Alfonso XIII
Dec¨ªan los tomistas que la ¨²nica potencia que le faltaba a Dios era la de enmendar el pasado. Carecen de ese defecto los historiadores, que tratan de halagar al presente, seg¨²n creen que est¨¢ existiendo, por la modificaci¨®n del pasado. La Monarqu¨ªa est¨¢tica de hoy tiene razones de ser que no creo necesarias, pero que la mayor¨ªa acepta como garant¨ªas de que no habr¨¢ un cambio que no les conviene. Por eso preocupan incidentes inocuos como la sexualidad del Pr¨ªncipe heredero o el infarto del marido de la Infanta, sucesos que aparte de la caridad y la pena son perfectamente insignificantes en el curso del Estado. Importan m¨¢s el euro y el d¨®lar, trasciende m¨¢s la tragedia de Nueva York y la de Afganist¨¢n. Y la que ya viene.
En este juego intelectual sin inteligencia se han renovado figuras reales de las que ten¨ªan mando ¨²nico, y que fueron nefastas: Felipe II, Carlos V. Exposiciones, conferencias, libros, quieren recuperar las acumulaciones de riquezas de todas clases para aquellos aut¨®cratas como si fueran para Espa?a, que se desangraba para siempre. Ahora llega el turno de reivindicar a Alfonso XIII, aprovechando que quedan pocos testigos de su reinado. Alfonso XIII fue un mal rey; quiz¨¢ porque hered¨® un mal reino, el del desastre de Cuba y Filipinas -que suelo considerar como grandes liberaciones, no de esos desgraciados pa¨ªses, que cayeron en peores manos, sino de Espa?a-; que promovi¨® las guerras de ?frica, que fueron nuevos desastres, y que trajo una dictadura cochina, la de Miguel Primo de Rivera, que su hijo Jos¨¦ Antonio quiso perpetuar con la Falange, invento que sirvi¨® para la guerra civil de un Franco que hab¨ªa jurado la Monarqu¨ªa, despu¨¦s la Rep¨²blica y luego no quiso traer ning¨²n rey de ninguna dinast¨ªa: se prepar¨® uno a su gusto y manera, al que hizo jurar los principios del Movimiento Nacional, las Leyes Fundamentales, y saltar sobre su padre.
Achacar a la bondad y la gentileza del tirador de pich¨®n y del violador incesante (el hecho de ser rey absoluto era una manera de forzar voluntades) la aparici¨®n de una cultura como nunca hubo en Espa?a -la del XX fue superior a la de los XVI y XVIII- es una falsedad, como suponer que revoluciones y atentados -contra ¨¦l mismo, contra Dato- y el pistolerismo empresarial y anarquista se debieron a su caridad. El aniversario de su reinado (1902), despu¨¦s de un siglo de gentes grotescas, er¨®ticas, frailunas y monjiles en Palacio, est¨¢ sirviendo para modificar el pasado a favor del presente. Ya no da ni verg¨¹enza: esto es as¨ª.
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