A la quinta, el vencido
Como quinto presidente en dos semanas, el Congreso argentino ha optado por Eduardo Duhalde, el justicialista (peronista) al que Fernando de la R¨²a derrot¨® en 1999 y que el pasado mes de octubre fue elegido senador por la provincia de Buenos Aires con el 37,5% de los votos. Su designaci¨®n ha unido al menos de momento a la clase pol¨ªtica en torno a un Duhalde que en su primera alocuci¨®n ha anunciado el fin de la paridad peso-d¨®lar. Se desconoce c¨®mo har¨¢ la devaluaci¨®n y la cuant¨ªa que acabe fijando el mercado, suponiendo que deje flotar al peso.
Argentina vive una crisis econ¨®mica sin precedentes, debida, en gran parte, a una carencia brutal de liderazgo pol¨ªtico. Necesitar¨ªa un Gobierno fuerte para tomar decisiones que a corto plazo resultar¨¢n impopulares, pero que resultan inevitables para sacar al pa¨ªs del marasmo econ¨®mico e institucional en el que se halla sumido. Quiz¨¢ hubieran sido mejor unas elecciones anticipadas, pero al menos Duhalde cuenta con dos a?os por delante bajo promesa de que no se presentar¨¢ a la reelecci¨®n, y el apoyo de radicales, peronistas y una parte del Frepaso. El Gobierno de unidad nacional es necesario, pero tampoco podr¨¢ obrar milagros. Este gran pacto pol¨ªtico necesita el respaldo de los poderosos gobernadores regionales, los sindicatos, la patronal y el sector bancario, que habr¨¢ de afrontar numerosos impagos privados.
La paridad entre el peso y el d¨®lar, instaurada por ley en 1991 y que debe deshacerse por ley, tuvo ¨¦xito en un primer momento para acabar con la hiperinflaci¨®n de los ochenta, pero su perpetuaci¨®n socav¨® la competitividad de la econom¨ªa argentina, especialmente frente al gran vecino, Brasil, cuya moneda se ha devaluado un 60% en dos a?os. Duhalde ha prometido una salida ordenada. Su Gobierno de concentraci¨®n presentar¨¢ ma?ana un plan econ¨®mico que tratar¨¢ de acompa?ar la devaluaci¨®n monetaria con la creaci¨®n de algunas redes de seguridad para los sectores m¨¢s desamparados.
El nuevo presidente, que no ha ahorrado ciertas dosis de populismo en su discurso, ha prometido medidas inspiradas en la doctrina social de la Iglesia cat¨®lica, como si ¨¦sa fuera la referencia que requiere Argentina. Debe aclarar qu¨¦ har¨¢ con los corralitos, las restricciones en la disposici¨®n del dinero en dep¨®sitos, que tanto irritan a los argentinos al no poder acceder a sus ahorros. Duhalde ha reconocido que el 40% de la poblaci¨®n est¨¢ por debajo del ¨ªndice de pobreza, y que la clase media ha visto desplomarse el suelo bajo sus pies.
A estas alturas no se puede pedir a una Argentina en quiebra que pague la deuda p¨²blica, pero en su programa econ¨®mico debe indicar c¨®mo planea devolverla. As¨ª podr¨ªa aspirar al necesario apoyo de las instituciones financieras internacionales y de la propia UE, que examinar¨¢n con lupa ese programa.
En otros tiempos, los militares ya habr¨ªan intervenido. Ahora, no s¨®lo les espanta la idea de hacerse cargo de un pa¨ªs en bancarrota, sino que piden garant¨ªas antes de intervenir para proteger bienes p¨²blicos. Eso ha ganado Argentina. Duhalde no es el presidente que quer¨ªan los argentinos que forzaron la dimisi¨®n de De la R¨²a, y si la clase pol¨ªtica sigue por sus derroteros no es descartable que surjan populistas al estilo Ch¨¢vez. Duhalde est¨¢ obligado a convencer a los argentinos de que no hay salida sin dolor.
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