Miseria de los cortesanos
'DIOS ME LIBRE de los mon¨¢rquicos, que de los republicanos ya me libro yo'. Puede que esta m¨¢xima no se le olvide al pr¨ªncipe Felipe despu¨¦s de haber estado durante un par de a?os sometido a la presi¨®n de un coro de censores que llevan tiempo arrog¨¢ndose el papel de depositarios de la moral mon¨¢rquica, sin que se sepa que nadie les haya encargado esta funci¨®n. Para la ocasi¨®n han contado adem¨¢s con la colaboraci¨®n voluntaria de responsables pol¨ªticos de la derecha y del centro, que deben pensar que opinando sobre las querencias sentimentales del Pr¨ªncipe elevan su estatura de hombres de Estado.
Para el Gobierno de Aznar, sin duda el m¨¢s intervencionista de la democracia, ni la intimidad del Pr¨ªncipe debe quedar fuera de su ojo escrutador.
Afortunadamente, la izquierda, tan dada el mimetismo, esta vez ha optado por el silencio y la indiferencia, es decir, por el respeto a las opciones personales del Pr¨ªncipe, seg¨²n corresponde al sistema de valores de la sociedad abierta.
En este episodio, los republicanos han sido mucho m¨¢s respetuosos con el Pr¨ªncipe que los mon¨¢rquicos de oficio. Lo cual confirma que hay algo peor que el car¨¢cter predemocr¨¢tico y arcaico de la instituci¨®n democr¨¢tica, que es el reaccionarismo de sus guardianes.
El resultado de tanto celo es que el Pr¨ªncipe ha quedado encadenando a la doctrina de sus censores: cuando anuncie su compromiso matrimonial, sea quien sea la futura reina, todo el mundo dar¨¢ por supuesto que no ha sido una elecci¨®n libre, sino sometida a criterios de Estado.
En la sociedad de la libertad de costumbres, la ortodoxia mon¨¢rquica propone al Pr¨ªncipe heredero el m¨¢s rampl¨®n -y antifeminista- modelo de matrimonio: una esposa de conveniencia, y los amores, fuera de casa. ?No deber¨ªa, a estas alturas, la Monarqu¨ªa adoptar sin aspavientos los valores de la sociedad liberal? ?No merece la mujer -la futura reina- un mejor trato y consideraci¨®n que la correspondencia con el retrato robot descrito por unos guardianes de las esencias mon¨¢rquicas que parecen no haberse enterado de que lo ¨²nico que justifica a la Monarqu¨ªa en Espa?a es su utilidad y adaptaci¨®n a los tiempos modernos? ?Tiene sentido que el rey de Suecia tenga una libertad de elecci¨®n que se le niega al futuro rey de Espa?a?
Las razones de utilidad de la Monarqu¨ªa espa?ola cada vez ser¨¢n menos. Al inicio de la transici¨®n, el rey, asumiendo el papel de buen traidor, indispensable en todo proceso de este tipo, sirvi¨® para hacer posible el paso sin grandes traumas de la dictadura franquista a la democracia, aun al precio de que la sombra de algunos poderes del pasado se haya alargado demasiado. Despu¨¦s, su autoridad permiti¨® superar el escollo del rechazo militar a las nuevas instituciones. Y algunos piensan que en el futuro el Rey puede jugar todav¨ªa alg¨²n papel importante como punto de encuentro de los diversos pueblos de Espa?a.
Pero lo cierto es que con el pa¨ªs democr¨¢ticamente normalizado, el Rey cada vez tender¨¢ a ser menos necesario. Y la Monarqu¨ªa, si es prescindible, es dif¨ªcil de defender en tanto que sus valores constituyentes son obviamente opuestos a los valores democr¨¢ticos. No se olvide que la Monarqu¨ªa espa?ola sigue discriminando a la mujer, otorgando al var¨®n la prelaci¨®n en el sistema sucesorio.
El d¨ªa, no muy lejano, en que la Monarqu¨ªa deje de justificarse por su utilidad, s¨®lo el reconocimiento de los servicios prestados y una cierta sinton¨ªa, con los valores de la sociedad puede garantizar a la Monarqu¨ªa que los partidos de tradici¨®n republicana sigan optando por no crear un problema que en la l¨®gica del pragmatismo imperante aparece como innecesario.
Lo m¨¢s rid¨ªculo de este episodio -que remite a una cultura cortesana que parec¨ªa que el rey Juan Carlos hab¨ªa erradicado- es el aristocratismo que ha presidido los argumentos: El Pr¨ªncipe est¨¢ obligado a hacer un matrimonio que no escandalice al pueblo llano. La Monarqu¨ªa como fetiche de una sociedad de s¨²bditos. Se les par¨® el reloj hace tiempo. Este pueblo llano, que algunos creen que s¨®lo sirve para vitorear al Rey a su paso, es hoy, en democracia, el ¨²nico que puede decidir si quiere que la Monarqu¨ªa siga o no. Si estos mon¨¢rquicos tienen vara alta sobre la Corte, habr¨¢ que dar por acabadas las vacaciones republicanas.
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