Menos Italia
El Gobierno de Berlusconi se est¨¢ convirtiendo en un lastre para Europa. La dimisi¨®n del ministro de Asuntos Exteriores, Renato Ruggiero, ha supuesto un golpe al europe¨ªsmo italiano y un reto al resto de los socios comunitarios. Es la primera crisis que afronta el Ejecutivo del magnate medi¨¢tico y una victoria de los antieurope¨ªstas. Es, tambi¨¦n, la primera crisis pol¨ªtica derivada de la introducci¨®n del euro. Internamente, constituye una bofetada pol¨ªtica a otro poder f¨¢ctico como es Giovanni Agnelli, el patrono del mayor grupo industrial italiano, valedor de Ruggiero.
La llegada del euro a los bolsillos de los italianos fue acogida con palabras de desprecio por Umberto Bossi, l¨ªder de la Liga Norte y n¨²mero tres del Gobierno, y los ministros de Econom¨ªa y Finanzas y de Defensa, es decir, de carteras cruciales para la Europa de hoy. El propio Ruggiero tuvo que salir en defensa de la moneda y criticar la lentitud con que se estaba implantando en Italia, tras siete meses de enfrentamientos internos con el resto del Gobierno por su enfoque de la pol¨ªtica europea. Berlusconi calific¨® como un mero 't¨¦cnico' a quien ha sido varias veces ministro y director de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio. Ayer mismo, el jefe del Gobierno asumi¨® personalmente esta cartera por un periodo indefinido, en un caso nada frecuente de concentraci¨®n de poder en manos del jefe del Ejecutivo. No cabe esperar que tenga el tiempo y la atenci¨®n hacia los temas europeos que cabe exigir a un ministro de Exteriores.
Ruggiero fue nombrado para ese cargo precisamente para tranquilizar al resto de la UE. Su destituci¨®n intranquiliza, y as¨ª se puede interpretar de las prudentes declaraciones suscitadas ayer por portavoces de varios socios europeos. Italia es uno de los pa¨ªses grandes de la UE, tanto en t¨¦rminos institucionales como econ¨®micos y demogr¨¢ficos, y preocupa que, una vez en el euro, rompa unilateralmente las reglas del juego de la uni¨®n monetaria.
Se confirman as¨ª los peores pron¨®sticos sobre un Gobierno integrado por Forza Italia de Berlusconi, la Liga Norte y la Alianza Nacional, una amalgama de derechismo, xenofobia y antieurope¨ªsmo. Si Berlusconi, cuya entrada en el Partido Popular Europeo aval¨® Aznar, quer¨ªa dejar clara su posici¨®n, lo ha conseguido. Berlusconi es ya algo m¨¢s que una china en el zapato de la UE. Y se puede convertir en un tormento. Lo demostr¨® con sus declaraciones en contra del Protocolo de Tokio sobre control de emisiones t¨®xicas, o a favor del proyecto de defensa antimisiles de Bush, adem¨¢s de sus inoportunos comentarios tras el 11-S sobre la 'superioridad de la civilizaci¨®n occidental'. Ha abandonado el programa europeo de avi¨®n militar, el A400, y para resguardarse ¨¦l y sus colaboradores, ha puesto tantos reparos y condicionamientos internos italianos a la orden europea de detenci¨®n y entrega -tan deseada por Espa?a y otros pa¨ªses-, que puede retrasar, dificultar o imposibilitar su aplicaci¨®n, lo que puede significar su fracaso.
Italia, socio fundador de la UE y de fuerte tradici¨®n europe¨ªsta, pierde credibilidad y capital pol¨ªtico sin Ruggiero en el Gobierno. Esta Italia de Berlusconi es menos Italia. Pero menos Italia es tambi¨¦n menos Europa.
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