Los fantasmas vuelven a Bala¨ªdos

Otra vez como en los peores tiempos, el Celta dej¨® escapar en plena agon¨ªa del partido una victoria que no s¨®lo mereci¨®, sino que debi¨® adornar con m¨¢s goles antes de llegar al descuento, ese per¨ªodo en el que tantos sustos se lleva. El Rayo dispar¨® tres veces a puerta y anot¨® dos goles, los mismos que le reportaron a los de Vigo sus largos minutos de dominio. Su gobierno del partido roz¨® la suficiencia, de la que se excedi¨® en el minuto 92, cuando dej¨® volar dos puntos mientras se recreaba con el dulce sabor del triunfo. Demasiados fantasmas acechan al cuadro de V¨ªctor Fern¨¢ndez como para dar alg¨²n d¨ªa un aut¨¦ntico golpe de mano. Son miedos de distinto tipo: unos le llevan a desperdiciar marcadores perfectos; otros le condenan al papel de secundario siempre que la cabeza de la tabla o alg¨²n otro objetivo relevante se pone a tiro.

Ayer se conjugaron los dos, y la posibilidad de liderar la clasificaci¨®n que vino acariciando en los ¨²ltimos d¨ªas -depend¨ªa de su victoria y de un empate en el Bernab¨¦u- estall¨® en mil pedazos. La jugada que solucion¨® el partido reuni¨® todos los elementos de una desgracia. Coincidi¨® con un cambio: bien para ara?ar segundos, bien porque el lateral Juanfran no aguantaba m¨¢s, V¨ªctor Fern¨¢ndez le sustituy¨® por Yago, un central. Antes de que Berizzo tuviera tiempo de entender que el carril izquierdo quedaba para ¨¦l, Perag¨®n se le col¨® por la banda y larg¨® un centro al segundo palo a Bolic, que remat¨® apenas vigilado por Yago con la mirada. Y al Celta se le qued¨® esa cara que ya ensay¨® en encuentros como el del Athletic.

El instinto del Rayo en ese lance fatal para los celestes y el gol de Bolo fue lo ¨²nico decente que dej¨® en Bala¨ªdos el equipo de Gregorio Manzano, que asumi¨® un papel menor a lo largo del resto del encuentro. Enfrascado en la destrucci¨®n del juego del Celta, su tarea s¨®lo tuvo cierto ¨¦xito en la primera parte, en la que los de Vigo brillaron nada m¨¢s que a r¨¢fagas. Y en un c¨®rner logr¨® adelantarse en el marcador cuando se intu¨ªa el descanso. La reacci¨®n c¨¦ltica en la segunda parte fue encomiable. Empujado por Jesuli y por un Edu sobresaliente, el grupo de Bala¨ªdos fue comi¨¦ndole terreno al Rayo, que pareci¨® resignado a su suerte incluso cuando ya perd¨ªa.

En los dos goles locales se equivoc¨® la defensa de Manzano: en el primero, nadie se acord¨® de marcar a Catanha, que remat¨® un centro largo de Juanfran; en el segundo, la defensa se fue en bloque a por el hispano-brasile?o, y dej¨® que Edu preparase un dur¨ªsimo disparo que entr¨® por la escuadra. A diferencia de otras tardes en las que la desgracia se intu¨ªa, en esta ocasi¨®n Bala¨ªdos se entreg¨® a disfrutar de los mejores minutos del Celta, los que siguieron al segundo gol local. Fue la hora de Edu y de Gustavo L¨®pez, que entraron en el ¨¢rea del Rayo por todos los caminos posibles. Estaban las cosas para adornar el marcador, pero no para frivolidades como remodelar la defensa en el instante final: el inofensivo Rayo olisque¨® un resquicio y se col¨® por ¨¦l.