La crisis argentina y el plan de Duhalde
La decisi¨®n de Domingo Cavallo, en 1991, de anclar el peso al d¨®lar para romper radicalmente las expectativas de inflaci¨®n, que en ese momento eran del 3000%, fue muy acertada y permiti¨® unos a?os de estabilidad y de elevado crecimiento. Sin embargo, se ha terminado convirtiendo en un duro cors¨¦ deflacionista y anticompetitivo para la econom¨ªa argentina, en parte por razones internas, especialmente por la falta de control de un gasto p¨²blico y una deuda crecientes, pero, sobre todo, por choques externos. Por un lado, la crisis asi¨¢tica de 1997 y 1998, que inici¨® la recesi¨®n, por otro, la fuerte apreciaci¨®n del d¨®lar, que aument¨® los costes internos, y, finalmente, la devaluaci¨®n del real, que redujo el acceso a su mercado principal de exportaci¨®n, han sumido al pa¨ªs en una grave recesi¨®n de la que no ha podido salir todav¨ªa.
La devaluaci¨®n se va a poner en marcha con s¨®lo un anuncio de buenas intenciones de mantener el d¨¦ficit cero y de reformar el Estado
Domingo Cavallo intent¨® hacer lo m¨¢s dif¨ªcil, llevar a cabo una devaluaci¨®n real pero sin tocar la paridad nominal peso-d¨®lar
El Gobierno de la Alianza estuvo atenazado, desde el principio, por la ausencia de consenso interno y tard¨® mucho en reaccionar. La llegada de L¨®pez Murphy a Econom¨ªa y su programa fiscal de choque trajo moment¨¢neamente la esperanza, pero fue sacrificado, injustamente, por la fuerte disensi¨®n existente dentro de la Alianza. Cavallo trat¨® de enderezar la situaci¨®n intentando hacer lo m¨¢s dif¨ªcil, es decir, llevar a cabo una devaluaci¨®n real, pero sin tocar la paridad nominal peso-d¨®lar y hacer una reestructuraci¨®n de la deuda que no pudiese llamarse suspensi¨®n de pagos. Para conseguir lo primero, aument¨® los aranceles de las importaciones de bienes finales reduciendo los de los bienes intermedios y de equipo, y subvencion¨® las exportaciones de bienes finales, y, adem¨¢s, introdujo el euro, como segunda divisa junto al d¨®lar, en la Convertibilidad, para las operaciones de comercio exterior. Para lo segundo, organiz¨® el mega-canje y, m¨¢s tarde, cuando se qued¨® sin cr¨¦dito externo, intent¨® evitar la suspensi¨®n de pagos con otro canje interno 'voluntario pero forzado' y un estricto 'd¨¦ficit cero' presupuestario.
Explosi¨®n social
Al final y desgraciadamente, no pudo aguantar, ya que la total falta de apoyo pol¨ªtico dentro de la propia Alianza y, adem¨¢s, las exigencias fiscales, deflacionistas e imposibles de cumplir, del FMI, le forzaron, para evitar suspender pagos, a tener que echar mano de medidas, muy heterodoxas y rayando en la inconstitucionalidad, de limitaci¨®n de la disponibilidad del ahorro privado y de asignaci¨®n forzosa de su inversi¨®n, lo que termin¨® ocasionando una explosi¨®n social, jaleada por la oposici¨®n y parte de la Alianza, que hizo tambi¨¦n dimitir al presidente de la R¨²a.
El nuevo Gobierno de Duhalde ha decidido, por el contrario, hacer, de verdad, la suspensi¨®n de pagos y la devaluaci¨®n. La primera ya estaba hecha porque no hab¨ªa con qu¨¦ pagar, s¨®lo hab¨ªa que esperar al primer pago por vencimiento de la deuda, para que entrase en vigor. En la devaluaci¨®n ten¨ªa dos opciones: la primera era devaluar y, al mismo tiempo, dolarizar definitivamente la econom¨ªa, con lo que, a corto plazo, se recuperar¨ªa la competitividad y se reducir¨ªan los tipos de inter¨¦s, pero a costa de depender de la pol¨ªtica monetaria del Consejo de la Reserva Federal americano, para siempre, aunque el ciclo de la econom¨ªa argentina no coincidiese con el de EE UU. La segunda era, la contraria, es decir, devaluar desdolarizando o 'pesificando' la econom¨ªa e indiciando todos los pesos con la inflaci¨®n interna. Esta era la f¨®rmula innovadora que hab¨ªa propuesto Ricardo Hausmann.
Al final, se ha elegido esta segunda opci¨®n, pero s¨®lo parcialmente y sin indexaci¨®n. Para entender este cambio hay que comprender que se ha partido de la restricci¨®n pol¨ªtica de que hab¨ªa que evitar, a toda costa, otra revuelta popular que pudiese poner tambi¨¦n en peligro el nuevo Gobierno, y, para ello, se han barajado dos opciones: una era eliminar el corralito, es decir, la limitaci¨®n actual a disponer de los dep¨®sitos bancarios por parte de sus propietarios, que ha sido la que realmente hab¨ªa lanzado a la gente a la calle. Esto no era posible porque se hubiera dado, inmediatamente, una corrida o retirada de todos los dep¨®sitos de los bancos y un intento de cambiar a d¨®lares todos aquellos que estuvieran denominados en pesos. Esto hubiera supuesto la quiebra de los bancos y una demanda de d¨®lares imposible de satisfacer, con lo que la devaluaci¨®n se disparar¨ªa. Otra, que ha sido la finalmente elegida, es mantener el corralito para los dep¨®sitos, pero ampliando su disponibilidad a 1.500 d¨®lares mes para las cuentas que se nutren de n¨®minas salariales, eximiendo los dep¨®sitos de la pesificaci¨®n, ya que se devolver¨¢n en su moneda original, y prometiendo que, en enero de 2003, podr¨¢n empezar a retirarse, paulatinamente, los dep¨®sitos en d¨®lares, que representan el 64% del total.
Los cr¨¦ditos
Adem¨¢s, se exime de la devaluaci¨®n a todos los pr¨¦stamos hasta un m¨¢ximo de 100.000 d¨®lares, que podr¨¢n ser redenominados a pesos a la antigua paridad. Es decir, un propietario de una casa que ten¨ªa un cr¨¦dito hipotecario de 90.000 d¨®lares, pasa a deber 90.000 pesos y si, adem¨¢s, ten¨ªa unos ahorros de 20.000 d¨®lares sigue teniendo unos ahorros de 20.000 d¨®lares, o lo que es lo mismo, 28.000 pesos. Esta decisi¨®n, de corte populista, pone en grave peligro a los bancos, ya que, despu¨¦s de la devaluaci¨®n, descuadrar¨¢ fuertemente su balance ya que la mayor parte de sus activos estar¨¢ en pesos y la mayor parte de sus pasivos estar¨¢ en d¨®lares. Se calcula que esta medida puede costar a los bancos unos 6.000 millones de d¨®lares. Se tiene pensado, para compensar a dichos bancos, la emisi¨®n de unos t¨ªtulos en d¨®lares que estar¨ªan garantizados, parcialmente, por adelantos de impuestos por parte de las empresas petroleras por valor de 1.400 millones de d¨®lares.
Los bancos y otros inversores, como los part¨ªcipes de los fondos de inversi¨®n y de pensiones, que detentan la mayor¨ªa de los bonos p¨²blicos en circulaci¨®n, se ver¨¢n negativamente afectados por la suspensi¨®n de pagos y la subsiguiente reestructuraci¨®n de la deuda, con una quita esperada de entre el 20% y el 40% de su valor, lo que supondr¨ªa otras p¨¦rdidas a?adidas de muchos miles de millones de d¨®lares. Por ¨²ltimo, si el tipo de cambio libre se desploma, tras la devaluaci¨®n, muchos de los prestatarios de los bancos que deben cr¨¦ditos en d¨®lares superiores a 100.000 d¨®lares quebrar¨¢n y dejar¨¢n de pagarlos. Este riesgo potencial podr¨ªa llegar a costar, a medio plazo, hasta 15.000 millones de d¨®lares, en provisiones de insolvencias, al conjunto de los bancos.
Por otro lado, las empresas de servicios p¨²blicos, tales como las suministradoras de electricidad, combustibles, gas, agua e infraestructuras de transporte, ver¨¢n congeladas sus tarifas en pesos devaluados. No se ha dicho, de momento, c¨®mo dichas tarifas se van a indiciar, posteriormente, con una inflaci¨®n que tender¨¢, l¨®gicamente, a aumentar en los meses posteriores a la devaluaci¨®n.
Adem¨¢s, no se hace una devaluaci¨®n cl¨¢sica, sino que se establecen dos tipos de cambio, uno 'oficial' y, en principio, aplicado s¨®lo temporalmente, al tipo fijo de 1,40 pesos por d¨®lar, y otro 'libre' determinado por la oferta y la demanda de ambas divisas. El primero se aplicar¨¢ a las transacciones comerciales y a las entradas de capital y el segundo a las transacciones financieras y al turismo. Dado que con el corralito la disponibilidad de liquidez es m¨ªnima, se espera que el tipo de cambio libre no caiga mucho m¨¢s que el oficial. Sin embargo, la experiencia hist¨®rica demuestra que este sistema no s¨®lo no funciona, sino que da origen a fraude y corrupci¨®n, como ocurre siempre que se aplican dos precios diferentes a una misma mercanc¨ªa. Por ello deber¨ªa ser, exclusivamente, una soluci¨®n muy transitoria.
Otro problema a?adido es que, normalmente, cuando se anuncia una devaluaci¨®n, al mismo tiempo y antes de ponerla en pr¨¢ctica, se suele aprobar un paquete de medidas de 'anclaje', para hacerla cre¨ªble y, por tanto, evitar que se dispare por encima de lo previsto. Se asegura, de esta manera, que habr¨¢ una fuerte contenci¨®n del gasto p¨²blico (ancla fiscal), una total independencia del banco central para conducir una pol¨ªtica monetaria antiinflacionista y evitar que se dedique a financiar al Tesoro o imprimir una liquidez excesiva (ancla monetaria) y, finalmente, unas reformas estructurales de liberalizaci¨®n del comercio de importaci¨®n, para evitar presiones inflacionistas por desabastecimiento y especulaci¨®n, y tambi¨¦n de exportaci¨®n, para que funcione la devaluaci¨®n con plenitud y se logren mayores vol¨²menes de exportaciones.
Temor a la hiperinflaci¨®n
No es este el caso de esta devaluaci¨®n, que se va a poner en marcha con s¨®lo un anuncio de buenas intenciones de mantener el 'd¨¦ficit cero' y de realizar la tan esperada reforma del Estado. No se ha dicho todav¨ªa, que yo sepa, nada sobre la mayor apertura comercial. El gran riesgo de esta devaluaci¨®n es que, si no es cre¨ªble por los mercados porque no creen posibleque se puedan poner en pr¨¢ctica, a posteriori, dichas buenas intenciones, puede llegar a dispararse muy por encima de lo estimado y hacer que el presupuesto de gastos, por servicio de la deuda, tambi¨¦n se dispare.
Ante esa situaci¨®n, dado que no habr¨¢ nuevo financiamiento externo para financiarlo despu¨¦s de la fuerte quita que se exigir¨¢ a los acreedores y, adem¨¢s, ser¨¢ pol¨ªticamente inviable una fuerte contracci¨®n del gasto no financiero del presupuesto, es decir, de los salarios, gastos de funcionamiento, educaci¨®n, salud y Seguridad Social, puede surgir la inevitable tentaci¨®n de intentar reducir el valor de la deuda en circulaci¨®n imprimiendo dinero y creando m¨¢s inflaci¨®n de la que, l¨®gicamente, producir¨¢, de por s¨ª, la devaluaci¨®n. En ese caso, se volver¨ªa a la espiral hiperinflacionista tan sufrida y detestada hist¨®ricamente por los argentinos.
Espero y deseo que esto no ocurra y conf¨ªo en que el equipo econ¨®mico, que es sensato y razonable, ser¨¢ capaz de cumplir sus buenas intenciones.
Guillermo de la Dehesa es presidente del CEPR, Centre for Economic Polcy Research.
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