Naftalina
Aunque aparezca muchas veces enmarcado por un halo de superficialidad, el vals ha tenido y tiene adeptos muy poco sospechosos de triviales: en la Segunda Escuela de Viena no se le hicieron ascos a la hora de orquestar valses, por no hablar de los maravillosos logros que Chopin o Brahms consiguieron con ellos. Esta danza tuvo un espacio importante en la Europa del siglo XIX, y rechazarla supone querer borrar una parte de nuestra historia. Algunas obras de los Strauss, por otro lado -y el uso que hizo Kubrick de El Danubio Azul es buen ejemplo de ello- trascienden el momento concreto en que fueron creadas, y permiten lecturas desde par¨¢metros bien alejados.
Otra cosa es querer imitar, con la excusa de los Strauss, los valses y las Navidades, el ambiente vien¨¦s de Primero de A?o. Ni el Palau de Valencia es el Musikverein, ni los p¨²blicos se parecen en nada (m¨¢xime el del d¨ªa 19, que se pas¨® el rato entrando y saliendo), ni los int¨¦rpretes pod¨ªan parangonarse, no ya con la Filarm¨®nica de Viena, sino con cualquiera de las excelentes orquestas que con frecuencia visitan el Palau. Eso s¨ª: hubo chistes f¨¢ciles, humor austriaco basado en que el percusionista se ponga gorros diversos, que el p¨²blico d¨¦ palmas en las marchas, que Peter Guth emule a Johann Strauss dirigiendo de espaldas a los m¨²sicos mientras toca el viol¨ªn, que su gestualidad -bien amanerada- se encauce m¨¢s hacia el p¨²blico que hacia los miembros de la orquesta, etc. Recursos encaminados a obtener el aplauso f¨¢cil y la sonrisa elegante. L¨¢stima, porque los valses, sin esos aditamentos y en manos de m¨²sicos aut¨¦nticos, son bellas antig¨¹edades que ser¨ªa muy bueno conservar.
Valses y polcas
De la familia Strauss. Strauss Festival Orchestra Wien. Director: Peter Guth. Palau de la M¨²sica. Valencia, 19 de Diciembre.
Valses y polkas, que de todo hubo. Tambi¨¦n alg¨²n galop. Y marchas, naturalmente (la de Radetzky, como es l¨®gico, para acabar). Es cierto que a Peter Guth no le falta oficio dirigiendo un tipo de m¨²sica que pasea desde Reikiavic hasta Australia, pasando por Mallorca y Jerez de la Frontera. Es cierto que ¨¦l y sus m¨²sicos practican con diligencia la t¨ªpica Atempause del vals (brev¨ªsima parada sobre el tercer tiempo del comp¨¢s). Y tambi¨¦n es cierto que, a¨²n siendo una formaci¨®n de segunda categor¨ªa, sus cuerdas -cuerdas centroeuropeas- se escuchan sin los sobresaltos que, a¨²n a veces, producen las nuestras. Pero la Strauss Festival Orchestra se encuentra muy lejos de lo que cada a?o retransmite la televisi¨®n el d¨ªa 1 de enero. De esas sesiones se han escogido s¨®lo las facetas m¨¢s t¨®picas, las m¨¢s cursis, las que m¨¢s recuerdan el olor a naftalina. El soberbio pulso de El Danubio Azul, sin embargo, se les qued¨® en el tintero.
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