?Otra relaci¨®n transatl¨¢ntica?
Silvio Berlusconi es un eg¨®latra. Su prepotencia puede llegar hasta la groser¨ªa cuando trata con los d¨¦biles, a los que pretende aplastar con su fuerza. Es, adem¨¢s, ignorante de muchos temas (al igual que muchos lo somos), pero su osad¨ªa, que se cree soportada por la fuerza econ¨®mico-medi¨¢tica de que dispone, le lleva a ser inconsciente de su propia ignorancia. No me atrevo a calificarlo de d¨¦bil ante los fuertes porque ¨¦l pertenece a ¨¦stos. Ha puesto de manifiesto estas caracter¨ªsticas en la reciente y absurda crisis que ha originado al forzar la dimisi¨®n del ministro de Asuntos Exteriores, Renato Ruggiero, que es ejemplo de todo lo contrario que Berlusconi representa.
Al presidente del Gobierno italiano no le ha bastado deshacerse del mascar¨®n de proa europe¨ªsta de su Gabinete, sino que lo ha hecho humill¨¢ndole a ¨¦l y a su entorno de confianza. En los d¨ªas previos a la dimisi¨®n le ha calificado de 't¨¦cnico', cuando Ruggiero es, obviamente, m¨¢s pol¨ªtico que quien le ha defenestrado. Y el mi¨¦rcoles pasado -en su toma de posesi¨®n como nuevo ministro de Exteriores, cargo que pretende acumular al de jefe de Gobierno por un tiempo a¨²n no concretado- ha vuelto a poner de manifiesto su car¨¢cter. Berlusconi eligi¨® ese d¨ªa porque en el Ministerio de Exteriores, la Farnesina, se daba la bienvenida a 51 nuevos diplom¨¢ticos. Il Cavaliere no s¨®lo afirm¨® que, como neoministro de Exteriores, es 'la persona justa en el puesto justo, e incluso me divierto', sino que, dirigi¨¦ndose a los j¨®venes diplom¨¢ticos, declar¨®: 'Un viento nuevo constituido por 52 personas entra en la diplomacia italiana: 51 sois vosotros. La otra soy yo'. Y continu¨® castigando a Ruggiero de nuevo, esta vez en el respetable abdomen de Giuseppe Baldocci, secretario general de la Farnesina y hombre de confianza del depuesto ministro. Se?alando a Baldocci, que viste chaleco, espet¨®: '?Veis esta prenda? Ya no la lleva nadie'. ?Es ¨¦sta la reforma a fondo de la carrera diplom¨¢tica que pretende hacer el presidente ministro? ?Menos chalecos y menos c¨®cteles? ?En cu¨¢ntos meses?
Dicho todo esto, tengo el deber de recordar a los lectores que aquel a quien critico fue elegido democr¨¢ticamente por el pueblo italiano hace escasos meses. Distinto es predecir si volver¨¢ a recibir el mismo n¨²mero de votos en los siguientes comicios. No obstante, lo que ahora importa es se?alar la degradaci¨®n, confusi¨®n y rid¨ªculo que se han apoderado de la pol¨ªtica italiana, incluida la pol¨ªtica hacia Europa (o mejor dicho, la carencia de pol¨ªtica europea). Algo de lo que no es responsable ¨²nicamente Berlusconi. Conviene recordar que, en la d¨¦cada de los noventa, la vida y el sistema pol¨ªticos en ese pa¨ªs tan hermoso, d¨²ctil y condescendiente que es Italia resultaron desquiciados por persistentes acciones insolventes de unos y de otros. Ello afect¨® a la derecha y a la izquierda. Pero la crisis Ruggiero la ha provocado Berlusconi y le ha estallado al centro-derecha. Dicha crisis no es sino el afloramiento convulso de las contradicciones y tensiones que en los ¨²ltimos a?os han venido, m¨¢s o menos soterradamente, arraigando en Italia, a prop¨®sito de su papel en la actual UE. Y hablamos, nada menos (recu¨¦rdese el propio constitutivo Tratado de Roma), que de uno de los seis Estados fundadores de las Comunidades Europeas.
Digo que le ha explotado al centro-derecha porque Berlusconi ha construido una coalici¨®n de gobierno incompatible a medio plazo. Incluso, a los ojos de muchos de los que votaron a su organizaci¨®n, Forza Italia. Y desde luego, a la mayor¨ªa de los europe¨ªstas. Una coalici¨®n que incluye a neofascistas o 'posfascistas' (Alianza Nacional de Fini), separatistas, racistas, excluyentes y 'te¨®cratas', es decir, nost¨¢lgicos de la Europa 'cristiana' y medieval (Liga Norte de Bossi), m¨¢s una miniconstelaci¨®n de residuos democristianos y neoliberales.
Bossi, atrabiliario, grotesco, buf¨®n, que obtuvo s¨®lo el 3,9% de los votos en mayo de 2001, es el m¨¢s estridente en el antieurope¨ªsmo ('Demos a Europa lo menos posible'; 'El euro me importa un pito'). Fini no lleg¨® al 10%, pero es tambi¨¦n antieuropeo, antiliberal y autoritario. Sin embargo, las disidencias de peso respecto al com¨²n sentir europe¨ªsta de nuestros d¨ªas est¨¢n dentro del propio partido de Berlusconi. Se trata del ministro de Defensa, Antonio Martino, abiertamente pronorteamericano y que se ha opuesto al proyecto de avi¨®n de transporte europeo Airbus 400M y el de Econom¨ªa, Giulio Tremonti, quien desencaden¨® la crisis al afirmar que el euro provoca recelos en el norte de Italia. Si a ello unimos el proamericanismo del primer ministro, cabe preguntarse si de las amargas confidencias de Ruggiero ('el verdadero motivo de mi marcha es que muchos ministros, comenzando por el premier, no creen en esta Europa, la soportan mal, la acogen con desconfianza y aburrimiento, incluso la consideran un mal necesario'), no podr¨¢ deducirse que Berlusconi -que tambi¨¦n recela de la euro-orden- quiere emular a Thatcher en la relaci¨®n transatl¨¢ntica.
Emilio Men¨¦ndez del Valle fue embajador de Espa?a en Italia entre 1987 y 1994.
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