Las pesetas triunfan en Sevilla ante las prisas de los visitantes por agotarlas
La ma?ana del d¨ªa de A?o Nuevo en Sevilla estaba repleta de turistas extranjeros y de personas que superaban la sesentena. Los escasos j¨®venes supervivientes de la farra, en su gran mayor¨ªa trajeados y llenos de lamparones, tambi¨¦n salpicaban las calles de la ciudad y no ten¨ªan ni ganas ni la sesera limpia como para enfrentarse a la historia. As¨ª, en Sevilla, las primeras horas de correinato entre el euro y la peseta se vivieron bajo el signo de lo pr¨¢ctico.
Los turistas, en su mayor¨ªa europeos, pagaban sus caf¨¦s con leche, cruasanes o tostadas de jam¨®n con pesetas y, si era posible, con monedas, aunque les costara llevarse de recuerdo la cara de perro del camarero. La prioridad para ¨¦stos era deshacerse de las pesetas a toda velocidad.
Sobre las once de la ma?ana, en la cafeter¨ªa La Campana tan s¨®lo alguien que quer¨ªa 'hacer el gesto', seg¨²n aseguraba una camarera con coleta de cola de caballo, hab¨ªa pagado con euros. En su caja registradora a¨²n era 2001 y entraban y sal¨ªan pesetas. Lo de dar el cambio en euros..., para otro d¨ªa.
En la tienda de recuerdos de la plaza de toros de La Maestranza, si alguien compraba un pin de 200 pesetas y pagaba con un billete de 5.000, le daban hasta las gracias, y el cambio, claro, en pesetas. 'Es que todo este foll¨®n en un d¨ªa de fiesta es imposible', aseguraba un cochero de caballos. Lo mismo que el vendedor de recuerdos a cien duros instalado desde hace d¨¦cadas al lado de la plaza. Pero a ellos les iba bien ayer. Los turistas se gastaban las pesetas a toda prisa, y a r¨ªo revuelto...
An¨¦cdotas en Triana
Sin embargo, en el Banco de Espa?a o las sucursales bancarias abiertas ayer eran personas mayores que demostraban lo poco de nacional o de orgullo en el concepto de peseta y aguantaban colas eternas con tal de tocar los nuevos billetes. En los autobuses tur¨ªsticos lo llevaban todo a rajatabla y, tras pagar las poco m¨¢s de 1.000 pesetas por un viaje por la ciudad con un billete de 5.000, devolv¨ªan suficientes euros (uno a uno) como para llenar un bolsillo entero.
En la taberna Casa Balado, en el popular barrio de Triana, el primer pago en euros (pasado ya de sobra el mediod¨ªa) mereci¨® varios chistes y una invitaci¨®n a una ca?a de cerveza para 'el valiente'.
Y es que el redondeo que temen los clientes a veces se vuelve contra los apresurados hosteleros. Por ejemplo, en el restaurante Cosa Nostra, tambi¨¦n de Triana, hasta tres personas, entre camareros y gerente, a los que sum¨® esfuerzos una calculadora, intentaron traducir a euros una factura de 4.800 pesetas. La casa perdi¨® 500 pesetas, pero, cuando se les advirti¨® a sus responsables, ¨¦stos prefirieron darle la mano al cliente con afecto: 'Ma?ana, ma?ana empezaremos a enterarnos'.
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