Suntuosos despojos
En las cuatro d¨¦cadas que acumula en su vehemente trayectoria, pero con creciente impulso en las dos m¨¢s recientes, Dar¨ªo Villalba (San Sebasti¨¢n, 1939) nos ha acostumbrado a la reiterada irrupci¨®n de quiebros espectaculares en el planteamiento de su trabajo. Aun as¨ª, lo que afloraba ante todo de forma inequ¨ªvoca en cada nueva deriva -y ello da la medida, a la postre, de esa vertiginosa densidad que sit¨²a al artista entre los referentes decisivos de nuestra escena actual- era siempre, m¨¢s all¨¢ de las diferencias eventuales, un fragoroso reordenamiento de las aristas dram¨¢ticas sobre las que se estructura en esencia su identidad vertebral. O, lo que es lo mismo, ese cambiar compulsivo no era sino un inflexible excavar su propia entra?a esencial.
DAR?O VILLALBA
Galer¨ªa Metta Marqu¨¦s de la Ensenada, 2 Madrid. Hasta el 2 de febrero
Sin embargo, pocos entre esos quiebros han resultado tan impactantes, ninguno quiz¨¢, como el que ha venido a dar origen al torrencial ciclo desarrollado por Villalba en los ¨²ltimos meses y del que esta muestra ofrece una s¨ªntesis b¨¢sica. Dos factores confluyen en la g¨¦nesis de esta serie, ambos en principio in¨¦ditos en el hacer de Villalba, que se confiesa el primer sorprendido de su aparici¨®n. Uno se sit¨²a en el uso, tan despiadado y bronco adem¨¢s, de la materia, en apariencia tan ajeno a las estrategias de distanciamiento conceptual que asociamos a la ubicaci¨®n identitaria del artista en el contexto de su generaci¨®n; remite el otro a la ¨¢spera resonancia territorial del imaginario de Castilla, tan alejada de la primac¨ªa de lo urbano inherente a su po¨¦tica.
Pero, una vez m¨¢s, lo que emerge tras la sorpresa inicial es la evidencia del encaje natural, como el de la mano al guante, que su inserci¨®n encuentra en la po¨¦tica medular de nuestro artista y que deriva de la relaci¨®n de intimidad que, al fin y al cabo, enra¨ªza a ambos factores en la desgarrada tradici¨®n del naturalismo espa?ol, que centra tambi¨¦n de modo decisivo, sabemos, la inquietud de Villalba. Cosa distinta es, por supuesto, la magistral apropiaci¨®n que el artista establece, llevando el toro a su terreno y cargando a la par la suerte con la confrontaci¨®n en paralelo de esa doble objetivaci¨®n, la enf¨¢tica literalidad del ordenamiento aleatorio de la materia y el desdoblamiento distanciado por el medio fotogr¨¢fico. Mas en su despiadada audacia, reserva a la postre el ¨²ltimo Villalba un postrer umbral de deslumbrante desconcierto, el modo como en estas acotaciones inmediatas de escombros y vertederos aflora en definitiva, en su dicci¨®n m¨¢s suntuosa adem¨¢s, la ra¨ªz enigm¨¢tica de lo pict¨®rico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.