Al jazz a trav¨¦s del 'techno'
Un entusiasta pu?ado de m¨²sicos noruegos, agrupados bajo la etiqueta Jazzland, parece dispuesto a rebajar dr¨¢sticamente la media de edad de los asistentes a los conciertos de jazz. El pasado 23 de noviembre, dos de ellos, la cantante Beady Belle y el teclista Bugge Wesseltoft, actuaron en una sala barcelonesa para un p¨²blico veintea?ero con cara de no saber nada de Duke Ellington ni de John Coltrane. Ese detalle no impidi¨® que la audiencia disfrutar¨¢ a lo grande con la m¨²sica bailable, espesada con ritmos techno, drum and bass, house, ambient y cuantos t¨¦rminos en cursiva se quieran a?adir. Seg¨²n se mire puede que no hicieran jazz en absoluto, pero las etiquetas est¨¢n de capa ca¨ªda y todo lo que funciona desde el principio empieza a enorgullecerse de no necesitar r¨®tulos orientativos.
La historia del Jazzland noruego (en los ¨²ltimos cincuenta y primeros sesenta operaba un sello estadounidense del mismo nombre, subsidiario de Riverside) empez¨® apenas cinco a?os atr¨¢s. Los primeros en descubrir el nuevo sonido fueron los disc-jockeys, a quienes les daba mucho juego el groove cambiante pero hipn¨®tico, h¨ªbrido entre lo ac¨²stico y lo el¨¦ctrico, que les serv¨ªan grupos como Wibutee o m¨²sicos como Eivind Aarset, Audun Kleive, Nils Petter Molvaer y, sobre todo, el ya citado Bugge Wesseltoft. Este ¨²ltimo tiene muy claro d¨®nde residen los secretos de la f¨®rmula que ya est¨¢ alcanzando rango de fen¨®meno musical: 'Me parece que la escena estadounidense est¨¢ demasiado determinada por lo que all¨ª consideran tradici¨®n, y eso limita su creatividad', dice, 'es brillante en muchos aspectos, pero a m¨ª me parece que ahora es como mirar una fotograf¨ªa vieja'.
Puede chocar que la iniciativa haya surgido en un pa¨ªs recluido en una esquina de Europa, pero Wesseltoft opina que ha sido precisamente ese relativo aislamiento lo que ha favorecido la eclosi¨®n de Jazzland. 'La escena musical noruega sigue c¨®digos muy distintos a los del resto del continente', asegura, 'all¨ª no hay demanda masiva de productos y la experimentaci¨®n es m¨¢s que una palabra. Desde hace casi una d¨¦cada, existe una audiencia participativa y abierta que demanda cosas nuevas. La verdad es que me siento afortunado de vivir en Noruega. Es una base de operaciones perfecta. Adoro la m¨²sica afroamericana, pero s¨¦ que no debo copiarla porque no la har¨ªa ni la mitad de bien que ellos. Mi inspiraci¨®n procede de la m¨²sica cl¨¢sica y electr¨®nica hechas en Europa. Tengo que seguir mi camino y el europeo me pilla m¨¢s cerca'.
Wesseltoft puede estar orgulloso de haber creado un sonido corporativo que fomenta la diversidad. No hay paradoja: la definici¨®n de partida invita a todo. 'Lo que hacemos es una mezcla de sonidos y ritmos electr¨®nicos con el sonido cl¨¢sico del jazz, eso es todo', afirma, 'cuando grab¨¦ en 1995 mi primer disco supe que la ¨²nica forma de editarlo ser¨ªa creando mi propio sello. Al principio no sucedi¨® nada, pero despu¨¦s empezaron a llamarme de Francia, Alemania, Reino Unido y otros pa¨ªses que quer¨ªan lanzar el trabajo en sus mercados'.
Al a?o y medio de ser publicada, la ¨®pera prima de Wesseltoft hab¨ªa vendido m¨¢s de 40.000 copias en Europa, cifra ins¨®lita para una etiqueta nueva y peque?a cuyo ¨²nico m¨¦todo de difusi¨®n era el tortuoso boca a boca. El ¨¦xito anim¨® al teclista noruego a llamar a sus amigos para que probasen suerte con sus propios proyectos. El cat¨¢logo fue creciendo a buen ritmo y el compromiso firmado con una potente multinacional para distribuir sus productos hizo el resto. Ahora el diario franc¨¦s Liberation considera que Jazzland ejemplifica un nuevo tipo de vanguardia y el londinense Evening Standard se pregunta si ¨¦ste es 'el principio de una nueva era del jazz despu¨¦s de veinte a?os de retrojazz. Incluso desde el otro lado del Atl¨¢ntico se maravillan del humeante arrojo noruego y un largo art¨ªculo en el The New York Times manifiesta, con cierto deje de envidia, que 'los europeos han inventado un nuevo sonido para el jazz, un nuevo ritmo'.
Animado por esos signos
de reconocimiento, Wesseltoft acaba de publicar su tercer t¨ªtulo, Moving, tambi¨¦n editado en vinilo virgen de 180 gramos para deleite de pinchadiscos creativos. Ahora m¨¢s que nunca, el teclista ve la posibilidad de crear lo que ¨¦l llama 'perfil de sello', concepto que intenta desarrollar con otro ilustre ejemplo europeo en mente. 'Una etiqueta como ECM tiene una filosof¨ªa perfectamente definida, y ese aspecto es prioritario. Quiero marcar una tendencia, abierta pero muy clara, desde el principio', concluye. Y, en efecto, los discos Jazzland ya pueden presumir de uniformidad diversificada. De nuevo, no hay contradicci¨®n, como tampoco en que exista una diferencia abismal entre el acabado terso y pulido de los discos y su manifestaci¨®n en vivo, mucho m¨¢s intensa, ¨¢spera y cruda. Los afortunados asistentes al concierto de Wesseltoft en Barcelona ya tomaron buena nota. El resto, en un futuro muy pr¨®ximo.
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