El Gobierno afgano quiere limitar las fuerzas de paz a s¨®lo 1.000 soldados
El enfrentamiento entre el Reino Unido y las autoridades de Kabul complica el despliegue
La fuerza internacional de paz deber¨ªa llegar a Kabul antes del s¨¢bado, fecha de la toma de posesi¨®n del nuevo Gobierno provisional. Pero ayer nada estaba decidido. No se sabe ni el n¨²mero de soldados que vendr¨¢n, ni la funci¨®n que tendr¨¢n, ni los pa¨ªses que participar¨¢n. El obst¨¢culo pasa por el tama?o del contingente. El Reino Unido, que dirige el despliegue, cree que el n¨²mero de soldados deber¨ªa rondar los 5.000, pero el futuro ministro de Defensa afgano, Mohamed Fahim, se opone a que la cifra supere el millar.
La cadena brit¨¢nica BBC anunci¨® ayer por la ma?ana que Fahim, l¨ªder de las tropas de la Alianza del Norte que ocupan Kabul desde la salida de los talibanes, hab¨ªa aceptado la cifra de 5.000 hombres, la misma que barajan los otros pa¨ªses que participar¨¢n en el despliegue, entre ellos Espa?a, que tiene la intenci¨®n de aportar cerca de 700 soldados. Sin embargo, el portavoz de la Embajada brit¨¢nica en Kabul, Paul Sykes, dijo por la tarde que no se hab¨ªa producido ning¨²n avance significativo en la negociaci¨®n.
'Las conversaciones prosiguen y todav¨ªa no se ha llegado a ning¨²n acuerdo sobre la cifra. Cuando las negociaciones terminen, lo haremos saber', asegur¨® Sykes a un grupo de periodistas. 'Todav¨ªa no sabemos cu¨¢ntas tropas vendr¨¢n, d¨®nde estar¨¢n y cu¨¢l ser¨¢ su trabajo preciso', agreg¨® el diplom¨¢tico. El general de divisi¨®n brit¨¢nico John McColl, que es la persona que dirigir¨¢ el despliegue, abandon¨® ayer por la ma?ana Kabul y regres¨® a Londres con los bolsillos vac¨ªos. En Kabul se ha quedado el brigadier Peter Waugh para discutir lo que los brit¨¢nicos llaman 'detalles' y que, en realidad, son todos los aspectos cruciales de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, seg¨²n las siglas en ingl¨¦s), cuyo despliegue fue decidido durante la Conferencia de Bonn.
Mientras, el que se convertir¨¢ el s¨¢bado en presidente de Afganist¨¢n, el past¨²n Hamid Karzai, es partidario de la llegada de la fuerza; Fahim y el futuro ministro del Interior, Yunus Qanuni, ambos de la Alianza del Norte, siempre se han mostrado reticentes. Para no contrariar a la comunidad internacional, han defendido en p¨²blico la llegada de un peque?o contingente, 1.000 hombres, y con la misi¨®n exclusiva de proteger los edificios oficiales. La comunidad internacional, en cambio, no quiere que la ISAF tenga tantas competencias como la Sfor en Bosnia o la Kfor en Kosovo, pero s¨ª que sea capaz de defenderse a s¨ª misma, algo que resultar¨ªa imposible con s¨®lo 1.000 efectivos.
Los estadounidenses no participar¨¢n en el despliegue, pero prestar¨¢n apoyo log¨ªstico y de inteligencia a las tropas internacionales. En cualquier caso, seg¨²n han reconocido James Dobbins, enviado especial para Afganist¨¢n de EE UU, y el propio secretario de Defensa, Donald Runsfeld, las tropas norteamericanas no abandonar¨¢n Afganist¨¢n hasta que concluya la guerra contra el terrorismo. Ello significa que sus soldados seguir¨¢n destacados en cinco puntos del pa¨ªs: la base a¨¦rea de Bagram, Kabul, Kandahar, Mazar-i-Sharif y Tora Bora.
Seg¨²n el acuerdo firmado en Bonn por las principales facciones afganas con los auspicios de la ONU, la fuerza internacional de paz no estar¨¢ compuesta por cascos azules, sino por soldados enviados por varios pa¨ªses a t¨ªtulo individual, aunque deber¨¢n contar con la aprobaci¨®n del Consejo de Seguridad. Su primera misi¨®n ser¨¢ garantizar la seguridad en la zona de Kabul, para despu¨¦s extenderse por otras regiones de Afganist¨¢n. Tambi¨¦n deber¨¢n participar en el desarme de los miles de combatientes que han luchado en la guerra contra los talibanes, sin duda la tarea m¨¢s dif¨ªcil, y ayudar a formar un nuevo Ej¨¦rcito afgano. En teor¨ªa, est¨¢ previsto que el despliegue dure seis meses, aunque el plazo podr¨ªa ser ampliado.
A diferencia de sus dirigentes, los afganos apoyan con entusiasmo la presencia de una fuerza internacional de paz. Muchos ciudadanos de Kabul no han olvidado el caos y la violencia que se apoderaron de la ciudad cuando los muyahidin tomaron el poder en 1992, tres a?os despu¨¦s de la retirada del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico. La seguridad es una de las principales preocupaciones de los habitantes de la capital afgana y, aunque en la calle vayan desarmados, los soldados de la Alianza del Norte despiertan una enorme desconfianza entre la poblaci¨®n.
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