Explosi¨®n social
Pero, ?qui¨¦n pudo pensar que la capacidad de aguante de la gente es infinita? ?Qui¨¦n crey¨® que se pod¨ªan imponer medidas econ¨®micas, derivadas con impecable l¨®gica de modelos abstractos, sin considerar el sufrimiento humano que producen en la compleja realidad de un pa¨ªs, particularmente en la clase media de Argentina, que ha conocido tiempos mejores que la triste decadencia que est¨¢ viviendo estos ¨²ltimos a?os? Quiz¨¢ los directivos del Fondo Monetario Internacional, instalados en sus mansiones de Maryland y Virginia, pensaban que se puede estrujar indefinidamente a un pa¨ªs en crisis hasta que cumpla el objetivo impuesto por ellos de equilibrar el 'd¨¦ficit primario', sin que el sufrimiento que producen las restricciones fiscales acabara en una explosi¨®n social. Es incre¨ªble que en esos santuarios de la ciencia econ¨®mica se pudiera acumular tanta ceguera. Porque en centros cr¨ªticos, marginados, despreciados por ser tachados de pesimistas y agoreros, la explosi¨®n social de Argentina se ve¨ªa venir. Un amigo m¨ªo, eminente economista argentino y cr¨ªtico del sistema, me dec¨ªa este verano en Washington: 'La situaci¨®n explota antes de Navidad'.
La ceguera ante el sufrimiento humano se explica porque para los economistas puros del FMI la econom¨ªa es una pura relaci¨®n de variables sin contenidos humanos ni entornos sociales. Los comportamientos se suponen siempre racionales, seg¨²n una racionalidad definida por profesores universitarios, dedicados a publicar y hacerse famosos a base de simplificaciones de la realidad y de la aplicaci¨®n a esas simplificaciones del rigor de las matem¨¢ticas. La crisis argentina se va a convertir, adem¨¢s de otras cosas, en un alegato contra la econom¨ªa sin alma que practican ciertos economistas y bur¨®cratas, que adem¨¢s pueden imponer sus soluciones asistidos con el poder que da el tener mucho dinero para conceder pr¨¦stamos. Pero las suyas son soluciones te¨®ricas, validadas en modelos abstractos, que se imponen a sociedades complejas, mal gobernadas, con muchas y contradictorias racionalidades, sin tener en cuenta los enormes 'fallos del mercado', asimetr¨ªas de la informaci¨®n, corrupci¨®n, riesgos sist¨¦micos, dilemas del prisionero, problemas del poliz¨®n, efectos pol¨ªticos y otros fen¨®menos que invalidan, incluso en el plano te¨®rico, las conclusiones y recomendaciones de los modelos abstractos.
Alguien tendr¨¢ que dar explicaciones al pueblo argentino de la cat¨¢strofe econ¨®mica que sufre. Algunos organismos internacionales y empresas multinacionales, alg¨²n Gobierno de Argentina y las ¨¦lites econ¨®micas del pa¨ªs tendr¨¢n que rendir cuentas ante un pueblo destrozado por su arrogancia y su dureza de coraz¨®n y equivocado por la parcialidad y deficiencia del an¨¢lisis econ¨®mico en que apoyaron sus pol¨ªticas y en todo caso oprimido por el ego¨ªsmo y la avaricia que en definitiva han llevado el pa¨ªs al abismo.
Lo que est¨¢ sucediendo en Argentina no es nuevo en la historia. La Gran Depresi¨®n y la ruina econ¨®mica de Alemania en la misma ¨¦poca, que llev¨® al triunfo del nacional socialismo con sus nefastas consecuencias, fueron fruto de pol¨ªticas semejantes. En aquellos casos la causa del desastre fue la terquedad con que gobernantes y banqueros se aferraron al r¨¦gimen del patr¨®n oro, que para muchas cosas supone la misma camisa de fuerza que la convertibilidad argentina. Los ingleses se salieron del patr¨®n oro en 1928, porque hab¨ªan regresado a ¨¦l en 1924 con la paridad antigua, que dejaba a la libra sobrevalorada y a la econom¨ªa inglesa sin poder competir. La devaluaci¨®n de la libra que sigui¨® ayud¨® al Reino Unido a pasar la Gran Depresi¨®n con mucho menos desempleo que los Estados Unidos y menos turbulencia pol¨ªtica que Alemania.
Eso es lo que debiera haber hecho Argentina en 1999, cuando devalu¨® Brasil: desmantelar la caja de convertibilidad y devaluar el peso. La comunidad financiera internacional hubiera entendido que un cambio del entorno internacional en el que se mov¨ªa Argentina justificaba la medida. En cambio sus dirigentes (y los funcionarios internacionales que les controlaban) siguieron, como otros gobernantes (y economistas) antes que ellos, aferrados a un sistema de pol¨ªtica econ¨®mica que, aunque en su d¨ªa hab¨ªa tenido una poderosa raz¨®n de ser, ya no se pod¨ªa justificar en las nuevas condiciones de la econom¨ªa. En efecto, aunque la caja de convertibilidad fue apropiada para combatir una inflaci¨®n galopante (como le pas¨® a Alemania en los a?os veinte con el patr¨®n oro) dej¨® de serlo cuando la econom¨ªa dej¨® de crecer y aument¨® el desempleo. No se hizo nada hasta que vino el desastre. No es nuevo lo que ha pasado en Argentina, por eso no tenemos mucho m¨¦rito los que predec¨ªamos que la caja de convertibilidad no acababa el a?o.
Luis de Sebasti¨¢n es economista.
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