Dinero o poder
Catalu?a va bien. ?ste es el discurso oficial. El PIB crece, las exportaciones tiran m¨¢s que nunca, el empleo funciona, las empresas se internacionalizan. Es decir, la macroeconom¨ªa catalana no parece dejar lugar a dudas: la riqueza del pa¨ªs va en aumento. Pero aunque 'la bossa sona', no s¨®lo de riquezas parece alimentarse la autoestima de los catalanes. Se percibe una insastifacci¨®n, una ansiedad que nos tiene inquietos. Sucede como en esas situaciones de la vida en las que aun cuando todo parece ir bien, te notas deprimido sin saber por qu¨¦. ?De d¨®nde viene esa desaz¨®n? ?Cu¨¢l es su raz¨®n de ser? ?Qu¨¦ nos falta?
Un reciente documento del C¨ªrculo de Econom¨ªa parece haber encontrado la ra¨ªz de ese desasosiego: perdemos poder e influencia econ¨®mica en Espa?a. No se trata de que el peso relativo de Catalu?a en el PIB espa?ol haya disminuido. Por ese lado las cosas tambi¨¦n van bien. Nuestras empresas contin¨²an siendo la principal f¨¢brica de Espa?a. Pero parece que por ah¨ª vienen los temores. Seguimos siendo un motor del crecimiento espa?ol pero perdemos la direcci¨®n. Es como si el cuerpo y los m¨²sculos se desarrollasen pero la cabeza permaneciese raqu¨ªtica, microcef¨¢lica. Aun as¨ª, el Gobierno catal¨¢n y la c¨²pula de CiU consideran que existe un pesimismo excesivo, una actitud enfermiza en los intelectuales y formadores de opini¨®n del pa¨ªs. Para combatirlo han anunciado una campa?a de rearme de la moral colectiva. Pero, la verdad, no les noto muy convencidos. Estoy seguro de que si pudiese, el presidente Jordi Pujol, como pol¨ªtico en estado puro que es, cambiar¨ªa un poco de riqueza por un poco m¨¢s de poder.
De hecho, ¨¦ste ha sido el dilema de Pujol en sus dos d¨¦cadas de mandato. Ha jugado m¨¢s al dinero, a las transferencias, que al poder. Al poder que permite influir en las decisiones estrat¨¦gicas y en las pol¨ªticas estatales que condicionan de forma determinante las opciones econ¨®micas de futuro. Cuando tuvo ocasi¨®n de tener poder, no quiso jugar sus cartas. Sucedi¨® en la ¨¦poca de mayor influencia de Miquel Roca en la pol¨ªtica espa?ola. Ocurri¨® lo mismo cuando, en el inicio de la primera legislatura sin mayor¨ªa absoluta del Partido Popular, Jos¨¦ M. Aznar ofreci¨® la presidencia del Senado a Joan Rigol. En todos los casos opt¨® por negociar m¨¢s dinero para la Generalitat, y no m¨¢s poder para Catalu?a. Nunca quiso que ninguno de los suyos le hiciese sombra, aunque s¨®lo fuese protocolaria. Es el drama de los grandes pol¨ªticos, lo mismo que el de los grandes capitanes de industria: a su alrededor no logra crecer planta alguna.
Pero ¨¦se no ha sido s¨®lo el dilema de Jordi Pujol. Lo es tambi¨¦n del pospujolismo y de todo nacionalismo, incluido el vasco. Buscar dinero o influencia efectiva en las decisiones y en las pol¨ªticas estatales que condicionan las opciones de futuro de la econom¨ªa catalana. En este sentido, el nacionalismo tiene que integrar una nueva realidad. La econom¨ªa catalana est¨¢ enfrentada a una amenaza: la p¨¦rdida del liderazgo industrial y tecnol¨®gico que ha mantenido desde que, a mediados del siglo XIX, se difundi¨® en Espa?a la revoluci¨®n industrial. Las posteriores revoluciones tecnol¨®gicas -basadas en la qu¨ªmica, el autom¨®vil y la electr¨®nica-, tuvieron una respuesta r¨¢pida y dejaron su huella en el tejido industrial catal¨¢n. Esa capacidad de incorporaci¨®n de las sucesivas innovaciones es lo que ha permitido mantener el liderazgo de la econom¨ªa catalana y la influencia de su burgues¨ªa industrial. Pero ahora, la nueva revoluci¨®n basada en las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, de las telecomunicaciones y de los servicios de alto valor a?adido parece no estar encontrando respuesta r¨¢pida y adecuada en nuestro tejido empresarial. Y nuestra poblaci¨®n laboral sigue teniendo unas capacidades m¨¢s adecuadas a la econom¨ªa tradicional que a la nueva. Adem¨¢s, por el camino hemos perdido muchas de las empresas electr¨®nicas que hab¨ªan crecido en las d¨¦cadas de 1960 y 1970. Todo esto constituye una amenaza importante, porque la nueva econom¨ªa est¨¢ llamada a sustituir a la vieja como fuente de poder econ¨®mico y de influencia pol¨ªtica.
El catalanismo pol¨ªtico de la primera mitad del siglo XX y el nacionalismo actual se apoyaron y, en gran parte, encontraron su raz¨®n de ser en el liderazgo industrial y en la defensa de las posiciones de la burgues¨ªa. La recuperaci¨®n de ese liderazgo tiene que encontrar hueco en el nuevo discurso y propuestas del nacionalismo. Si se me permite una met¨¢fora marinera, Jordi Pujol ha practicado durante su largo mandato lo que podr¨ªamos llamar una navegaci¨®n de cabotaje, que consiste en pilotar sin perder de vista la costa. Y ha rendido buenos resultados. Pero ahora, la nueva situaci¨®n exige fijar rumbos m¨¢s lejanos y practicar una navegaci¨®n de altura. ?se es, a mi juicio, el dilema del nacionalismo pospujolista.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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