?Gamazada?
Uno vive con la percepci¨®n (?ser¨¢ s¨®lo eso?) de vivir en una sociedad desarrollada. Esto da alguna tranquilidad, reconozc¨¢moslo: cierto nivel de bienestar, libertades y sistemas de gobierno parlamentario, garant¨ªas jur¨ªdicas en las relaciones personales y financieras, sistemas econ¨®micos m¨¢s o menos estables (f¨ªjense, si no, en lo de Argentina). En fin, todo eso que hace que cada ma?ana nos levantemos con una cierta sensaci¨®n de ser unos privilegiados y la esperanza de que las vacaciones puedan estar al caer. Ayuda mucho, la verdad, cuando cada ma?ana suena el maldito despertador. Estaremos de acuerdo. Cierto que tenemos a ETA (y eso es mucha desgracia), pero el tiempo, la polic¨ªa y la educaci¨®n ciudadana lo barrer¨¢ del mapa. Vivimos con esa tranquilidad. Y, como garant¨ªa de todo ello, una Administraci¨®n competente que vigila porque todo eso siga m¨¢s o menos en orden (y, a ser posible, mejor: para eso votamos). ?Cuento de hadas? Pudiera ser. El 11 de septiembre nos sobresalt¨®, pero no del todo. El resto del mundo aspira a algo as¨ª a trav¨¦s de la emigraci¨®n o la reforma interior.
Pero tal que un 6 de enero, D¨ªa de Reyes, se le cayeron a uno los sombrajos -uno ya estaba mosca, lo reconozco-. Ese d¨ªa la segunda m¨¢xima responsable de la Administraci¨®n pr¨®xima (Gobierno vasco), Idoia Zenarruzabeitia, quien negociaba el Concierto (esa cosa que tanta tranquilidad da a nuestros despertares), escrib¨ªa en El Correo un art¨ªculo realmente inquietante, Aznar, el Gamazo de nuestro tiempo. Y uno supon¨ªa que hab¨ªa pasado antes por asesores hist¨®ricos, econ¨®micos y del derecho de esa administraci¨®n. Era demoledor: ?qui¨¦n gobierna ¨¦ste, mi mundo de algod¨®n! Desde ese d¨ªa, uno afronta con m¨¢s cautelas sus ma?anas y le resulta a¨²n m¨¢s antip¨¢tico el despertador.
Veamos, el citado Germ¨¢n Gamazo (1838-1901), ministro liberal tocado de conservadurismo, intent¨® liquidar la hacienda propia navarra en los presupuestos de 1893-1894, contra la tradici¨®n progresista de su propio partido. En su art¨ªculo 17 extend¨ªa a Navarra la que hoy se llama hacienda com¨²n, la de 'las dem¨¢s provincias del reino'. (Zenarruzabeitia llama a eso 'aumentar las bases contributivas del Viejo Reino'. ?S¨®lo eso?) No lo consigui¨®: hubo una movilizaci¨®n espectacular en Navarra. De aquello vino la transformaci¨®n de la 'contribuci¨®n ¨²nica' navarra (1841), en 'concierto revisable'. Como los vascos.
?Qu¨¦ hay de todo eso hoy, puesto que se compara? ?Se pone en cuesti¨®n el Concierto o se prorroga hasta que haya acuerdo? ?Movilizaci¨®n masiva? Aqu¨ª la movilizaci¨®n de papel y efectiva est¨¢ siendo por parte de los empresarios y los territorios hist¨®ricos (las Provincias) contra los intransigentes del Gobierno vasco. ?Han visto la partida para el Cupo en los reci¨¦n aprobados presupuestos de Vizcaya? Ah¨ª tienen una pista.
Otro de los temas recurrentes del escrito es el art¨ªculo 41 del Estatuto vasco. ?No tendr¨¢ asesores legales nuestro Gobierno? De entrada, resulta pat¨¦tico que quien aparece como adalid de la superaci¨®n de ese papelajo haga tantas referencias a ¨¦l. Ser¨ªa tierno si no fuera dram¨¢tico. Y, en segundo lugar, si algo queda claro en el art¨ªculo 41 del Estatuto es que los titulares de derecho en el caso de la Hacienda vasca son los territorios hist¨®ricos, es decir, las diputaciones forales. El Gobierno s¨®lo tiene una responsabilidad transferida, vicaria. El derecho est¨¢ en la provincia. La LTH crea el Consejo Vasco de Finanzas en el que se conciertan (aqu¨ª s¨ª) las Aportaciones (pong¨¢moslo de una vez con may¨²scula) de ¨¦stas al Gobierno vasco (del orden del 60% o m¨¢s) y los cupos al Gobierno espa?ol. Ah¨ª quedaron los temas fijados.
Reunir a los diputados generales para leerles la cartilla no es algo que competa a un miembro de un organismo sin derecho original (Gobierno vasco). Y lo dice uno, tocado de jacobinismo, con pesar de su alma. El paisito que nos hemos dado es confederal, y alg¨²n d¨ªa deberemos asumirlo. Pero, sobre todo, uno quisiera volver a desayunar sin preocupaci¨®n especial, saberse bien administrado. Eso bastar¨ªa.
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