Noche de Reyes
El estreno de las pel¨ªculas realizadas sobre Harry Potter y la obra de Tolkien El Se?or de los anillos nos han tra¨ªdo m¨¢s magia a una ¨¦poca navide?a ya bastante cargada de encantamientos de distintos signos. Pero a los ni?os no hace falta que nadie les ense?e qu¨¦ es la magia; lo descubren muy pronto por s¨ª mismos.
Estaba el otro d¨ªa contemplando a mi sobrina de diez meses y los esfuerzos de su padre por demostrar a los presentes lo bien que su hija gateaba. La colocaba en el suelo y dejaba rodar una pelotita ante sus ojos. Un perrito habr¨ªa corrido alborozado a por el juguete, pero la ni?a se quedaba inm¨®vil y con cara de pocos amigos. Un rato despu¨¦s, ya sentada en su trono y dominando desde esa altura su universo, cog¨ªa la misma pelotita y con un golpe seco de su mano la hac¨ªa desaparecer limpiamente arroj¨¢ndolo al abismo. Un instante despu¨¦s, ?oh milagro!, la pelotita volv¨ªa a aparecer desde la nada junto al rostro feliz de su padre. La escena se repet¨ªa una y otra vez ante un p¨²blico entregado. Me admira siempre la potencia m¨¢gica que traen estos beb¨¦s. Y ni siquiera necesitan de varitas m¨¢gicas para reordenar el mundo con un gesto.
Pocos a?os despu¨¦s segu¨ªa queriendo transformar el mundo a golpes de imaginaci¨®n
Durante los a?os siguientes, basta que pongan en palabras una lista de deseos, para que toda una legi¨®n de pajes, Reyes Magos, Pap¨¢ Noel y Olentzeros acuda a satisfacerlos. Para los ni?os no es ning¨²n problema la confusi¨®n de personajes. Sencillamente se dejan querer por todos ellos. Y los adultos nos disfrazamos gustosamente de magos a cambio del milagro de ver durante un rato el mundo a trav¨¦s de sus ojos infantiles.
Pero en seguida empiezan a hacerse mayores y otra legi¨®n de adultos, revestidos esta vez de seriedad, nos empe?amos en sujetarles al mundo real. En convertirles en muggles: seres sin una gota de magia en sus venas. Y decimos que es por su bien. Aunque no sabemos explicar la causa, porque nosotros mismos nos convertimos en muggles hace tanto tiempo...
Y les llamamos adolescentes, seres en transici¨®n, con un pie todav¨ªa apegado en la ni?ez y otro tanteando el mundo adulto. Que quieren recibir regalos pero que no les tomen por cr¨ªos. Lo quieren todo, como mi sobrina de diez meses. Ser¨¢ consustancial a la edad, pensar s¨®lo en ellos mismos. Y al mismo tiempo son encantadores y todo solidaridad... pero a ratos.
En todo caso, les cuesta comprender, y a¨²n m¨¢s aceptar, que siempre hay contrapartidas. Que lo que hacen, y aun lo que no hacen con los otros, se lo van a encontrar m¨¢s adelante en el camino.
Cuando mi primo Ram¨®n era ni?o, se resisti¨® todo lo que pudo a aceptar de sus compa?eros de clase la corrosiva versi¨®n de que los verdaderos Reyes no eran sino sus padres. ?l se defend¨ªa argumentando que sus padres no ten¨ªan tanto dinero como para comprar los juguetes que hab¨ªa recibido.
Pero en unas navidades encontr¨® el valor para solicitar de su madre 'la verdad', y ella se la confes¨® con gran tristeza. Entonces ¨¦l puso cara de mayor y dijo: 'ya lo sab¨ªa'. Pero en su interior se neg¨® a aceptar la fr¨ªa realidad y en la noche de Reyes fue ¨¦l quien decidi¨® transformarse en Rey Mago para traer regalos a sus padres. Pocos a?os despu¨¦s segu¨ªa queriendo transformar el mundo a golpes de imaginaci¨®n. Y, como el mundo de los mortales se resist¨ªa a ser configurado seg¨²n sus sue?os, se hizo militante de ETA.
Por suerte, fue detenido a tiempo, antes de que llegara a hacer m¨¢s da?o que a s¨ª mismo y a cuantos le quer¨ªamos. Aprendi¨® con dureza que, junto al lado luminoso de la magia, existe el lado oscuro y que su amenaza no acaba con la c¨¢rcel. Ahora ha de librarse de ellos cada d¨ªa. Y, en contrapartida, tambi¨¦n cada d¨ªa recibe el regalo de la vida.
A veces, me entran tentaciones de volver a la ganbara, a aquel viejo desv¨¢n de mis recuerdos, a rebuscar en los ba¨²les la varita m¨¢gica que dej¨¦ olvidada. Ahora que he aprendido, como mi primo Ram¨®n, a tener respeto a la magia. Ya le dicen a Harry Potter, en la pel¨ªcula, que es la varita la que elige al mago y no el mago a la varita. No s¨¦ si llegar¨¦ a tener el valor de hacerlo. Tal vez, una noche de Reyes...
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