Calidad y cantidad en las normas
Los mercados no pueden funcionar sin normas, pero su exceso o tosquedad perjudica el desarrollo econ¨®mico. Se lo dijo Don Quijote a Sancho: 'No hagas muchas pragm¨¢ticas; y si las hicieres, procura que sean buenas'. La trascendencia que tienen las Leyes y la Justicia para el buen funcionamiento de la econom¨ªa ha sido corroborada por la investigaci¨®n social de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y en pa¨ªses como Espa?a, donde algunas variables econ¨®micas esenciales -como las monetarias, por ejemplo- ya no dependen del Gobierno espa?ol, es a¨²n m¨¢s importante preocuparse de estas cuestiones que parece que no tienen que ver con la econom¨ªa.
Del Gobierno espa?ol ya no dependen los tipos de inter¨¦s ni el tipo de cambio, pero todav¨ªa dependen la cantidad y calidad de las leyes, los decretos, las ¨®rdenes ministeriales, etc¨¦tera. Y sucede que, en contra de la recomendaci¨®n de Don Quijote, estamos asistiendo en Espa?a en los ¨²ltimos a?os a un proceso de inflaci¨®n -casi de explosi¨®n- normativa y a un deterioro en la calidad de las normas cuyos efectos, aunque lentos en aparecer, se notar¨¢n alg¨²n d¨ªa en un menor bienestar para los ciudadanos.
La conclusi¨®n es que el intervencionismo no es privativo de ninguna ideolog¨ªa
En lo que se refiere al deterioro de la calidad de las normas, la opini¨®n p¨²blica ha empezado a tomar conciencia del problema. El Gobierno ha abusado hasta la hartura de la Ley de Acompa?amiento, pero no puede reivindicar su paternidad porque fue inventada por el Ejecutivo anterior. De lo que puede enorgullecerse es de haber inventado un nuevo procedimiento -la enmienda en el Senado a la Ley de Acompa?amiento-, gracias al cual consigue que sus leyes ni siquiera cumplan con las limitadas garant¨ªas de tramitaci¨®n de la Ley de Acompa?amiento. A trav¨¦s de estas enmiendas se han introducido normas tan relevantes como la titulizaci¨®n del llamado bill¨®n de las el¨¦ctricas o el establecimiento de nuevos tributos.
Este vicio en los procedimientos es muy importante porque con las normas sucede como con la fabricaci¨®n de cualquier producto, que su calidad depende fundamentalmente del proceso de elaboraci¨®n. Si, como ha sucedido con una reciente ley, llegamos al extremo de que 600 enmiendas son discutidas en 12 horas, ser¨¢ un milagro si la ley aprobada no es un engendro.
Sin embargo, si ya se empieza a tomar conciencia sobre el progresivo deterioro t¨¦cnico de la legislaci¨®n espa?ola, todav¨ªa no se ha prestado suficiente atenci¨®n al otro fen¨®meno pernicioso, el de la explosi¨®n en el n¨²mero de normas. En 1995, ¨²ltimo a?o del Gobierno socialista, el BOE public¨® 37.695 p¨¢ginas de normas y actos administrativos.
Dado que el n¨²mero de p¨¢ginas publicadas puede tomarse como una variable aproximada del intervencionismo del Gobierno, se supon¨ªa que, habiendo llegado al poder un partido que se autocalificaba como liberal, ver¨ªamos al BOE perder algunos kilos a partir de 1996. Desafortunadamente no ha sido as¨ª, sino todo lo contrario. Desde entonces el n¨²mero de p¨¢ginas ha seguido aumentando y el a?o 2001 el BOE ha publicado ?50.686! p¨¢ginas, alcanzando el r¨¦cord de obesidad de toda su historia.
El problema es m¨¢s grave si se tiene en cuenta que las transferencias de competencias a las autonom¨ªas deb¨ªan haber llevado a adelgazar el Bolet¨ªn del Estado, ya que los diarios oficiales de la comunidades han crecido tambi¨¦n espectacularmente. Los boletines oficiales de Catalu?a y Andaluc¨ªa han cerrado el a?o 2001 con unas 20.000 p¨¢ginas, el de Cantabria con 10.000, el de Extremadura con 12.000 y el de Murcia con 16.000, por dar algunos ejemplos.
La primera conclusi¨®n es que el intervencionismo no es privativo de ninguna ideolog¨ªa. Hay intervencionismo de izquierdas y tambi¨¦n lo hay, y puede ser mayor, de derechas. La segunda conclusi¨®n es que esta evoluci¨®n no es irremediable, no debemos seguir sin hacer nada. Como sucede con los otros problemas estructurales -falta de competencia, gasto p¨²blico improductivo, etc¨¦tera-, hay que preocuparse de ellos aunque no muestren sus efectos negativos en el corto plazo. La tercera conclusi¨®n es que, para reducir el intervencionismo, as¨ª como para acometer las dem¨¢s reformas estructurales, Espa?a necesita alguien que se preocupe de aquellos problemas cuyos efectos s¨®lo aparecer¨¢n en el largo plazo.
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