La Liga rebosa salud
Zidane se convierte en el emblema de un campeonato que mantiene sus mejores constantes
La primera vuelta de la Liga ha mantenido las constantes de la ¨²ltima temporada: buen f¨²tbol, excelente nivel competitivo y una imparable progresi¨®n del Madrid en los meses de noviembre y diciembre. M¨¢s que los datos, obligan las sensaciones. Lo que empez¨® como un eslogan en el a?o de la llegada de Ronaldo al Bar?a -la famosa Liga de las estrellas-, ha adquirido todo su significado en estos d¨ªas.
Hace tiempo que el f¨²tbol espa?ol y su entorno han perdido los complejos con relaci¨®n a la Liga italiana, referente temible durante a?os. Aquellos que se atrevieron a desafiar la opini¨®n general fueron tachados de ilusos, o de romanceros sin futuro, por citar un cl¨¢sico de la terminolog¨ªa clementista. Es ahora cuando cobra m¨¢s valor que nunca gente como Cruyff -el gran hacedor de lo que sucede hoy en la Liga espa?ola- y Valdano, portavoces durante los a?os m¨¢s duros de un mensaje que termin¨® por esponjarse en jugadores, t¨¦cnicos y periodistas. Aquella lluvia fina es la que ahora distingue a los equipos espa?oles, tan competivos o m¨¢s que los mejores de Europa y siempre atentos a los detalles que merecen el pago de la entrada. De alguna manera es lo que significa el espect¨¢culo: una dedicaci¨®n extremadamente profesional unida al gusto por lo creativo. Estos dos vectores marcan el paisaje actual en una Liga que festeja la llegada de Zidane pero tambi¨¦n es festejada por Zidane, que ha encontrado el h¨¢bitat id¨®neo para explorar como futbolista todo aquello que le estaba vetado en Italia.
Cruyff ten¨ªa raz¨®n, como la tiene Florentino P¨¦rez cuando habla de 'zidanes' y 'pavones'
Zidane representa por elevaci¨®n las mejores cualidades de la Liga. Que a los 29 a?os pueda ofrecer aqu¨ª todo su arsenal de recursos habla mejor que nada del talante del campeonato. En una ¨¦poca donde se supon¨ªa que el f¨²tbol caminaba sin remisi¨®n hacia el hermetismo y la dictadura de los sistemas, la Liga ha sabido desplegar la tercera v¨ªa. Casi todos los equipos han adquirido un nivel t¨¢ctico homologable o superior al que circula por Europa, sin perder de vista la importancia de los jugadores. Es decir, concediendo a los futbolistas un espacio f¨¦rtil para recordarnos que el juego tambi¨¦n es improvisaci¨®n y fantas¨ªa. Y si eso significa hacer dejaciones militaristas, bienvenidas sean. As¨ª lo interpretan numerosos equipos en Espa?a, cada uno en su ley, con sus rasgos propios, de forma que el campeonato es un mosaico donde se puede observar casi todos los estilos, pero donde la gente rechaza a los mezquinos.
Evidentemente se ha dado vuelta al mensaje. Fue beneficiosa la Quinta del Buitre y fue decisivo el Dream Team. Casi resulta absurdo recordar los prejuicios que se levantaron contra aquellos dos equipazos. Y aquella pat¨¦tica venganza que protagonizaron los sectores m¨¢s reaccionarios cuando el Bar?a fue derrotado por el Milan en la final de la Copa de Europa. Se proclam¨® como art¨ªculo de fe la supremac¨ªa de lo peor del f¨²tbol italiano. Siete a?os despu¨¦s, apenas hay rastro de la mayor¨ªa troglodita.
Tal y como le ocurre a Zidane -emblema de lo que significa el campeonato espa?ol-, el Madrid representa con bastante fidelidad el nuevo modelo espa?ol. Es un equipo notable en muchos aspectos y deficiente en algunos. Tambi¨¦n le sucedi¨® al Dream Team: era consciente de sus carencias pero privilegiaba sus inmensas cualidades. Si eso representa un desequilibrio, que sea hacia adelante, hacia el ataque.
Otra lecci¨®n que el Madrid ha aprendido, probablemente de manera inconsciente, de aquel Bar?a maravilloso es la imprevista ecolog¨ªa en los tiempos de Bosman. El c¨¦lebre equipo de Cruyff estaba integrado por cuatro estrellas internacionales -Stoitchkov, Laudrup, Koeman y Romario- y una falange de jugadores espa?oles, muchos de ellos formados en la cantera. Se pronostic¨® el final de ese modelo con la sentencia Bosman. El Bar?a se crey¨® el cuento y ha sido habitual verle con nueve extranjeros en las dos ¨²ltimas temporadas, con una devastadora p¨¦rdida de referentes. El ¨²ltimo Madrid ha tirado por la ruta contraria. En el equipo que super¨® al Deportivo, s¨®lo cuatro jugadores eran extranjeros: las tres superestrellas (Zidane, Roberto Carlos y Figo) y Makelele. El resto estaba formado por espa?oles, con Ra¨²l como m¨¢scar¨®n de proa. Ten¨ªa raz¨®n Cruyff entonces. La tiene Florentino P¨¦rez cuando habla de su pol¨ªtica b¨¢sica: zidanes y pavones. Pues eso.
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