'Talibanes' en Alcorc¨®n
Alcorc¨®n, otrora ciudad-museo gracias a la multitud de lienzos expuestos a lo largo de sus calles, ha sido objeto de una mutilaci¨®n art¨ªstica y cultural al m¨¢s puro estilo talib¨¢n, en la que grafitis con varias d¨¦cadas de antig¨¹edad, realizados por reconocidos artistas gr¨¢ficos, han pasado a ser historia gracias a una lamentable cruzada de car¨¢cter claramente inquisitorial, impulsada desde el Ayuntamiento y costeada con dinero p¨²blico, teniendo como consecuencia la destrucci¨®n de un patrimonio art¨ªstico ya irrecuperable para Alcorc¨®n.
La culpa de esta sinraz¨®n es del talib¨¢n cultural Pablo Z¨²?iga, alcalde de Alcorc¨®n, cuyo grotesco concepto del arte es f¨¢cilmente identificable en las numerosas rotondas que pueblan nuestras calles o contemplando el retrato que se hizo pintar, cual latifundista medieval, de nuevo a costa del erario p¨²blico. Este representante del pueblo ha sido incapaz de comprender, encauzar o fomentar (como ha sucedido, por ejemplo, en Sevilla) el potencial creativo y el talento de los j¨®venes y no tan j¨®venes de la localidad, optando por la v¨ªa, mucho m¨¢s oportunista electoralmente, de exterminar cualquier pintura urbana y criminalizar, con la ayuda de la polic¨ªa, a una gran parte de sus conciudadanos -cuyo ¨²nico delito es poseer un esp¨ªritu creativo y art¨ªstico y plasmarlo para disfrute de cualquiera con un m¨ªnimo de sensibilidad art¨ªstica-, silenciando as¨ª, adem¨¢s, una forma alternativa de libertad de expresi¨®n.
Gracias a estos grafitis, Alcorc¨®n exportaba cultura a Madrid y no al rev¨¦s, como suele ser habitual. Los talibanes han triunfado, al menos, en Alcorc¨®n.
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