La 'cara B' del programa Ram¨®n y Cajal
Los no admitidos prefieren hacer sus cr¨ªticas en el anonimato por miedo a las represalias
Dos meses despu¨¦s de resolverse el programa Ram¨®n y Cajal, los que no consiguieron el ansiado contrato siguen busc¨¢ndose la vida prolongando a la fuerza su estancia en centros de investigaci¨®n extranjeros, con contratos precarios, preparando oposiciones o, en el peor de los casos, pensando seriamente en tirar la toalla.
Tanto la Federaci¨®n de Jovenes Investigadores como la Asociaci¨®n para el Avance de la Ciencia y la Tecnolog¨ªa valoran el esfuerzo del Ministerio que con estos contratos de cinco a?os remunerados con un sueldo equivalente al de un profesor titular intenta, por primera vez y de una forma seria, profesionalizar la carrera cient¨ªfica en Espa?a.
Pero las cr¨ªticas no le han faltado al programa. Endog¨¢mico, con un procedimiento de acceso y selecci¨®n oscuro y, sobre todo, con un n¨²mero de plazas insuficiente, el Ram¨®n y Cajal, ¨²nica luz al final del t¨²nel de la precariedad, es manifiestamente mejorable.
Mientras los j¨®venes investigadores est¨¢n a la expectativa de una nueva convocatoria para el primer trimestre de 2002 -algunos aventuran que saldr¨¢ en enero-, un informe encargado por el Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa a la Comisi¨®n sobre el Personal Investigador en Formaci¨®n recoge algunas de estas cr¨ªticas.
El informe resalta la precariedad del personal y la descoordinaci¨®n entre organismos, y pide una reforma del sistema de becas de investigaci¨®n cient¨ªfica.
Rub¨¦n Artero, un investigador de 35 a?os, fue uno de los 2.807 solicitantes del Programa Ram¨®n y Cajal pero no est¨¢ entre los 800 afortunados.
Artero lleva ya casi seis a?os trabajando en el Sloan-Kettering Institute de Nueva York, uno de los centros de investigaci¨®n y tratamiento del c¨¢ncer m¨¢s prestigiosos de los Estados Unidos. Pero quiere volver a casa. Pad¨®jicamente, sus esperanzas est¨¢n en el capital de una empresa privada americana. 'Se trata de la Fundaci¨®n contra la distrofia muscular que quiere desarrollar un proyecto en Espa?a con la Universidad de Valencia. Creo que saldr¨¢ adelante', explica.
?Y si no es as¨ª? 'Pedir¨¦ el contrato Ram¨®n y Cajal. Cuando salga la convocatoria tendr¨¦ dos publicaciones m¨¢s y mi curriculum ser¨¢ m¨¢s competitivo'. En su opini¨®n se ha valorado demasiado el curriculum (60%) frente al proyecto (20%) lo que ha favorecido a la gente mayor o a la que trabaja en ¨¢reas de investigaci¨®n que produce resultados r¨¢pidos. 'En gen¨¦tica nos cuesta mucho sacar una buena publicaci¨®n. Adem¨¢s en mi ¨¢rea, Biolog¨ªa molecular, celular y gen¨¦tica hay mucha competencia. Hubo 594 solicitantes y se concedieron 147', a?ade.
Artero considera que el Ram¨®n y Cajal es un paso hacia adelante, pero con pegas. 'Es un esfuerzo por seleccionar a los candidatos con criterios independientes -los de la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n y Prospectiva (ANEP)- basados en su calidad', afirma.
Pero, como ha se?alado la Asociaci¨®n para el Avance de la Ciencia, la necesidad de una carta de aceptaci¨®n de los centros donde desarrollar el proyecto, puede burlar las decisiones de la ANEP al favorecer a sus propios candidatos. Otra pega, seg¨²n Artero, es que 'la suma para desarrollar un proyecto -900.000 pesetas- es insuficiente, lo que no te deja m¨¢s opci¨®n que adscribirte a una l¨ªnea de investigaci¨®n en marcha'.
?Y si no hay Ram¨®n y Cajal? 'En ese caso, no creo que pueda volver. En Espa?a, o investigas en un organismo p¨²blico o nada. Y hay muy poca inversi¨®n en ciencia. Las posibilidades de volver con un proyecto espa?ol son nulas. Estamos atrapados', se queja. Rub¨¦n, sin embargo, es optimista: 'Mi jefa aqu¨ª, en Nueva York, me seguir¨¢ contratando'.
Los contratos Ram¨®n y Cajal al final no sirvieron para traerse a los j¨®venes investigadores del extranjero. 'De los 160 que han vuelto', recuerda Ana Bel¨¦n Ruescas, presidenta de Joves Investigadors, 's¨®lo 56 son espa?oles. Tampoco se han dirigido a los j¨®venes: la media de edad era de 35 a?os y 14 de ellos superaba los 50 a?os', explica
La competencia es tan grande y las oportunidades tan escasas que la mayor parte de los investigadores consultados por EL PA?S prefiere permanecer en el anonimato. Tienen tantas quejas como miedo a las represalias.
Es el caso de un m¨¦dico valenciano de 40 a?os. Trabaj¨® siete a?os en los mejores centros de Inglaterra y Estados Unidos de su especialidad, primero con becas del Estado espa?ol y luego con contratos. Entonces, todos le dec¨ªan que a su vuelta quer¨ªan trabajar con ¨¦l, pero lleva dos a?os 'mirando mocos y cacas en un centro de salud'.
'Es una pena que no pueda poner en pr¨¢ctica en mi pa¨ªs todo lo que he aprendido fuera', se queja. 'Seg¨²n la convocatoria, da igual que hayas estado investigando en Harvard que en Murcia. Los centros han elegido a sus propios candidatos', afirma.
Tirar la toalla
Las historias de carreras cient¨ªficas truncadas al final de un largo y arduo proceso de formaci¨®n en el que el Estado ha invertido importantes sumas y el investigador a?os de ilusi¨®n y trabajo, son innumerables.
Como la de una bi¨®loga de la Universidad de Valencia que est¨¢ plante¨¢ndose tirar la toalla. Tras denegarle la Ram¨®n y Cajal, ha solicitado uno de los 87 contratos ofertados por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
Considera una chapuza el procedimiento -sacar al comienzo m¨¢s plazas de las que realmente hab¨ªa, no publicar la lista completa de los aspirantes y sus puntuaciones, que se pierdan contratos cuando el beneficiado por el Ram¨®n y Cajal consigue otro tipo de plaza mejor-.
'De todos modos voy a quedarme una temporada en el paro: el contrato actual se me acaba este mes y no tenemos ni idea de cu¨¢ndo se resolver¨¢n los nuevos', se lamenta esta bi¨®loga. 'Lo que tengo claro es que no voy a trabajar sin cobrar como otras veces. Tengo 35 a?os. Si hay que dejar la ciencia, pues se deja. Y a trabajar de cajera en un supermercado', a?ade.
La pasada semana se aprob¨® en Arag¨®n una Proposici¨®n de Ley de Izquierda Unida, con el apoyo de todos los grupos pol¨ªticos excepto el Partido Popular, para reconocer al llamado personal de investigaci¨®n en formaci¨®n y perfeccionamiento todos los derechos de un trabajador, con su inclusi¨®n en la Seguridad Social.
?ste es un importante paso hacia adelante en las reivindicaciones del colectivo de Precarios que espera que el resto de comunidades aut¨®nomas tomen ejemplo. De momento, los precarios de Arag¨®n lo ser¨¢n menos: sus becas pasar¨¢n a contratos. La Proposici¨®n pasar¨¢ en breve al Congreso.
Los aciertos de esta resoluci¨®n contrasta, seg¨²n el colectivo, con el Real Decreto que prepara el Gobierno. El borrador del Decreto, perpetrado sin la participaci¨®n de los afectados, prev¨¦ incluirles en el r¨¦gimen de la Seguridad Social. El problema es que 'ofrece algo, la integraci¨®n en la sanidad p¨²blica que ya tenemos como ciudadanos del Estado espa?ol', explica Ana Bel¨¦n Ruescas, presidenta de la Joves Investigadors. 'En el sistema cient¨ªfico espa?ol, un tercio del personal trabaja en condiciones precarias sin derecho laboral alguno', a?ade.
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