S¨ªntomas
Una deuda de la Generalitat que alcanza los dos billones de pesetas (el S¨ªndic de Comptes la ha cifrado para el ejercicio de 2000 en 1.830.097 millones y se?ala que aument¨® un 21%), una coyuntura planetaria de crisis que obliga a revisar las expectativas de crecimiento (del 2,9% a un 2,4% por parte del Gobierno y, asombrosamente, del 3% a 'una banda entre el 2,5% y el 3%' por parte del Consell), un saldo comercial que se ha encogido un 24% entre enero y septiembre (es decir, que las importaciones crecieron m¨¢s que las exportaciones, pese a que la balanza siga siendo favorable a las segundas), un cambio de estrategia del sector hostelero, abocado a reforzar el mercado interno ante la ca¨ªda de la demanda exterior, una profunda transformaci¨®n de la industria cer¨¢mica que estudian ya los empresarios mientras contemplan con inquietud los miles de metros cuadrados de azulejos acumulados en sus almacenes... Todo ello conduce a considerar que 'la evoluci¨®n de nuestra econom¨ªa presenta unos buenos s¨ªntomas', en palabras del consejero de Hacienda, Vicente Rambla, para quien 'las expectativas nos siguen siendo favorables'. Por eso el PP se niega a modificar los presupuestos auton¨®micos, pese a que la oposici¨®n insista en que revisar a la baja la evoluci¨®n del Producto Interior Bruto ha de afectar necesariamente a las cuentas porque, a menos consumo, menos inversi¨®n y menos exportaciones corresponde menos recaudaci¨®n de impuestos y, con toda seguridad, menos empleo. El presidente, Eduardo Zaplana, discursea a los suyos y afirma, tranquilo, que todo pinta bien, dado que su acceso al frente del Comit¨¦ de las Regiones y la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, en el primer semestre de 2002, propiciar¨¢n escenas deslumbrantes que los socialistas carecen de brillo para enturbiar. Uno de los inviernos m¨¢s fr¨ªos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, a decir de los meteor¨®logos, ha puesto en evidencia las carencias de una red el¨¦ctrica cuya privatizaci¨®n monopol¨ªstica cost¨® una fortuna a las arcas p¨²blicas. Los primeros s¨ªntomas de un imprevisible enfriamiento econ¨®mico global ponen en evidencia otras carencias en la pol¨ªtica local cuyo coste habremos de pagar m¨¢s pronto que tarde, y sin remedio.
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