Sobre Daguerre
Recientemente, hablando con unos amigos sobre vascos universales y su aportaci¨®n a la cultura se mencionaba a Luis J. Mand¨¦ Daguerre (Cormeille en Parisis, Francia, 1787-1851) como uno de los inventores de la fotograf¨ªa. La cita resultaba curiosa, m¨¢xime cuando generalmente no se le encuentra entre los listados de nombres ilustres que recogen algunos libros de primera y segunda ense?anza para realzar el orgullo patrio. Desde las filas del nacionalismo, su reconocimiento llega desde anta?o. El diario Euzkadi, en junio de1933, dec¨ªa en un art¨ªculo publicado en primera p¨¢gina que el vasco Daguerre no solo fue copart¨ªcipe junto a Nicephoro Niepce (Chalon-sur-Sa?ne, 1765-1833,) del invento, sino que, una vez muerto ¨¦ste, lo perfeccion¨®, por lo que, conclu¨ªa, nadie debe dejar en el olvido el genio y el arte de 'aquel vasco admirable que, como tantos otros de su raza, tan eficazmente contribuy¨® al progreso humano, sirvi¨¦ndolo con su esfuerzo y su talento'.
En todo tipo de interpretaciones la raz¨®n siempre se reparte de un lado y otro, pero generalmente nadie la tiene de manera absoluta. As¨ª ocurre con algunas de las observaciones hechas sobre Daguerre. No ofrece muchas dudas que el origen sem¨¢ntico de su apellido sea vasco. Tampoco es dif¨ªcil concluir que el apellido en cuesti¨®n proviene de eliminar la ap¨®strofe a d`Aguerre (tambi¨¦n Aguirre). Incluso, si uno es amante de las lecturas de marinos, no tardar¨ªa en encontrar antepasados del inventor franc¨¦s entre algunos bucaneros de Hendaya. Adem¨¢s, su comportamiento, en lo que al descubrimiento se refiere, poco se aleja de las algunas de las irregulares argucias que aqu¨¦llos marcaron en sus genes.
Daguerre era un pintor reconvertido a la decoraci¨®n de escenarios. Con la ayuda de una c¨¢mara oscura gigante, intentando alcanzar los m¨¢ximos efectos realistas, elaboraba con sus pinceles panor¨¢micas de gran formato, para luego utilizar en un espect¨¢culo conocido como diorama (antecesor del cinemat¨®grafo). Durante las sesiones combinaba luz, sombras y movimientos sobre aquellos fondos que se iluminaban h¨¢bilmente por delante y por detr¨¢s. Sus actuaciones llegaron a la ?pera de Par¨ªs y su ¨¦xito fue tal que incluso le condecoraron con la Legi¨®n de honor. Sus muchas relaciones le hicieron saber los resultados obtenidos por Niepce en la representaci¨®n y fijaci¨®n de im¨¢genes, m¨¢s conocido como heliograf¨ªas. Esta nueva manera de hacer le interesaba para innovar su negocio audiovisual, especialmente cuando acababa de abrir una nueva sala en Londres. As¨ª, con tes¨®n e insistencia, despu¨¦s de tres a?os de correspondencia desconfiada entre ambos, firm¨® un contrato de asociaci¨®n en 1829. La muerte de Niepce en 1833 dej¨® a Daguerre con las manos libres para seguir adelante con el descubrimiento. Con algunas modificaciones t¨¦cnicas sobre el proyecto inicial se erigi¨® en gestor principal del mismo. En secreto hizo la demostraci¨®n de su invento delante del reputado astr¨®nomo y hombre pol¨ªtico Fran?ois Arago, al que conoc¨ªa de su intensa vida parisina. Fue este cient¨ªfico quien se encarg¨® de presentar el nuevo procedimiento, el 7 de enero de 1839, en la Academia de las Ciencias en Par¨ªs, denomin¨¢ndolo daguerrotipia. En agosto de ese mismo a?o, la misma instituci¨®n, despu¨¦s de que el Gobierno franc¨¦s comprara la patente, conscientes del inter¨¦s general del invento y para prestigio de la naci¨®n promotora del mismo, divulga y hace p¨²blica la forma de registrar autom¨¢ticamente la im¨¢genes expuestas ante un objetivo. El ¨¦xito estaba garantizado.
La daguerrotipia hac¨ªa las delicias de la ascendente clase burguesa. Ya pod¨ªa retratarse sin pagar los altos precios exigidos por los pintores de c¨¢mara, tan solicitados en sus labores por la aristocracia. Daguerre, adem¨¢s de hacerse con una jugosa pensi¨®n, dejo su nombre para gloria de la fotograf¨ªa. Su socio y herederos quedaron en la sombra. Todo gracias a un oscuro entresijo de influencias propio de los corsarios que le precedieron en su ¨¢rbol geneal¨®gico. Hoy d¨ªa, el enredo, est¨¢ afortunadamente aclarado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.