Esquimales y m¨¢quinas de coser
De vivir yo en Madrid, en Barcelona, en Bilbao, tendr¨ªa una opini¨®n excelente de la pol¨ªtica cultural que desarrolla el Gobierno valenciano. ?C¨®mo envidiar¨ªa a los habitantes de esa Comunidad! ?Qu¨¦ afortunados los considerar¨ªa! Si en lugar de residir en alguna de esas ciudades mencionadas, lo hiciera en La Habana, en Bogot¨¢, en Caracas, posiblemente esa opini¨®n mejorar¨ªa varios enteros. Y es que la pol¨ªtica cultural de la Generalitat Valenciana gana mucho cuando se la contempla desde una cierta distancia. Si la idea que una persona tiene de esta pol¨ªtica proviene de las noticias que aparecen en los peri¨®dicos, de lo que se escucha en la radio, de lo que cuenta la televisi¨®n, resultar¨¢ inmejorable. ?Qu¨¦ podr¨ªamos decir de un Gobierno que organiza bienales de arte para sus ciudadanos, que monta obras teatrales con una actriz como Irene Papas, que dispone la gira de un m¨²sico tan extraordinario como Rostropovich! Contemplados en la foto fija de los medios de comunicaci¨®n, los espect¨¢culos culturales que se ofrecen en la Comunidad Valenciana deslumbran como una joya.
Tiene raz¨®n el diputado David Serra cuando se?ala los ¨¦xitos que esta pol¨ªtica ha deparado a la Generalitat. En este aspecto, no cabe discusi¨®n alguna: todos estos espect¨¢culos proporcionan una gran fama a nuestra Comunidad y dan de ella una imagen soberbia. Mis amigos de Madrid, de Barcelona, se hacen lenguas de cuanto aqu¨ª sucede y no dejan de preguntarme por estos acontecimientos. Por eso, no me extra?a que, m¨¢s all¨¢ de la cortes¨ªa diplom¨¢tica, pol¨ªticos como Castro, Fox o Henr¨ªquez Cardoso feliciten a Consuelo Ciscar, que es una magn¨ªfica embajadora cultural.
El ¨²nico problema que yo le encuentro a esta pol¨ªtica tan admirable es que resiste mal las distancias cortas. Vista de cerca, desde el d¨ªa a d¨ªa de quienes vivimos en la Comunidad, pierde mucho. A decir verdad, da la impresi¨®n de estar concebida ¨²nicamente como reclamo de nuestro Gobierno. Las necesidades de los valencianos, las aut¨¦nticas necesidades de una pol¨ªtica cultural, apenas se contemplan en ella. Por eso, he escrito alguna vez que si do?a Consuelo Ciscar desempe?ara la subsecretar¨ªa de Imagen y Propaganda, en lugar de la de Promoci¨®n Cultural, toda esa discusi¨®n estar¨ªa de m¨¢s o deber¨ªamos plantearla de manera diferente.
Porque la realidad es que todos esos logros que el diputado Serra esgrime y que tanta fama nos proporcionan en otros lugares, se desvanecen al cruzar la frontera de la Comunidad. Y el suceso se acent¨²a en cuanto nos alejamos unos kil¨®metros de Valencia. ?Conoce el se?or Serra algunas de las exposiciones que se exhiben actualmente en Alicante? Yo se lo dir¨¦: en el Centro Municipal de las Artes, una muestra de fotograf¨ªas sobre la lepra, que reemplaza a una anterior de mu?ecas de la India. En la sala de la Caja de Ahorros del Mediterr¨¢neo -donde hace 20 a?os vimos a William de Kooning- una colecci¨®n de m¨¢quinas de coser, propiedad de un industrial ilicitano. En la Lonja del Pescado, de la que don Eduardo Zaplana afirm¨® que era 'la sala m¨¢s importante de la Comunidad Valenciana y una de las mejores del Mediterr¨¢neo', una exposici¨®n nos habla de la vida de los esquimales. Esto es lo que hay, se?or Serra: esquimales, m¨¢quinas de coser y mu?ecas de la India. ?Se lo cuenta usted a Fidel Castro o se lo cuento yo?
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