Cuatro bellezas de Guadarrama

Mucho han cambiado los perfiles de la sierra que siluetea el horizonte entre Madrid y Segovia, desde los tiempos en que se creara la Instituci¨®n Libre de Ense?anza (1876), con la cuerda de Guadarrama como musa y escuela. Un amanecer del mes de julio de 1883, un grupo de alumnos de entre 12 y 13 a?os, junto con sus maestros, sal¨ªan de Villalba, cayado en mano, con direcci¨®n al puerto de Navacerrada, dando comienzo la primera incursi¨®n de la instituci¨®n en la serran¨ªa. As¨ª naci¨® lo que se lleg¨® a llamar guadarramismo, un t¨¦rmino acu?ado por los monta?eros amantes de este macizo.

Las referencias a estos predios montanos en la literatura de la generaci¨®n del 98 (Unamuno, Machado, Azor¨ªn, Baroja) y la creaci¨®n de la Real Sociedad de Alpinismo de Pe?alara (1913) impulsaron el inter¨¦s por las actividades deportivas y naturalistas en este viejo espacio de forma definitiva.

Un siglo ha pasado desde que se alzaran las primeras voces pidiendo la figura de parque nacional para Guadarrama, voces que se repetir¨ªan en los a?os veinte y de nuevo en los cincuenta. En mayo de 2001, el Gobierno de la Comunidad de Madrid pidi¨® una vez m¨¢s la declaraci¨®n. Pirineos, Picos de Europa, Sierra Nevada, Guadarrama y Gredos se manifiestan como los blasones del monta?ismo espa?ol, merecedores de la m¨¢xima figura de protecci¨®n a la naturaleza; pero los dos ¨²ltimos todav¨ªa se mantienen a la espera.

Montes carpetovet¨®nicos

Cuatro lugares singulares, proclamados en 1930 sitios naturales de inter¨¦s nacional, marcan la pauta entre los muchos rincones de inusitada belleza que rompen el paisaje en estos montes carpetovet¨®nicos: el pinar de La Acebeda, la Pedriza de Manzanares, la cumbre, circo y lagunas de Pe?alara y la Pe?a del Arcipreste de Hita.

Las laderas guadarrame?as de la provincia segoviana guardan en el interior de los bosques de Valsa¨ªn, y al abrigo de las lomas de la Mujer Muerta, Siete Picos, Mont¨®n de Trigo y la cumbre de Pe?alara, el denominado pinar de La Acebeda. Una vetusta pinada de viejos ¨¢rboles asilvestrados, favorecida por las humedades de los numerosos regatos y arroyos que se descuelgan desde las cimas y entre los que destaca el nombrado como Acebeda, cuyo top¨®nimo lo toma de las matas de acebos perdidas entre los pinos. Tapizado de helechos y bolos gran¨ªticos cubiertos de musgos, y con las ramas pobladas de barbas de capuchino, unos blanquiverdosos mechones de l¨ªquenes, el aspecto semiselv¨¢tico de estas barrancas recuerda m¨¢s a las taigas norte?as que a los montes castellanos adonde pertenecen. El mejor recorrido para descubrir estos lares parte de la misma estaci¨®n ferroviaria del puerto de Navacerrada, por el llamado camino Schmidt, que corona las cumbres de Siete Picos y el puerto de la Fuenfr¨ªa. Desde el collado del puerto, con la vista puesta en el alto del Mont¨®n de Trigo, los pasos enlazan con una calzada romana y cordel ganadero que, procedente de Cercedilla desciende por el pinar hasta unirse a la Ca?ada Real Soriana Occidental al pie del monte.

El mayor caos berroque?o de esta cordillera del macizo Central se halla en la conocida Pedriza de Manzanares el Real, salvada en los a?os ochenta de la vor¨¢gine tur¨ªstica y dominguera, tras muchas d¨¦cadas de abandono. Como un verdadero cataclismo p¨¦treo, este rompecabezas de figuras gran¨ªticas sin sentido despierta la fantas¨ªa de las mentes m¨¢s dormidas. Los riscos de la Bota, las Damas, la Mitra, el Elefante, las Milaneras, el P¨¢jaro, el Dante, la Silla, las Tres Gracias, canto Redondo, del Tolmo, el Ofertorio, el Ca?¨®n, la Cabeza, la Momia, Quebrantaherraduras, Corredor del Miedo, el Yelmo... y todo un extenso listado de curiosos top¨®nimos nombran cada piedra. En otros tiempos, ¨¦ste fue uno de los rincones m¨¢s peligrosos de la sierra de Guadarrama, frecuentado, como refugio ideal, por bandoleros y maleantes, de los que a¨²n se oyen tenebrosas historias. En la actualidad se encuentra arropado en el interior del parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares.

Hoyas glaciares

La atalaya m¨¢s alta del r¨ªo de piedras, como bautizaran los ¨¢rabes a la cordillera, es el pico de Pe?alara, protegido junto con las setecientas hect¨¢reas que lo rodean con la figura de parque natural desde hace una d¨¦cada. Acosado al sur por las cercanas estaciones de esqu¨ª de Navacerrada, el techo de esta sierra se prolonga hacia el norte por la amplia cumbre de las Dos Hermanas, dejando un conteo de hoyas glaciares donde aparecen la laguna Grande, la de los Claveles, la de los P¨¢jaros y otros charcones de menor entidad, que dan origen a muchos de los arroyos que se descuelgan por las laderas del alto Lozoya. Una ruta se?alizada recorre todos estos parajes cumbrosos entre Pe?alara y el puerto del Revent¨®n, con una de las visiones m¨¢s espectaculares de los nacientes del valle del Lozoya, la Cuerda Larga y la sierra de La Morcuera.

Un canchal roquero tallado por la acci¨®n geol¨®gica y la erosi¨®n, en lo alto del puerto de Los Leones, da forma al monumento natural de la Pe?a del Arcipreste de Hita. Seis siglos despu¨¦s de que el autor de El libro del buen amor descansara sobre estas pe?as, con la lejan¨ªa de las tierras castellanas a sus pies, el paraje sigue cautivando a los monta?eros que se acercan hasta ¨¦l.