megafon¨ªa pero en ning¨²n momento dej¨® de sonar el hilo musical y, de fondo, se escuchaban tel¨¦fonos, impresoras, cajas registradoras y las voces propias de cualquier negocio p¨²blico en plena actividad. Es algo que suele ocurrir en otras librer¨ªas en las que se organizan actos de este tipo y que produce una desagradable sensaci¨®n no s¨®lo entre los que intervienen, que tienen perfecto derecho a sospechar que su presencia all¨ª no se valora demasiado, sino tambi¨¦n entre los que acuden al acto y que merecer¨ªan unas mejores condiciones.
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