?F¨²tbol alternativo?
Pilar del Castillo y Gabriel Elorriaga est¨¢n poniendo en orden los argumentos que el PP esgrimir¨¢ para combatir uno de los proyectos m¨¢s auspiciados por los socialistas: la conversi¨®n del Senado en una C¨¢mara de representaci¨®n territorial. La propuesta socialista semeja, en principio, harto razonable. Tenemos un Estado dividido en autonom¨ªas. Lo normal es averiguar un cauce para que las autonom¨ªas se articulen con el Estado. El Senado, poco ¨²til de momento, podr¨ªa ser el instrumento con que dar forma a esta tarea pendiente.
?Por qu¨¦ ve el Gobierno con malos ojos que la C¨¢mara alta se divida en secciones auton¨®micas? Porque podr¨ªan prevalecer los intereses regionales sobre los transversales. Podr¨ªan surgir, entre los senadores que van en representaci¨®n de una autonom¨ªa concreta, alianzas que borraran las diferencias de partido; luego, superalianzas o mancomunidades establecidas con objeto de influir en la pol¨ªtica territorial; y, finalmente, una confusi¨®n permanente e incontrolable.
'Los nacionalistas desean ser distintos de los otros, y no se aquietar¨¢n con la reforma del Senado'
As¨ª expuesta, la tesis no es convincente. En pa¨ªses como Alemania, el Senado sirve precisamente para eso: para que los Gobiernos federados se re¨²nan y discutan y chalaneen entre s¨ª. A esto se le llama 'federalismo', y no funciona por fuerza mal. ?Entonces?
Seg¨²n la tesis socialista, los populares siguen cultivando, en secreto, un espa?olismo rancio. Pero este diagn¨®stico es err¨®neo. Lo que en verdad hay es un gran sentimiento de fragilidad. Los populares estiman que lo que mantiene unida a Espa?a es la existencia de partidos nacionales, y desconf¨ªan de cuanto pueda introducir en ¨¦stos la m¨¢s peque?a fisura. En consecuencia, se atienen a la receta de apretar los dientes y aguantar. A poco que ceda la tensi¨®n... el tinglado podr¨ªa venirse abajo.
La receta es insuficiente. Reposa, o sobre la improbable persistencia de mayor¨ªas absolutas, o sobre un no menos improbable pacto de hierro entre izquierda y derecha para no ceder un mil¨ªmetro a los nacionalistas. Pero tarde o temprano se formar¨¢n Gobiernos con participaci¨®n nacionalista. Y ser¨¢ entonces necesario soltar la presa, seg¨²n conoce Aznar por experiencia propia. De aqu¨ª se desprende que a la doctrina popular le falta una pata. No, sin embargo, que le falten las dos.
De hecho, a la soluci¨®n socialista tambi¨¦n le falta una pata. Primero, no es exactamente federal. Los federalismos viables se basan en una n¨ªtida divisi¨®n de competencias entre el centro y las regiones. Por ejemplo, se sabe en el Bundesrat de qu¨¦ se puede hablar y de qu¨¦ no. Aqu¨ª, por el contrario, la Constituci¨®n est¨¢ abierta. El art¨ªculo 150 no se?ala l¨ªmites a qu¨¦ competencias son transferibles -literalmente, califica como transferibles las susceptibles de ser transferidas- y, en consecuencia, introduce un elemento importante de incertidumbre en todo el mecanismo. Segundo, la soluci¨®n socialista, en lo que tiene de federalizante, y por tanto de igualitaria, no sirve para resolver el problema que intenta resolver: incorporar a los nacionalistas. Los nacionalistas no quieren ser como los otros. Desean ser distintos de los otros, y no se aquietar¨¢n, obviamente, con la reforma del Senado.
El caso es que tenemos un problema gordo, que no resolver¨¢n ni las f¨®rmulas socialistas, ni las tenacidades populares. El texto del 78, y los sucesos pol¨ªticos subsiguientes, nos han legado un soporte constitucional sui generis. Que nuestro Estado no alcance a ser federal no se debe a que no est¨¦ muy descentralizado. En varios aspectos, est¨¢ mucho m¨¢s descentralizado que otros Estados federales. Lo que le impide ser federal es que las reglas de juego son inhomog¨¦neas e indefinidas. Y es esta indefinici¨®n, precisamente, la que bloquea el desarrollo constitucional. Imaginen que en f¨²tbol los ¨¢rbitros pitaran el fuera de juego de modo aleatorio. Los dos equipos se pondr¨ªan en lo peor y se agolpar¨ªan en las porter¨ªas respectivas, y el bal¨®n dejar¨ªa de moverse por el campo con continuidad y fluidez. En ¨¦sas estamos. S¨®lo que esto no es f¨²tbol.
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