Turismo de sol... y pl¨¢stico
Una empresaria agr¨ªcola promueve visitas tur¨ªsticas a sus invernaderos de El Ejido
A Lola G¨®mez parece recorrerle las venas savia en lugar de sangre. S¨®lo as¨ª se entiende la pasi¨®n y el entusiasmo que esta empresaria, hija de agricultores y considerada a s¨ª misma agricultora, desborda al hacer su tarea habitual y otra menos usual: la de gu¨ªa tur¨ªstica desde hace un a?o de los invernaderos que cultiva y riega y cuyos frutos transporta ella misma hasta la alh¨®ndiga.
La idea de utilizar sus hect¨¢reas de cultivos intensivos bajo pl¨¢stico como reclamo tur¨ªstico en la provincia de Almer¨ªa le surgi¨® a golpe de 'atender' a la infinidad de curiosos (extranjeros, jubilados o mochileros) que se acercaban a su plantaci¨®n y ped¨ªan permiso para 'echar un vistazo'.
'Mis invernaderos est¨¢n junto a la carretera que une Almerimar y Roquetas. Los turistas se paraban y ped¨ªan permiso para verlos. Yo les explicaba y ellos se maravillaban de lo que o¨ªan y ve¨ªan. Pasaba horas con ellos. Hasta que un d¨ªa mi marido me dijo: 'O trabajas o vas a tener que empezar a cobrar las visitas', explica la empresaria.
Dicho y hecho. Sin abandonar sus funciones en la fina, Lola invirti¨® horas de estudio para tecnificar sus charlas o transmitirlas en lenguaje llano a grupos y colectivos de todo tipo: universitarios, escolares, jubilados o turistas extranjeros. La visita, en funci¨®n del inter¨¦s y la demanda del grupo de turno, puede ocupar de una a cuatro horas de charla para explicar los distintos tipos de cultivos (el tradicional en el suelo y el hidrop¨®nico en lana de roca), los sistemas de riego, la funci¨®n del semillero, el control del clima y un largo etc¨¦tera.
'Con las visitas guiadas pretendo una cosa fundamental: romper con las tres ideas preconcebidas de la explotaci¨®n de la mano de obra, de que es un producto artificial porque est¨¢ hecho bajo pl¨¢stico y de que el fruto est¨¢ lleno de residuos. Yo recuerdo cuando mi padre echaba los venenos sin ponerse guantes siquiera. Pero las cosas han cambiado un mont¨®n y eso no trasciende', sostiene G¨®mez.
Lo que transmite a los visitantes no es m¨¢s que lo que ha hecho 'todos estos a?os' y que contin¨²a haciendo d¨ªa a d¨ªa hasta aprender a distinguir entre un tomate y otro, un sabor y otro y una textura diferente a otra. Los resultados se palpan a pie de invernadero con los comentarios de los asistentes. 'Descubrir que las hortalizas no salen del suelo es ya alucinante', subrayaba Denisse, una operadora tur¨ªstica, al finalizar el recorrido. 'El sistema primitivo del invernadero de anta?o es lo que m¨¢s me ha impactado', a?ad¨ªa Elena Bernal, compa?era de Denisse.
Con un programa de visitas flexible que cuenta con difusi¨®n propia en Internet , Lola G¨®mez transmite los secretos del mar de pl¨¢stico apelando a la memoria hist¨®rica y a los avances t¨¦cnicos. 'Tal vez esta sea una de las asignaturas pendientes de Almer¨ªa: aunar turismo y agricultura, que han crecido paralelamente sin nunca haberse aprovechado la una de la otra', concluye.
Cata como fin de fiesta
El orden pedag¨®gico con el que Lola G¨®mez explica la evoluci¨®n de Clisol Agro, su peque?a plantaci¨®n y, por extensi¨®n, la de todo el Poniente almeriense, se establece con tres visitas: a un invernadero de tipo parral en primer lugar, a un semillero luego y, finalmente, al invernadero multit¨²nel. De la primera instalaci¨®n se enfatiza la construcci¨®n con bandas al techo y en los laterales que dificultan el control del clima, el cultivo en sistema hidrop¨®nico (sin plantaci¨®n en el terreno) y c¨®mo gracias a ¨¦ste se aprovecha el 100% del agua. Esta primera estructura queda obsoleta con el sistema multit¨²nel, un invernadero de acero galvanizado que se ensambla como piezas de un mecano y en el que la planta no sufre parones vegetativos ni estr¨¦s ya que disfruta siempre la misma temperatura, en torno a los 14?C, independientemente de la ¨¦poca del a?o y de las condiciones climatol¨®gicas externas. Entre la visita a un tipo y otro de invernadero el visitante aprende, en el semillero, los diferentes modos de 'elaborar' las plantas y conseguir de ellas mayor consistencia y resistencia con t¨¦cnicas como las de el repicado o el peinado. Pero la experiencia te¨®rica se complementa con otra pr¨¢ctica mediante la cata, una vez concluida la visita, de los productos hortofrut¨ªcolas que minutos antes los turistas han visto en la mata. Un men¨² a base de tomate, pan y aceite de oliva virgen acompa?ado de las variedades del tomate cherry, pepino y otras hortalizas, es suficiente para convencer al visitante de las excelencias del producto que come am¨¦n del esfuerzo log¨ªstico empleado para su producci¨®n. 'La ¨²nica salida que tiene la agricultura almeriense es que el consumidor europeo sepa lo que se est¨¢ haciendo aqu¨ª, la calidad y la t¨¦cnica con la que se trabaja', sostiene la empresaria Lola G¨®mez. A tenor de los comentarios tras la cata, la parte pr¨¢ctica de la visita se antoja como m¨¦todo infalible para asentar conocimientos. 'La visita ha sido cien por cien interesante, ver c¨®mo se hace y de qu¨¦ forma se cultivaba antes y ahora. Y luego, comerlo es lo mejor', reconoce Denisse, una profesional del turismo que, a buen seguro, pasear¨¢ a sus pr¨®ximos clientes por Clisol Agro.
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