El aroma de la verdad
Mientras el cine de Hollywood se ahoga bajo la losa de las toscas rutinas de su cine de rentabilidad gruesa, f¨¢cil e inmediata pero de nula energ¨ªa art¨ªstica, el territorio creativo off Hollywood est¨¢ en cambio cada d¨ªa m¨¢s vivo, m¨¢s enrolado en la aventura de la busca de nuevas articulaciones del lenguaje cinematogr¨¢fico y en la exploraci¨®n a tumba abierta del subsuelo de la vida contempor¨¢nea.
El aliento l¨ªrico y tr¨¢gico de Ghost World, delicada y extra?a gema de la orfebrer¨ªa casera del cine vivo y creador de vida, ocurre en una indescifrable ciudad, probablemente Chicago, estadounidense y s¨®lo de su asfalto moral puede proceder la tierna, grave, melanc¨®lica y austera met¨¢fora que devana. Pero lo que ocurre dentro de su poema, el alma de la gente que puebla a la deriva su desolado territorio de vida, es puro universo, elocuencia sin fronteras, que abre una v¨ªa de acceso in¨¦dita al conocimiento, desde la percepci¨®n del dolor y el fracaso, de caminos de lo que todav¨ªa llamamos destino.
GHOST WORLD
Director: Terry Zwigoff. Gui¨®n: Daniel Clowes, basado en su propio c¨®mic, y Terry Zwigoff. Int¨¦rpretes: Thora Birch, Scarlett Johansson, Brad Renfro, Steve Buscemi. Nacionalidad: Estados Unidos, 2001. G¨¦nero: drama. Duraci¨®n: 100 minutos.
Es Ghost World el intenso y doloroso tr¨¢nsito hacia la soledad recorrido por una muchacha adolescente, escoltada por la sombras de su ¨²nica amiga y de su viejo enamorado, que siguen sus pasos suicidas por el atolladero de un mundo estancado y sin identidad, que se le abre ante sus ojos prematuramente ofendidos en forma de callej¨®n sin salida. Estallan de inteligencia y de singularidad los rostros de mujeres prematuras de Thora Birch y de Scarlett Johansson, que han saltado a ese atolladero ¨ªntimo desde American Beauty y El hombre que susurraba a los caballos, respectivamente, y estremecen con la pegada de su verdad y con la sencillez de su hondura. El d¨²o entre ambas muchachas actrices, enriquecidas por la dolorida, pudorosa y elegante intromisi¨®n entre ambas de Steve Buscemi, es un brote de cine l¨ªrico de asc¨¦tica hermosura, que merece la pena contemplar con los ojos alerta, bien abiertos, en busca de hilos del frondoso entramado que se oculta detr¨¢s de sus evidencias.
Porque hay en Ghost World un tacto exquisito en el empleo del recurso expresivo de la elipsis -la indefinible magia de la imagen invisible y de la captura por los ojos de lo que los ojos no ven, porque ocurre fuera de su alcance, detr¨¢s de la pantalla o en los pliegues ocultos de la secuencia- en la mirada eremita del director, un veterano con pinta de eterno debutante llamado Terry Zwigoff, que ha extra¨ªdo el relato de Ghost World del c¨®mic creado por Daniel Clowes, que escribi¨® con ¨¦l la pel¨ªcula.
Prodigio miniaturista, Ghost World est¨¢ llena de pasos perdidos, de fugaces roces, de presencias ef¨ªmeras, de aladas minucias que van conformando, en acumulaci¨®n invisible, una visi¨®n de la desesperanza que crece en la vida herida por la inutilidad, la falta de horizonte y la melancol¨ªa. Hay pocas exploraciones tan veraces como ¨¦sta de los estados de indefinici¨®n del car¨¢cter o, si se quiere, del esp¨ªritu, que es la tierra movediza por donde se mueve el lado tr¨¢gico de la adolescencia. El personaje que borda primorosamente Thora Birch alcanza -y este su peque?o prodigio salta como un pu?etazo a los ojos desde la poderosa alegor¨ªa de la ¨²ltima escena- la haza?a de fundir en su gesto los gestos de la libertad y la muerte. Y esta radical confluencia hace que todo cuanto se mueve alrededor de ella adquiera resonancias de representaci¨®n de vida realmente vivida, arrancada de ahora, de este tiempo.
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