El feminismo isl¨¢mico
Si estuvi¨¦ramos en tierra de talibanes, usted no me podr¨ªa ver el rostro', dice la se?ora Eqbali cuando le pregunto sobre sus sentimientos por la ca¨ªda del r¨¦gimen integrista afgano. 'Como musulmana', a?ade, 'no lamento su suerte'. 'Yo tampoco', le aclaro, si es que ello es menester. En efecto, ser¨ªa muy desagradable para ambos que la se?ora Eqbali, que es portavoz del Ministerio de Informaci¨®n y Orientaci¨®n Isl¨¢mica de Ir¨¢n, tuviera el rostro enjaulado en el ominoso burka. Aunque, eso s¨ª, la se?ora Eqbali cubre su cabello con un pa?uelo, y todo su cuerpo, hasta las mu?ecas y los tobillos, con un guardapolvo. Signo de los tiempos reformistas del presidente Mohamed Jatam¨ª, los colores de esas prendas ya no son negros, sino mostaza.
En este comienzo de la tercera d¨¦cada de existencia de surep¨²blica isl¨¢mica, Ir¨¢n, que ya de por s¨ª es un pa¨ªs antiguo y complejo, est¨¢ lleno de contradicciones. Una de las m¨¢s evidentes la constituye la situaci¨®n de la mujer. Con no disimulado orgullo, los dirigentes iran¨ªes proclaman que la situaci¨®n de las mujeres est¨¢ aqu¨ª 'muy lejos de la barbarie' del wahabismo de Arabia Saud¨ª y los talibanes. Es cierto: en este pa¨ªs shi¨ª, el ¨²nico donde ha triunfado una revoluci¨®n islamista, las mujeres conducen, estudian en la Universidad (donde constituyen casi la mitad del alumnado), trabajan en la calle como empleadas, oficinistas, m¨¦dicos o ingenieros, y participan en la vida pol¨ªtica, con varias diputadas.
Pero la cosa es m¨¢s compleja todav¨ªa. En Ir¨¢n se est¨¢ intentando inventar un feminismo basado en el Cor¨¢n. Esta semana, Zahra Shojai ha denunciado que 'los obst¨¢culos impuestos por la sociedad patriarcal est¨¢n impidiendo que las mujeres accedan a los conocimientos del Cor¨¢n'. Shojai, que es l¨ªder del Frente de Participaci¨®n de las Mujeres y se cubre con un chador negro, denuncia la persistencia en Ir¨¢n de 'una visi¨®n machista', ante la que, a?ade, se rebelan muchas j¨®venes.
Lo curioso es que no pocas se amparan en el Cor¨¢n. Como la escritora marroqu¨ª Fatima Mernissi y otras musulmanas progresistas, estas iran¨ªes afirman que el esp¨ªritu del libro sagrado y el ejemplo de la vida de Mahoma son favorables a la igualdad de los sexos, no a la misoginia con la que generalmente se identifica esta religi¨®n. De esta opini¨®n es Morineh Ghorji, la ¨²nica mujer nombrada por Jomeini para participar en la redacci¨®n de la Constituci¨®n iran¨ª. 'Dios habl¨® en el Cor¨¢n a todos los seres humanos, no a un g¨¦nero en particular', afirma Ghorji, que ya es bisabuela. Lo que ha ocurrido, seg¨²n Ghorji, es que 'los hombres han secuestrado el mensaje cor¨¢nico en los ¨²ltimos catorce siglos'. Ghorji es partidaria de que las mujeres se cubran con el hiyab o velo isl¨¢mico, aunque precisa que no tiene por qu¨¦ ser negro, como insist¨ªa Jomeini.
En el otro extremo generacional y pol¨ªtico, Samira, que es joven y de familia no adicta al r¨¦gimen, estudia inform¨¢tica y atiende a los clientes en un cibercaf¨¦ de Teher¨¢n, lleva un pa?uelo de color lim¨®n, toda una audacia que le vale constantes reprimendas de la polic¨ªa religiosa, y, bajo una corta gabardina, pantalones vaqueros y zapatillas deportivas. Pero Samira no cree que lo prioritario para las chicas iran¨ªes sea liberarse del yugo del hiyab. 'Lo importante ahora es conseguir libertad y trabajo', dice. 'Muchas universitarias no encuentran empleos dignos al terminar sus carreras y todas tenemos muchos obst¨¢culos para relacionarnos con nuestros novios, leer los libros o visitar las p¨¢ginas de Internet que queremos, escuchar abiertamente m¨²sica occidental, viajar al extranjero o simplemente hacernos o¨ªr'.
Ya desde su nacimiento, el r¨¦gimen isl¨¢mico iran¨ª tiene un peculiar componente feminista. Jomeini aseguraba que el chador libera a las mujeres de dos opresiones: la distinci¨®n de clases, al igualar pobres y ricas, y la necesidad de ser sexy en beneficio del hombre, que atribu¨ªa a la moderna cultura occidental. Algunas de sus restricciones, como la de que s¨®lo las mujeres puedan atender f¨ªsicamente a las mujeres, ha producido en Ir¨¢n una explosi¨®n de doctoras y una notable reducci¨®n de la mortalidad de madres y reci¨¦n nacidos. Adem¨¢s, la guerra contra Irak, que ocup¨® a millones de varones en los a?os ochenta, abri¨® las puertas de los empleos a las mujeres. El resultado es que Ir¨¢n es uno de los pa¨ªses musulmanes con mayor protagonismo femenino.
Los j¨®venes y las mujeres fueron clave en las dos victorias de Jatam¨ª en las elecciones presidenciales de 1997 y 2001 y en la de sus aliados reformistas en las legislativas de 2000. Tras estas ¨²ltimas, Elaheh Koolae, una de las 11 nuevas mujeres que hab¨ªan ganado un esca?o, se present¨® en el Majlis, o Parlamento, sin chador, con un pa?uelo en su lugar. Los conservadores pusieron el grito en el cielo, pero otras dos diputadas siguieron el ejemplo y, al final, Koolae gan¨®.
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