No son austeros ni legales

Para las gentes poco duchas en pr¨¢cticas mercantiles y t¨¦cnicas contables, por no hablar de ingenier¨ªas financieras, que constituimos la inmensa mayor¨ªa del censo, nos suenan con frecuencia a chino las explicaciones oficiales acerca del estado de la hacienda p¨²blica. Por ejemplo, de creer al consejero de Econom¨ªa de la Generalitat, Vicente Rambla, o al mismo presidente, Eduardo Zaplana, las finanzas auton¨®micas gozan de excelente salud y sus deudas son las propias de una instituci¨®n bien gobernada. La oposici¨®n, en cambio, afirma lo contrario y no faltan expertos y proveedores de la Administraci¨®n que ti?en de pesimismo sus diagn¨®sticos. Ante ese fuego cruzado, a uno se le queda la cara a cuadros y espera pacientemente a que la realidad aflore, otorgando a cada cual su cuota de raz¨®n.

Lo que no est¨¢ sujeto a interpretaciones complejas o capciosas es parte del informe de la Sindicatura de Cuentas cuando denuncia que numerosos contratos se siguen efectuando seg¨²n la f¨®rmula de Juan Palomo, esto es que la Administraci¨®n se los guisa y adjudica sin publicidad ni concurrencia. Un vicio al tiempo que una irregularidad cultivada por todos los partidos gobernantes -y el PP no es una excepci¨®n- que en ocasiones alcanza cotas escandalosas, s¨®lo atenuadas por su universalidad y reiteraci¨®n. La corruptela se ha diluido en la rutina y ser¨ªa casi pasmoso que se sancionase como debe. Lo cual no deja de ser una perversi¨®n democr¨¢tica y c¨ªvica.

Otro apartado menor -o no tanto- que se entiende sin dificultad es referente a los gastos en viajes y boatos oficiales, que el s¨ªndico se?ala con el dedo. A lo peor, como los mismos autores de la auditor¨ªa, pecamos de pusilanimidad, de pobreza de esp¨ªritu, y no aquilatamos las ventajas de los dispendios, sobre todo en punto a la promoci¨®n de la Comunidad en el mundo. Pero la verdad es que en este cap¨ªtulo siempre nos ha parecido que se dispara con p¨®lvora de rey. Quiz¨¢ porque uno se ha curtido a golpe de forzadas austeridades no cala en ese gusto por las embajadas numerosas a cargo del erario. Y, especialmente, no traga si, a mayor abundamiento, no se justifican como est¨¢ mandado los dispendios. A 31 de diciembre del 2000, el Instituto Valenciano de la Exportaci¨®n arrastraba un pufo de 120 millones sin documentar.

El dictamen de la Sindicatura anota otras lagunas, y no es balad¨ª la referente a la pulcritud contractual de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, cuya gesti¨®n es objeto de tantas sospechas, raz¨®n mayor para que la rendici¨®n de cuentas fuese un ejemplo de rigor. Y no lo es, con lo que se contribuye a atizar las susceptibilidades que menudean a la par con el aumento galopante de sus costes.

Pero no est¨¢ en nuestro ¨¢nimo -ni incumbe a nuestra capacidad- escudri?ar lo grandes n¨²meros de la administraci¨®n presupuestaria, sino tan s¨®lo nos limitamos a subrayar esa propensi¨®n por el fasto y -a veces- por el derroche, sin¨®nimo de pretenciosidad y de coentor, y que no debiera diluirse en la impunidad. De la otra corrupci¨®n, la de contratar sin publicidad ni concurrencia, esto es, con los amiguetes, ya va siendo hora de que la fiscal¨ªa tome cartas en el asunto.