La ca¨ªda de Redondo
LA RENUNCIA HACE diez d¨ªas de Nicol¨¢s Redondo a la secretar¨ªa general de los socialistas vascos ha puesto en marcha la constituci¨®n de una comisi¨®n gestora (presididida por su antecesor en el cargo, Ram¨®n J¨¢uregui) y la convocatoria de un congreso extraordinario. Nada m¨¢s cerrarse las urnas del 13-M algunos correligionarios - no s¨®lo del Pa¨ªs Vasco sino tambi¨¦n de la Ejecutiva Federal- del ahora dimitido dirigente hicieron buena la m¨¢xima de que la derrota es hu¨¦rfana y mueve a la tribu a sacrificar un chivo expiatorio, sea el entrenador del equipo o el l¨ªder del partido. Los argumentos esgrimidos en p¨²blico contra Redondo ofrecen, sin embargo, flancos muy d¨¦biles; si no existen otras razones ocultas convicentes, la ofensiva sufrida durante estos meses por el ex secretario general parece injustificada.
Parece improbable que la vuelta del PSOE a los acuerdos bilaterales con el nacionalismo vasco logre mejorar sus resultados electorales y moderar la deriva soberanista del Gobierno de Ibarretxe
La vara de medir aplicada a Redondo por sus cr¨ªticos no est¨¢ fabricada con los resultados logrados por el PSOE en las urnas (30.000 votos mas que en las auton¨®micas de 1998) sino con las expectativas frustradas el 13-M. El desplazamiento de 80.000 votos desde Batasuna a la coalici¨®n PNV/EA permiti¨® a los nacionalistas moderados sumar 600.000 votos y lograr una ajustada victoria por mayor¨ªa relativa de 33 esca?os sobre los populares y los socialistas, que totalizaron conjuntamente 575.000 sufragios y 32 diputados: la posibilidad de un gobierno vasco de coalici¨®n PP/PSOE se disip¨® como un sue?o. Pero esos desajustes entre la realidad y el deseo tambi¨¦n se han producido en Galicia sin desatar una crisis en el PSOE: Jos¨¦ Blanco, secretario de organizaci¨®n de la Ejecutiva federal, atribuy¨® a los socialistas el triunfo moral en las auton¨®micas del 21-O por la haza?a de obtener 24.000 votos mas que 1997, pese a llegar los terceros (detr¨¢s del BNG) y ser incapaces de impedir la cuarta victoria de Fraga por mayor¨ªa absoluta.
De a?adidura, la apuesta de Redondo por un Gobierno de coalici¨®n con el PP era compartida tambi¨¦n por muchos de quienes le reprochan ahora acerbamente un supuesto entreguismo a la derecha espa?olista. Por lo dem¨¢s, el Pa¨ªs Vasco no es el ¨²nico escenario donde socialistas y populares han puesto temporalmente entre par¨¦ntesis su lucha por el poder en el eje ideol¨®gico derecha-izquierda: PSOE y PP alcanzaron acuerdos -luego incumplidos- para cerrar el paso al GIL en la Costa del Sol, Ceuta y Melilla.
Junto al eje ideol¨®gico que enfrenta a derecha e izquierda, la lucha pol¨ªtica tambi¨¦n puede librarse a lo largo de un eje territorial dominado por las reivindicaciones nacionalistas. Los cr¨ªticos de Redondo propugnan las alianzas trasnsversales con los nacionalistas y a?oran la d¨¦cada de colaboraci¨®n subalterna del PSOE con el PNV en el Gobierno, las diputaciones y los ayuntamientos; en su opini¨®n, el regreso de los socialistas al sumiso papel desempe?ado de 1986 a 1998 en esa coalici¨®n les permitir¨ªa crecer electoralmente y moderar al nacionalismo. Esas esperanzas, sin embargo, carecen de respaldo emp¨ªrico: de un lado, los pactos arrastraron al PSOE a una ca¨ªda electoral desde el 23,8% de 1984 hasta el 16,8% de 1994; de otro, esa colaboraci¨®n ancilar no impidi¨® que los nacionalistas fueran cocinando al tiempo sus acuerdos soberanistas de 1998 con ETA y con Batasuna.
A las dimensiones ideol¨®gica y territorial de las pugnas pol¨ªticas en el Pa¨ªs Vasco se sobrepone un tercer eje: la defensa de la vida, las libertades y el pluralismo. El acuerdo contra el terrorismo suscrito hace un a?o -a iniciativa de Zapatero- entre PP y PSOE condenaba la estrategia nacionalista (tanto moderada como radical) de 'poner un precio pol¨ªtico al abandono de la violencia, invitaba al PNV a recuperar la unidad democr¨¢tica 'en torno a la Constituci¨®n y el Estatuto de Gernika' y establec¨ªa como 'requisito imprescindible' para 'alcanzar cualquier acuerdo pol¨ªtico o pacto institucional' con el nacionalismo su ruptura con el Pacto de Estella. Sabemos que Redondo defend¨ªa con lealtad ese pacto: ?lo continuar¨¢n haciendo su sucesor al frente del socialismo vasco y la Ejecutiva Federal del PSOE?
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