El Padre Santo pretende a la peregrina
El reflujo navide?o nos ha dejado varias preciosidades en la costa de nuestros desvelos. Uno ha sido el disco As¨ª canta nuestra tierra en Navidad, que hace el n¨²mero XIX de la colecci¨®n promocionada por la Caja de Ahorros San Fernando, y adem¨¢s para ayuda del Proyecto Hombre. (Todo un ejemplo a seguir y a desarrollar por esta entidad, tras el otro marasmo, el de las cajas de ahorro sevillanas).
En realidad se trata de una antolog¨ªa de esa larga serie de temas navide?os aflamencaos, con centro de gravedad en Jerez de la Frontera y con un cierto equilibrio entre los profanos y los cristianos, como siempre fue en las manifestaciones aut¨¦nticamente populares de ese tiempo; tambi¨¦n con s¨¢tira humor¨ªstica de temas religiosos en algunos casos, seg¨²n ve¨ªamos semanas atr¨¢s.
En concreto, el reparto en este disco resulta ser de seis villancicos profanos, todos de origen folcl¨®rico (Los peregrinitos, El maldito calderero, La Tarara, El pajarito, El salga usted y El cura no va a la iglesia), y seis de contenido religioso, tambi¨¦n popular, divididos en cuatro de asunto navide?o y dos no navide?os. Los dos burlescos est¨¢n en la primera serie, y son Los peregrinitos y El cura no va a la iglesia. Por distintos motivos reclaman nuestra atenci¨®n, aunque hoy s¨®lo podremos ocuparnos del primero, el de la peregrinaci¨®n de dos primos a Roma a pedir dispensa del Papa para casarse.
Tomaremos gu¨ªa para nuestro an¨¢lisis en la confrontaci¨®n con la versi¨®n estilizada que de este conocido tema por seguidillas hizo, entre otros, Garc¨ªa Lorca. (Tambi¨¦n version¨® La Tarara en sus entra?ables Canciones para ni?os) . Es curioso que Federico mantuvo en el t¨ªtulo la forma m¨¢s coloquial, Los pelegrinitos, pero los pasajes m¨¢s escabrosos est¨¢n bastante suavizados, quiz¨¢s porque se limit¨® a recoger la variante oriental andaluza, distinta de la occidental, que es la que da soporte a nuestro villancico flamenco.
Tambi¨¦n la m¨²sica difiere. La versi¨®n flamenca es m¨¢s andaluza en el texto ('La madrina se r¨ªe / y el novio llora, / en v¨¦ que s'a ca¨ªo / la pobre novia'). Pero la diferencia fundamental radica en el pasaje en que el Papa se enamora de la ni?a. Lorca apenas lo insin¨²a: 'Y ha respondido el Papa / desde su cuarto: ?Qui¨¦n fuera pelegrino para otro tanto!'.
La otra versi¨®n es bastante m¨¢s expl¨ªcita y divertida: 'Andaba el Padre Santo / de silla en silla, / por cogerle la mano a la peregrina'. A lo que el novio reacciona: 'Peregrina hermosa / v¨¢monos d'aqu¨ª, / que por lo que veo / me queo sin ti'. Y por supuesto el final. En Garc¨ªa Lorca hay boda sonada: 'Las campanas de Roma / ya repicaron /, porque los pelegrinos / ya se casaron'. Se supone que en la variante agitanada de Jerez, los novios se casaron por su rito racial, y listo. Seguramente desde entonces los gitanos pisan poco la iglesia. Pero es que el cura del otro villancico, tampoco. Ya veremos por qu¨¦.
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