Los ¨¢rbitros
Una se?al de que las cosas van mal en el pa¨ªs es que se hable mucho de los ¨¢rbitros. El ¨¢rbitro de f¨²tbol ha funcionado como una figura nacional expuesta a soportar rencores, improperios, agravios nacionalistas, insuficiencias sexuales, mal humor o falta de empleo. Cuando los peri¨®dicos publican muchos asuntos en torno a err¨®neos arbitrajes debe deducirse que la poblaci¨®n sufre una dosis de malestar que encontrar¨¢ all¨ª su sumidero.
Antes, cuando los ¨¢rbitros iban todo vestidos de negro, como los jueces de verdad, la analog¨ªa era perfecta. Nada m¨¢s saltar al campo los ¨¢rbitros eran 'cucarachas', estaban all¨ª para prevaricar, cometer tropel¨ªas, provocar al populacho que jam¨¢s terminaba en paz. ?Qu¨¦ digo en paz? De ninguna manera se conceb¨ªa un partido de f¨²tbol sin que el ¨¢rbitro se llevara su raci¨®n de piedras e insultos.
Pero luego cambiaron las cosas. Casi coincidiendo con el nuevo atuendo, los ¨¢rbitros se hicieron justos, rectos y hasta m¨¢s elegantes. Con su nueva actitud les hicieron pronto internacionales en la FIFA y, dentro de los campos, si se equivocaban, era sobre cuestiones que s¨®lo la tele con superobjetivos pod¨ªa dirimir despu¨¦s. Dejaron, pues, de ser aquellos siniestros personajes que envenenaban aficiones para discurrir por la cancha, en amarillo, en verde o en plata, como ingenieros t¨¦cnicos. Hoy, los ¨¢rbitros en general constituyen el grupo profesional m¨¢s probo y competente que se pueda imaginar aqu¨ª. Ojal¨¢ sustituyeran en la Audiencia Nacional a tantos magistrados sospechosos por estos jueces aquilatados. Ojal¨¢ la justicia espa?ola alcanzara un grado de tanta seriedad como la que van sembrando los nuevos colegiados.
Que, en estas condiciones, algunos peri¨®dicos locales, directivos airados o presidentes sin clase ataquen a los ¨¢rbitros es se?al de mala salud moral. Todos los equipos pueden saltar hoy al campo seguros de que les va a pitar un se?or, y hasta una se?ora acaso, independientes y absortos en cumplir con su labor. Es tan grotesco como rancio que se dude de ellos. O bien: ?c¨®mo se nota que la actualidad no ha conocido a los depravados sujetos de otros tiempos, mal comidos, mal afeitados, pobres, obligados a prevaricar!
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