'He usado a Tutankam¨®n como icono er¨®tico'
'He visto las nalgas del fara¨®n surgiendo entre los lotos', exclama uno de los personajes de la nueva novela de Terenci Moix, El arpista ciego (Planeta), en la que el autor se atreve a describir desnudo al mism¨ªsimo Tutankam¨®n, 'de apetecibles tetillas'. Desde luego, los viajes narrativos a Egipto con el escritor ofrecen im¨¢genes in¨¦ditas. Y a¨²n m¨¢s ¨¦ste, en el que un Moix gozosamente polif¨®nico y transgresor mezcla su profundo conocimiento del pa¨ªs y de la historia de los faraones con fantas¨ªas y onirismos / onanismos de su rico y variopinto universo personal.
As¨ª, se ofrece una estupenda descripci¨®n de la vuelta al viejo orden tras la herej¨ªa monote¨ªsta de Akenat¨®n, interesantes aportaciones sobre la m¨²sica de la ¨¦poca o un melanc¨®lico friso de la extinci¨®n de la dinast¨ªa tutm¨¦sida. Pero tambi¨¦n se presta o¨ªdos al comadreo de las vecinas tebanas, se hace hablar a los animales, se pinta a los sacerdotes de Tot entregados al arte manual de la gallarda, y se retrata al dios Set con aparatoso atuendo sadomasoquista. Terenci incluso mete en el relato a Sab¨² y a la alfombra voladora de El ladr¨®n de Bagdad y escenas de Lo que el viento se llev¨®.
'Que el protagonista sea un ciego permite visitar Egipto con el o¨ªdo, el olfato, el tacto'
Un sacerdote de Am¨®n es capaz de exclamar: '?Mira que llegas a ser maricona, Nepumer!'
La novela, centrada en un adolescente y talentoso arpista ciego y su gemelo, que ejerce doblemente de flautista para regocijo de varones, es un regreso de Terenci Moix a su pa¨ªs de Nuncajam¨¢s particular, la antigua Tebas, y a uno de sus personajes favoritos: el joven fara¨®n Tutankam¨®n, que para el escritor siempre tendr¨¢ el torso y los labios de Sal Mineo.
Hay que adelantar que, pese a que en la novela no faltan, ni mucho menos, osados episodios er¨®ticos, y a que la l¨ªnea argumental parece apuntar a un glorioso m¨¦nage ¨¤ trois entre los citados gemelos y Tutankam¨®n, Moix no pasa a mayores con el fara¨®n de las nalgas de oro. 'No me he atrevido', dice. 'Usar a Tutankam¨®n como icono er¨®tico, ense?ar su culo, ya me parec¨ªa mucho. Hacerlo follar con mi ciego era demasiado. Hay que partir de la base de que no todo el mundo es gay. En todo caso, me cabe un honor: el culo de Tutankam¨®n no hab¨ªa sido explotado hasta ahora en la literatura'.
Cuando se le recuerda que el real trasero, convertido como toda la parte posterior de la momia del fara¨®n en un pringue a causa de los ung¨¹entos sagrados, fue arrancado con un escoplo por Howard Carter al tratar de separarlo del sarc¨®fago, Terenci se queda como traspuesto.
En su piso barcelon¨¦s y poco antes de embarcarse en la promoci¨®n de su nuevo libro, Terenci Moix deplora lo hinchado que le est¨¢ dejando la cortisona con la que se medica y tarda exactamente tres minutos en hacerse traer un paquete de Ducados y ponerse a sacar humo como un incensario de Karnak. Por lo dem¨¢s, est¨¢ animado, contento y no jadea. Metido en materia, se?ala que el atonismo, la religi¨®n de Akenat¨®n, fue al final 'una dictadura feroz, como la de los talibanes', que su novela es 'muy antirreligiosa', y que encuentra el polite¨ªsmo mucho m¨¢s divertido que el monote¨ªsmo. 'No quer¨ªa hacer s¨®lo otra novela hist¨®rica, sino explorar esa tierra de nadie en la que vivieron Tutankam¨®n y su esposa Anjesenam¨®n, educados en la herej¨ªa de Akenat¨®n y luego obligados a vivir en un mundo diferente, en el de la vuelta a los viejos dioses'. Uno de los momentos m¨¢s conmovedores del libro es la escena en que Tutankam¨®n visita la abandonada Ciudad del Sol (Tell el Amarna). De hecho, toda la historia, pese a sus muchos momentos de desenfreno y humor est¨¢ te?ida de un tono crepuscular: 'Si no es crepuscular la historia de ese fin de ¨¦poca que acaba con Tutankam¨®n, ya me dir¨¢s qu¨¦ lo es', apunta el escritor. 'La verdad es que eso coincide bastante con mi estado de ¨¢nimo actual'. Pero no se crea que Terenci afloja: hasta piensa ya en su retorno literario a Egipto, de la mano de Eugenia de Montijo, invitada de gala a la inauguraci¨®n del canal de Suez.
?Por qu¨¦ un arpista ciego? 'Es una figura que siempre me ha impresionado en la iconograf¨ªa egipcia. Adem¨¢s, me apasionaba el tema de la m¨²sica fara¨®nica, algo de lo que sabemos poco. Tener como personaje a un ciego me ha permitido jugar con otros sentidos, explorar Egipto de otra manera, con el o¨ªdo, el olfato, el tacto'.
La novela, pese al protagonismo del cieguito Ipi, es muy coral: est¨¢n Tutankam¨®n, el gemelo, las dos hermanas del arpista -el pend¨®n y la intelectual-, la madre, la vaca Hathor y sus colegas dioses, el gato Cabriolo, la abubilla Nektis... 'Es una novela de ambiente, la novela de un personaje y toda la gente que lo rodea'. En cuanto a las alegres comadres de Tebas, contrapunto vital y popular a los altos acontecimientos de la corte fara¨®nica... 'Mi hermana dice que ha reconocido a mi madre, y a la t¨ªa Florencia. Es como El Peso de la Paja ambientado en Tebas. Es la vuelta de tuerca de trasladar mi mundo al Antiguo Egipto, sin que deje de ser el Antiguo Egipto'.
El lenguaje mezcla pertinentes f¨®rmulas rituales fara¨®nicas con sorprendentes casticismos. Un sacerdote de Am¨®n es capaz de exclamar: '?Mira que llegas a ser maricona, Nepumer!'. 'Faulkner dijo que dej¨® el gui¨®n de Tierra de faraones porque no sab¨ªa c¨®mo hacer hablar a los egipcios. Yo me tengo que inventar un lenguaje para que hablen no s¨®lo los faraones, sino las sirvientas y los dioses, y me lo invento: culto y sublime a veces, cotidiano otras. Tengo curiosidad por ver qu¨¦ le parece al lector El arpista ciego porque me ha salido una novela hist¨®rica muy heterodoxa'.
Babelia
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