'En Colombia ha resucitado el optimismo de la paz '
Los optimistas dec¨ªan hasta hace s¨®lo unos d¨ªas que el proceso de paz colombiano que dirige el presidente Andr¨¦s Pastrana estaba estancado; los pesimistas, que hab¨ªa muerto, y los dem¨¢s, que no hab¨ªa existido nunca. Hoy, por lo menos, el l¨ªder conservador ha logrado introducir un poderoso interrogante. Las FARC reanudaron las negociaciones el mi¨¦rcoles pasado con un compromiso veros¨ªmil, de que vayan a ceder algo sobre el terreno. ?Una tregua? Ha ido tan mal todo hasta ahora que eso ser¨ªa el acab¨®se del ¨¦xito.
En agosto de 2002 se elegir¨¢ a un nuevo presidente por un periodo de cuatro a?os, y, como siempre desde hace m¨¢s d¨¦cadas de lo que puede recordar todo colombiano vivo, el pr¨®ximo primer mandatario ser¨¢ liberal, conservador o fuertemente apoyado por uno de los dos partidos; pese a ello, no hay tampoco colombiano vivo que no desespere del bipartidismo y del establecimiento (establishment, en castellano contempor¨¢neo de Espa?a) que es el que lo ha creado y lo sustenta, mientras una guerra supera, impert¨¦rrita, todos los incansables proyectos de paz. Tanto, que el ¨²ltimo al que quepa reconocerle alg¨²n sentido, aunque tampoco se viera coronado por el ¨¦xito, fue el del presidente Belisario Betancur en la d¨¦cada de los a?os ochenta.
'Washington no quiere problemas en el hemisferio, y este pa¨ªs es un punto de convergencia de las Am¨¦ricas (Norte, Sur y Central), por lo que quiere que se estabilice'
'A Pastrana se le acumularon los problemas. Ha trabajado mucho para darle a Colombia una imagen nueva, diferente, y en gran parte lo ha conseguido'
'Hay grupos del pa¨ªs que viven de que exista la guerrilla, porque crea empleo y da subvenciones y remunera a todos los que la sirven'
'No todos los latinoamericanos somos iguales en nuestra relaci¨®n con Estados Unidos. Hay pa¨ªses que miran m¨¢s a Europa, como Chile o Brasil'
'No hay que negar que tal o cual inversi¨®n haya sido mal manejada, pero, en general, los inversores espa?oles se comportan correctamente'
Los mandatarios colombianos son tenidos en gran respeto y no poca influencia cuando pasan a la condici¨®n de ex presidentes, casi un cargo m¨¢s de la Rep¨²blica. El ex presidente Bentacur, universalmente conocido como Belisario, ejerce como miembro de un colectivo que podr¨ªamos denominar presidencia social, cultural e intelectual del pa¨ªs, pero que no quiere saber nada de magistraturas en la sombra ni de pronunciamientos d¨¦lficos, como alg¨²n colega de jubilaci¨®n presidencial. Est¨¢, al contrario, gloriosa, gozosa, bellamente asentado en su atalaya de la Fundaci¨®n Santillana de Bogot¨¢, desde la que no deja de pensar, de lamentar, hoy de alegrarse, y siempre de tratar de comprender la insondable realidad colombiana.
Belisario Bentacur, antioque?o, que es como decir emprendedor, incombustible, optimista incluso contra toda raz¨®n, pero no sin racionalidad, est¨¢, adem¨¢s, viviendo una segunda juventud matrimonial a sus 78 a?os, que hasta se refleja en la luz de su despacho de Bogot¨¢. La sonrisa es como un rasgo facial de Belisario.
Pregunta. ?Cu¨¢ntos presidentes faltan para la paz?
Respuesta. Despu¨¦s de las vicisitudes dolorosas del proceso de paz, los colombianos estamos muy ilusionados en que la nueva etapa que se inicia estos d¨ªas conduzca al fin a la terminaci¨®n de la guerra absurda que padecemos. Han sido d¨ªas de angustia y tensi¨®n en los cuales los facilitadores de la ONU, de la Iglesia cat¨®lica, de los pa¨ªses amigos, Espa?a entre ellos, han hecho un tejido sutil, lleno de esperanza.
P. ?C¨®mo juzga el mandato del presidente Pastrana?
R. A Andr¨¦s Pastrana se le acumularon los problemas. Ha trabajado mucho para darle a Colombia una imagen nueva, diferente y, en gran parte, lo ha conseguido. Pero ha visto c¨®mo toda Am¨¦rica Latina se sum¨ªa en una grave crisis econ¨®mica (la entrevista se celebr¨® en dos tiempos, uno de ellos antes del derrumbe argentino) que afectaba tambi¨¦n al pa¨ªs, que entr¨® en una regresi¨®n de la que es posible que est¨¦ empezando a salir ahora. Eso hizo como que confluyeran en una retorta hirviendo toda una serie de problemas que se resumen en que la crisis ha hecho a¨²n m¨¢s dif¨ªcil el entendimiento con los subversivos. Porque cuando en Europa se habla de la guerrilla colombiana se desfiguran un poco las cosas; son las guerrillas. Y cuando digo guerrillas me refiero no s¨®lo a las FARC, marxistas, de Manuel Marulanda, o al ELN, sino al condimento de las llamadas autodefensas, la guerrilla contra la guerrilla, al condimento de la droga que tambi¨¦n produce su elemento armado subversivo, de forma que, adem¨¢s, muchas de ellas luchan entre s¨ª.
P. Todo esto debi¨® de empezar de alguna manera.
R. El asesinato de Gait¨¢n en 1948 es lo que se suele decir, pero todo ven¨ªa de antes, del reparto de tierras de comienzos de la era republicana. Pastrana lleg¨® con la obsesi¨®n de la paz, y para ello dio pasos audaces como la entrevista con Marulanda en la sierra, pero el pa¨ªs ha naufragado en una situaci¨®n inmanejable, con un presidente desgastado ante la opini¨®n p¨²blica que no ve¨ªa avances reales en el proceso de paz, y hasta una guerrilla tambi¨¦n desgastada, que ha perdido credibilidad ante la opini¨®n. Pero el presidente ha sabido interpretar los anhelos de paz de los colombianos en medio del mar de contradicciones anteriores y el optimismo ha resucitado.
P. La s¨²bita y aparente debilidad de las FARC comprometi¨¦ndose a acuerdos concretos y en breve, ?a qu¨¦ se debe?
R. No me cabe duda de que el 11 de septiembre, con el cambio de la actitud mundial con respecto al terrorismo, tiene mucho que ver con esa nueva disponibilidad de la guerrilla. Ahora parece que comienza una etapa de acuerdos concretos, con el deseable reconocimiento expreso por parte de las FARC del derecho internacional humanitario, esperemos el cese de hostilidades y la proscripci¨®n de la droga, los atentados contra la poblaci¨®n civil, el secuestro, los asaltos a pobladores indefensos.
Tenga en cuenta que la situaci¨®n de la guerrilla en Colombia no ha sido la que se daba, por ejemplo, en El Salvador porque en aquella ¨¦poca en Am¨¦rica Central hab¨ªa una especie de empate entre guerrilla y militares, los guerrilleros hab¨ªan llegado hasta la propia capital, San Salvador, poni¨¦ndole sitio, lo cual en Colombia no puede ocurrir por la misma realidad geogr¨¢fica del pa¨ªs. Y las FARC han tenido siempre la obsesi¨®n del poder, de una toma del poder que si en alg¨²n momento han llegado a avizorar, no avizoran ya, al menos por la v¨ªa violenta. No creo que ahora tengan ya la misma enso?aci¨®n de hace unos a?os. Lo que ocurre es que en Colombia no hay esa situaci¨®n de empate, y eso, precisamente, endureci¨® la posici¨®n negociadora de los guerrilleros, en lugar de hacerlos m¨¢s tratables. Ahora, la situaci¨®n parece que ha cambiado. Y confiemos en que la guerrilla despierte a la hermosa y constructiva realidad de la paz.
P. Dice que Pastrana ha dado mejor imagen al pa¨ªs.
R. S¨ª, porque se ha dado entrada a los observadores internacionales, se ha aireado ante el mundo cu¨¢l es la verdadera situaci¨®n de Colombia, aunque eso no quite que habr¨ªa hecho falta, tambi¨¦n como en El Salvador, una presencia a¨²n mucho mayor de la comunidad internacional. Aqu¨ª hab¨ªa faltado hasta ahora la intervenci¨®n catalizadora de la ONU, pero ha empezado a cambiar siempre con la presencia facilitadora de los veedores internacionales.Y la Uni¨®n Europea tambi¨¦n comienza a dispensarnos una injerencia positiva, din¨¢mica y con credibilidad.
P. Aqu¨ª lo que pasa es que el ¨²nico gran negocio que queda es la guerrilla.
R. Sin duda. La guerrilla vive de ser guerrilla, y con una tasa de desempleo del 20% eso genera mucho atractivo. Hay grupos del pa¨ªs que viven de que exista la guerrilla, porque crea empleo y da subvenciones y remunera a todos los que la sirven, y no s¨®lo en la zona de selva que ocupan, todo lo que no significa que esas gentes sean partidarias de la subversi¨®n. Si pudieran prescindir de Marulanda, muchos lo har¨ªan.
P. El presidente Betancur ten¨ªa un plan para emplear a la guerrilla en tareas m¨¢s c¨ªvicas que el peaje de la droga.
R. Mi Gobierno contribuy¨® a crear un partido pol¨ªtico, la Uni¨®n Patri¨®tica (UP), que estaba pensado para recibir a los guerrilleros desmovilizados, a los comunistas, a todos los que quer¨ªan un cambio radical en el pa¨ªs. Pero la incomprensi¨®n y la arrogancia del establecimiento colombiano hicieron que este nuevo partido fuera aniquilado.
P. El establecimiento en Colombia es como una especie de mantra que sirve para explicarlo todo. Todo es culpa suya, pero no sabemos nunca exactamente de qui¨¦n hablamos.
R. Los l¨ªderes y militantes de la Uni¨®n Patri¨®tica iban cayendo, uno a uno. Y si usted me pregunta a manos de qui¨¦n, yo digo, efectivamente, que del establecimiento, entendiendo por tal los intolerantes, los grandes intereses pol¨ªticos y econ¨®micos, hasta los propios partidos establecidos que, en su arrogancia, no quer¨ªan consentir que un tercer partido les disputara los votos que pod¨ªan servir para aniquilar el bipartidismo.
P. Presidente, ?ya no se acuerda de que usted es conservador?
R. El bipartidismo comienza en los albores de la nacionalidad colombiana, porque el partido liberal y el conservador son los m¨¢s antiguos de Am¨¦rica Latina. Surgieron ya en tiempos del Libertador y tienen su origen en su propio pensamiento, acci¨®n y praxis. El pensamiento de Bol¨ªvar digamos que hasta 1824 era libertario, y ah¨ª tuvo su arranque el partido liberal. Pero a partir del a?o 1830, cuando naci¨® la constituci¨®n bolivariana, se hace autoritario, y ah¨ª tuvo su origen el partido conservador. Y desde entonces, los dos partidos, con discrepancias, pero muchas m¨¢s convergencias, han gobernado el pa¨ªs.
P. ?Qu¨¦ es ser liberal y conservador en Colombia?
R. El partido liberal nace como federalista y llega en algunos sectores hasta a ser fidelcastrista. Ha sido siempre cat¨®lico, pero digamos, como en un bolero, que contigo en la distancia; el partido conservador, en cambio, era centralista, proteccionista y muy pr¨®ximo a la Iglesia cat¨®lica, pero con el tiempo todo eso se ha ido desdibujando. Los liberales iban a misa de cinco de la ma?ana para que no los vieran, y los conservadores, a las nueve, misa mayor, para que los vieran. Y ahora son, quiz¨¢, m¨¢s cat¨®licos los liberales que los conservadores. Pero ya no hay fronteras pol¨ªticas entre ambos, y si las hay son s¨®lo pre-electorales, porque cuando llegan al poder, el poder es lo ¨²nico que importa.
Willy Brandt dec¨ªa que un pol¨ªtico l¨²cido es el que capta ideas y hace con ellas un paquete, un conjunto de instrumentos, para administrar el destino del pa¨ªs. Bueno, pues eso es precisamente lo que no hacen los partidos colombianos. Estos partidos, en los que se nac¨ªa y se mor¨ªa, de forma que para un conservador hacerse liberal era el mayor estigma de la traici¨®n, se mantienen en la actualidad s¨®lo por la fuerza de la sangre, de la costumbre, aunque nadie crea en ellos. Pero al establecimiento le siguen siendo ¨²tiles.
P. ?Cu¨¢l es la salida?
R. Yo hice mi campa?a presidencial con el lema del s¨ª se puede, dirigido a una franja de un 40% del electorado, que en una encuesta nos hab¨ªa contestado que estaban dispuestos a dejar de votar a su partido si se les ofrec¨ªa un programa que valiera la pena, cuando todo el mundo dec¨ªa que no hab¨ªa salida. Y me eligieron con la votaci¨®n m¨¢s elevada hasta la fecha (3.168.592 sufragios, en 1982). Apareci¨® una nueva mayor¨ªa que se diluy¨®, sin embargo, en los a?os siguientes. Hab¨ªa ese a?o 150.000 bachilleres que no pod¨ªan entrar en las universidades por falta de plazas y yo propuse la universidad abierta, la universidad a distancia, como se hac¨ªa en Europa.
P. ?Quiere Estados Unidos, antes o despu¨¦s del 11 de septiembre, que haya paz en Colombia?
R. A mi juicio, s¨ª. Washington no quiere problemas en el hemisferio, y Colombia es un punto de convergencia de las tres Am¨¦ricas (Norte, Sur y Central), por lo que quiere que se estabilice. Pero tambi¨¦n es verdad que a los norteamericanos les interesa como una especie de sede o de centro de la integraci¨®n latinoamericana, s¨®lo de acuerdo con sus intereses. Necesitamos los latinoamericanos una cultura de la integraci¨®n, que no tenemos, quiz¨¢, por las distancias, los Andes que separan mucho, la falta de educaci¨®n. Nuestro destino, sin embargo, es la integraci¨®n, que es posible que ahora estemos en mejores condiciones de hacer, porque nos hemos dado cuenta de unos a?os ac¨¢ que es m¨¢s pr¨¢ctico hacerlo por zonas. Fue as¨ª como naci¨® Mercosur, la Comunidad Andina, la Comunidad del Caribe. Y todas se est¨¢n uniendo. Mercosur est¨¢ recogiendo nuevos asociados. Digamos, en una met¨¢fora muy obvia, que contamos ya con la locomotora y que a la m¨¢quina se le han ido agregando vagones, los citados, m¨¢s el Grupo de los Tres, que integran Venezuela, Colombia y M¨¦xico.
P. ?Eso le vale a EE UU?
R. Claro que no, porque a Washington s¨®lo le interesa una integraci¨®n controlada desde arriba. Pero s¨®lo con esa integraci¨®n por zonas que se vayan articulando podemos disputarle el terreno a los norteamericanos. Y no olvidemos tampoco el papel que puede desempe?ar la UE, lo que produce celos y recelos en Estados Unidos. Qu¨¦ peculiar es nuestra lengua, porque recelos es m¨¢s d¨¦bil que celos, y tendr¨ªa que ser al rev¨¦s, por lo de re. La UE puede acabar erosionando la capacidad de influencia de Estados Unidos, y eso lo saben en Washington. Y en ¨²ltimo t¨¦rmino, no todos los latinoamericanos somos iguales en nuestra relaci¨®n con EE UU. Hay pa¨ªses que miran m¨¢s a Europa, como Chile o Brasil. Colombia, en cambio, s¨®lo mira a Estados Unidos.
P. ?Pero no quedamos en que Colombia es tan espa?ola?
R. Bueno. Ahora las universidades europeas est¨¢n repensando la distancia que las separa de las colombianas. Estamos celebrando el segundo aniversario de la instalaci¨®n de la Universidad de Salamanca en Bogot¨¢, y tambi¨¦n hay presencia de universidades del Pa¨ªs Vasco, de la Universidad de Navarra y otras. Para Colombia, Espa?a siempre fue una nostalgia. Siempre suspiramos por lo espa?ol en lo literario, en lo jur¨ªdico, porque la legislaci¨®n de Indias tuvo una gran expresi¨®n en la Audiencia de Santa Fe de Bogot¨¢ para el tratamiento de los problemas ind¨ªgenas. Con la Ilustraci¨®n, que era francesa, pero nos vino en su versi¨®n espa?ola en el tiempo de las grandes expediciones bot¨¢nicas del reinado de Carlos III, la de Feijoo y Jovellanos, se ense?aba aqu¨ª una ciencia que al mismo tiempo era libertad, y de ah¨ª salieron los l¨ªderes de la independencia. Y fue tan positivo el trabajo de esos espa?oles que cuando llegaron aqu¨ª, a comienzos del siglo XIX, los sabios europeos, con el alem¨¢n Humboldt a la cabeza, se sorprendieron tant¨ªsimo de ver todo lo que aqu¨ª se hab¨ªa hecho, tanto que hasta el sueco Linneo tuvo que admitir que est¨¢bamos tan avanzados como ellos. Por eso la universidad espa?ola se recuerda tanto en Colombia.
P. Hoy Espa?a invierte en vez de catequizar.
R. Colombia y Espa?a son una afluencia de evocaciones. . Y as¨ª, cuando llegaron las inversiones espa?olas nos hicimos y nos hacemos muchas ilusiones. Las multinacionales, fundamentalmente las norteamericanas, han maltratado siempre nuestros intereses, y por eso, porque pens¨¢bamos que con Espa?a ser¨ªa distinto, no ha habido ninguna prevenci¨®n contra estas inversiones. No hay que negar que tal o cual inversi¨®n haya sido mal manejada, pero, en general, los inversores se comportan correctamente. Cometen errores, como el de que un banco espa?ol embargue al cient¨ªfico Patarroyo, pero los corrigen. Usted sabe que aqu¨ª no ha habido nunca tensi¨®n con los espa?oles, les llamamos chapetones, pero de una manera cari?osa. Aqu¨ª todos son estimados, vascos, catalanes, castellanos, gallegos, andaluces.
P. Estamos en tiempos de mundializaci¨®n, tanto de la econom¨ªa como de las costumbres. ?Hay combinaci¨®n posible entre globalizar e integrar?
R. La globalizaci¨®n, por su inevitabilidad, qu¨¦ duda cabe de que retarda ese desarrollo de lo propio, esa irradiaci¨®n de autenticidad que ha de tener cada pa¨ªs, pero, al mismo tiempo, esa inevitabilidad nos obliga tambi¨¦n a buscar el centro de la globalidad, que es lo mismo que decir el lugar ¨®ptimo, dentro de lo posible, para gobernarnos de acuerdo con c¨®mo es el mundo. Pero hoy, lo repito, el optimismo ha resucitado, porque son inmensas las perspectivas econ¨®micas y sociales que se abren ante Colombia bajo el techo de la paz.
El nombre de un general bizantino
COLOMBIA, TIERRA de nombres de pila peculiares, ha tenido un presidente llamado Belisario por muy s¨®lidas razones, dignas de cualquier pueblo de la Espa?a interior. Su padre, humilde campesino, pero con esa pasi¨®n sencilla y entra?able por la cultura tan propia de este pa¨ªs, le puso el nombre del general del emperador bizantino Justiniano porque en las fechas del feliz alumbramiento, un buhonero distribu¨ªa por los pueblos antioque?os unos pliegos de cordel con un cap¨ªtulo de la historia de Constantinopla.
Belisario Betancur Cuartas, nacido en Amagas, Antioquia, el 4 de febrero de 1923, es el s¨ªmbolo de una historia edificante de tes¨®n, laboriosidad y entrega, con los que ha acometido lo que ¨¦l ha considerado m¨¢s una misi¨®n que un trabajo.
Ha sido un pol¨ªtico y presidente conservador de esp¨ªritu lib¨¦rrimo, hasta seguramente una pizca anarquista, capaz de utilizar el sistema de partidos para tratar de resucitarlo desde dentro o para dinamitarlo m¨¢s desde dentro todav¨ªa. La pol¨ªtica ha sido para Belisario una maquinaria con la que hacer cosas, aunque ¨¦l sea el primero en reconocer que no todas las cosas se dejaron hacer en su presidencia, de 1982 a 1986.
La verdadera apertura democr¨¢tica, tras los 16 a?os de Frente Nacional y apa?o turnante entre liberales y conservadores, le corresponde a ¨¦l, como tambi¨¦n la mayor campa?a de alfabetizaci¨®n que ha conocido el pa¨ªs. Hoy, con 15 a?os m¨¢s de guerra que al t¨¦rmino de su mandato, el pa¨ªs inicia el siglo XXI con una esperanza que otras veces ya se ha frustrado. Pero toda la teor¨ªa contempor¨¢nea es la de que, despu¨¦s del 11 de septiembre, los movimientos guerrilleros que no se reconviertan, se rindan o pacten el adi¨®s a las armas, lo van a pasar muy mal. El siglo XIX colombiano lo cerr¨® la llamada Guerra de los Mil D¨ªas; a fin del siglo XX, el pa¨ªs llevaba ya no menos de 12.000, bien que de guerra intermitente. El ex presidente Betancur es hoy lo bastante audaz como para pensar que a ese mal encaje de Colombia con el mundo se le ha puesto ya una fecha de caducidad.
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