El agotamiento del pujolismo
No s¨¦ si ¨¦l y los suyos se dan cuenta, pero el discurso ideol¨®gico de Jordi Pujol, invariable durante los ¨²ltimos 20 a?os, est¨¢ m¨¢s que agotado. El trecho entre sus reiteradas propuestas y la realidad que se vive en la calle se hace cada vez m¨¢s distante. Sus palabras se parecen cada vez m¨¢s a las caricaturas que trazan sus cr¨ªticos, a los gestos de quienes burlonamente le imitan. Parece como si la realidad intentara emular a la ficci¨®n. Ello se puede comprobar comparando la genial obra de Albert Boadella Ubu president, todav¨ªa en cartel en el teatro Poliorama de Barcelona, con sus discursos de la ¨²ltima semana, al conmemorar el aniversario de la muerte de Francesc Maci¨¤ o al dirigir el mensaje televisado de fin de a?o.
Los tiempos cambian, pero Pujol sigue impert¨¦rrito con su reiterativo discurso de siempre: Catalu?a va muy bien en lo econ¨®mico y lo social, y si ciertamente ha avanzado mucho en el campo pol¨ªtico -'nunca desde hace 300 a?os, de manera duradera, hab¨ªamos tenido el nivel de poder pol¨ªtico que tenemos', dijo textualmente-, no ha avanzado lo suficiente, hay riesgos de recorte del grado de autogobierno. Con el tono solemne de los patriarcas a?ade: 'Es mi obligaci¨®n advertir al pueblo de Catalu?a de que este peligro existe y s¨®lo si somos conscientes de ello seremos capaces de contrarrestarlo'. En la calle, est¨¢ a la vista que la mayor¨ªa de lo que ¨¦l denomina 'pueblo de Catalu?a' no est¨¢ pendiente de este peligro virtual, sino de peligros m¨¢s reales, de naturaleza muy distinta, pero ¨¦l, a?o tras a?o, insiste en que hay que estar alerta frente a un enemigo exterior -en connivencia con enemigos interiores- que pretende laminar nuestra autonom¨ªa.
Con este razonamiento, mitad pr¨¦dica y mitad proclama, Pujol ha aguantado 22 a?os. Frente a ello, la oposici¨®n pol¨ªtica no ha tenido -ni tiene ahora- una alternativa pol¨ªtica clara. El reciente pacto entre el PSC, ERC e IC para, precisamente, aprofundir en l'autogovern, no es otra cosa que m¨¢s de lo mismo, un in¨²til invento de los socialistas para evitar las cr¨ªticas sobre su 'insuficiente catalanidad'. Sin embargo, descartada la oposici¨®n pol¨ªtica debido a este obsesivo complejo, comienza a dejarse ver una oposici¨®n de otro g¨¦nero: por una parte, la sociedad catalana es cada vez m¨¢s reacia al mensaje del pujolismo; por otra, la unidad europea convierte en irreal algunas de sus propuestas.
Los peri¨®dicos dan continuas noticias que evidencian que las preocupaciones de los catalanes van por otro lado: quejas por el d¨¦ficit de infraestructuras, por el mal funcionamiento de los servicios, por la discriminaci¨®n entre la ense?anza p¨²blica y la privada concertada, por los indicios de corrupci¨®n. En un asunto tan sensible como la lengua, es ya un hecho consumado que la actual ley no se aplica en muchos aspectos por la interpretaci¨®n de ella que han hecho los jueces -en coherencia con la Constituci¨®n y el Estatuto- y por la resistencia de la sociedad a ciertas imposiciones que pretenden una ya imposible homogeneidad cultural. Comienza a verse claro el error que supuso cambiar la ley de 1983 y forzar una pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica coercitiva en lugar de buscar la amabilidad y el acuerdo. Si se hiciera una encuesta real sobre las cuestiones que preocupan a los catalanes, me parece que el aprofundiment de l'autogovern no ocupar¨ªa precisamente un lugar muy preferente. El problema de Pujol no est¨¢, por tanto, determinado por las trabas exteriores, sino por la escasa respuesta de la misma sociedad catalana a sus propuestas.
A su vez, todo ello coincide con la visibilidad de la unificaci¨®n europea que supone la implantaci¨®n del euro, nuestra ya actual moneda com¨²n. Decir que las presiones del nacionalismo espa?ol son m¨¢s fuertes que nunca cuando se hace palpable que se ha renunciado a la pol¨ªtica monetaria y que se quiere una pol¨ªtica com¨²n europea no s¨®lo en el campo econ¨®mico, sino tambi¨¦n en ¨¢reas como la pol¨ªtica exterior, la seguridad y el poder judicial, es literalmente indefendible. El Gobierno espa?ol pide m¨¢s Europa, no m¨¢s autogobierno frente a Europa. Adem¨¢s, en otro orden de cosas, precisamente esta semana se ha culminado el traspaso definitivo a todas las comunidades aut¨®nomas de las competencias de sanidad, con lo cual el presupuesto del conjunto de las comunidades aut¨®nomas supone el 45% del global frente al 40% del Estado, mientras queda un resto del 15% para los municipios, el aut¨¦ntico pariente pobre de este reparto. ?Es cre¨ªble decir que un Estado que reparte de manera tan aut¨®noma el gasto p¨²blico no es otra cosa que la naci¨®n espa?ola centralista de siempre? No estamos ya en la Espa?a como problema, sino en la Europa como soluci¨®n. Es cierto que la participaci¨®n de las comunidades en los ¨®rganos de la Uni¨®n Europea constituye un asunto pendiente -empezado pero no acabado-. No lo es, en cambio, la necesidad de aumentar las competencias de las comunidades aut¨®nomas, que, en todo caso, si bien nunca estar¨¢n acabadas de perfilar del todo, no son hoy un problema urgente dado el alto nivel de autonom¨ªa alcanzado.
Precisamente, en los ¨²ltimos d¨ªas, un alto cargo convergente, el director general de la Corporaci¨®n Catalana de Radio y Televisi¨®n, Miquel Puig, ha dado un enfoque realista a los problemas pol¨ªticos catalanes del momento. En opini¨®n de Puig, la pol¨ªtica catalana ha girado en torno a un tema central recurrente: la demanda de autogobierno. Esta petici¨®n, dice el director general, ya est¨¢ agotada, y lo que debe hacer la sociedad para evitar caer en el provincianismo es crear productos, tanto industriales como culturales, que interesen en el exterior. 'Tenemos autogobierno, tenemos energ¨ªas y, por tanto, capacidad para dibujar nuestro futuro. Por tanto, debemos mirar hacia delante, decidir ad¨®nde queremos ir y convencernos de que hemos de exportar'.
Esta Catalu?a abierta que Miquel Puig propugna significa que, en el momento actual, lo decisivo no es reclamar m¨¢s autogobierno, sino un mejor ejercicio de las competencias -de las muchas competencias- que ya tenemos. Parad¨®jicamente -?qui¨¦n lo hubiera dicho hace unos a?os?-, en esta l¨ªnea de razonamiento la Comunidad Aut¨®noma de Madrid es, en la actualidad, un ejemplo que imitar.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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