Los efectos parad¨®jicos
Al engorro de las lluvias sigue el de las tracas en expectativa de destino y los c¨®micos de profesi¨®n firmando agravios, mientras Sixto nos deja y la tele no tiene m¨¢s remedio que programar 'Los p¨¢jaros'
54 firmantes
Parece que ¨¦se es el n¨²mero de profesionales de la escena que se ha vuelto a enfadar con los responsables pol¨ªticos del maltrecho teatro p¨²blico. Justa indignaci¨®n, podr¨ªa decirse, de ser algo m¨¢s constante. En esa floraci¨®n de firmantes figura la n¨®mina m¨¢s representativa de los adalides de una pomposa Plataforma de las Artes Esc¨¦nicas del Pa¨ªs Valenciano que dur¨® lo que un lirio, tomando la gesti¨®n del pobre Conejero Tom¨¢s Dionis Bayer como pretexto, mientras algunos se arreglaban con el profesor entre bambalinas. Es posible que tambi¨¦n los valencianos merezcamos mejor suerte en la oferta p¨²blica de producciones esc¨¦nicas. Pero un cauto escepticismo se impone al considerar la catadura de sus responsables pol¨ªticos, la ¨ªndole de buena parte de la profesi¨®n, la tesitura de uno de los oficios m¨¢s antiguos del mundo ahora inviable sin el concurso de la que manda. O sea, como antes.
Sixto Marco
Bajo ese nombre de emperador romano, que ahora ha dejado de proyectar sombra, se amagaba -aunque no mucho- el mejor San Juan de la misteriosa Festa ilicitana, y eso hasta el punto de que tan tremenda voz recibi¨® ofertas incluso del Liceo de Barcelona que el artista declin¨® -un tanto a la manera de la Virgen que se venera en su ciudad- porque ¨¦l era venido para Elx, como es natural. Le conoc¨ª en repetidos veranos del Misteri, cuando ya no cantaba, de la mano de Pep Mar¨ªn y Juan Ram¨®n Castej¨®n, siempre refunfu?ando y mirando como desde una lejan¨ªa de siglos aunque te midiera a un metro de distancia con unos ojillos que parec¨ªan ofenderse ante cualquier asomo de luz. Ya andaba haciendo una pintura minuciosa, algo as¨ª como un tumulto en grande de miniaturas de encajera holandesa que algo ten¨ªan de bestiario luminoso, ante el asombro callado de los que le quer¨ªamos. Sixto, cari?o, gru?¨®n, marco.
Ya est¨¢n aqu¨ª
Todo el mundo sabe que las Fallas -con su temible proliferaci¨®n de numerosos pr¨®logos- son la mejor fiesta del mundo, y por eso ser¨ªa conveniente que ese alegre festejo agrario adquiriera las maneras civilizadas hacia las que apunta ese curioso modo de empezar la casa por el tejado que viene a ser la implantaci¨®n de la moneda ¨²nica europea. Para empezar, en estas tempranas fechas de enero ya se escuchan tracas de disparo indiscriminado en diversas zonas urbanas de nuestra querida ciudad, bien que todav¨ªa en los fines de semana. No se dejen enga?ar. Ese avieso estandarte de lo que nos espera as¨ª que pasen treinta d¨ªas deber¨ªa de hallar remedio antes de que alg¨²n vecino exasperado acabe por armar una tragedia. Una primavera m¨¢s de petardos destrozando alcantarillas, de altavoces sin misericordia difundiendo verbenas de ultratumba, de castillos en el aire a altas horas de la noche, y aqu¨ª se montar¨¢ m¨¢s pronto que tarde la de dios es cristo.
Paradoja depresora
Con las ocurrencias de nuestro gobierno pasa como con algunos depresores del sistema nervioso central, que producen una respuesta en todo contraria a la esperada. Es el efecto parad¨®jico. Hay ni?os que se agitan con Atarax y duermen como benditos si se les da un compuesto anfetam¨ªnico -por donde se presume que estamos ante un sujeto hiperactivo-, como aqu¨ª se critica con mucho fundamento el dispendio de un montaje de Irene Papas y la respuesta es que eso es cosa de risa al lado del obsequio que se le har¨¢ dentro de nada, se consigue a duras penas mantener la autonom¨ªa del IVAM y aspiran a desmembrarlo para ampliar un museo m¨¢s trasnochado que la izquierda local, Bush nos corre a naranjazos y nuestro Edu le hace llegar una mar¨ªa fontaneda envenenada, y as¨ª todo. Nunca la hiperactividad pol¨ªtica fue tan ruidosa, ni tan opuesta en sus resultados al delirante enunciado de sus objetivos.
P¨¢jaros y pajaritos
Pasan por la tele Los p¨¢jaros, y despu¨¦s de tanto tiempo y de haberla explicado muchas veces en los cursos de gui¨®n, todav¨ªa estremece la exactitud de su belleza y un prop¨®sito que -m¨¢s all¨¢ de los recursos de g¨¦nero en el que en apariencia milita- tanto tiene de indagaci¨®n sobre los errores de la humana conducta humana. Hay que ver el ligero picado con que Hitchcock arranca presentando a la protagonista en una toma sin corte, apenas unos segundos, para asombrarse ante la eficacia de un talento que no hace sino prepararnos para el despliegue de soluciones todav¨ªa m¨¢s arrebatadoras. Amen¨¢bar tiene dicho que no le interesa nada el cine del maestro, cuando un solo plano de esta pel¨ªcula cuenta m¨¢s que esa suma de indeterminaciones arbitrarias que viene a ser Los otros. Y tambi¨¦n dio mucho dinero.Sixto Marco
Bajo ese nombre de emperador romano, que ahora ha dejado de proyectar sombra, se amagaba -aunque no mucho- el mejor San Juan de la misteriosa Festa ilicitana, y eso hasta el punto de que tan tremenda voz recibi¨® ofertas incluso del Liceo de Barcelona que el artista declin¨® -un tanto a la manera de la Virgen que se venera en su ciudad- porque ¨¦l era venido para Elx, como es natural. Le conoc¨ª en repetidos veranos del Misteri, cuando ya no cantaba, de la mano de Pep Mar¨ªn y Juan Ram¨®n Castej¨®n, siempre refunfu?ando y mirando como desde una lejan¨ªa de siglos aunque te midiera a un metro de distancia con unos ojillos que parec¨ªan ofenderse ante cualquier asomo de luz. Ya andaba haciendo una pintura minuciosa, algo as¨ª como un tumulto en grande de miniaturas de encajera holandesa que algo ten¨ªan de bestiario luminoso, ante el asombro callado de los que le quer¨ªamos. Sixto, cari?o, gru?¨®n, marco.Ya est¨¢n aqu¨ª
Todo el mundo sabe que las Fallas -con su temible proliferaci¨®n de numerosos pr¨®logos- son la mejor fiesta del mundo, y por eso ser¨ªa conveniente que ese alegre festejo agrario adquiriera las maneras civilizadas hacia las que apunta ese curioso modo de empezar la casa por el tejado que viene a ser la implantaci¨®n de la moneda ¨²nica europea. Para empezar, en estas tempranas fechas de enero ya se escuchan tracas de disparo indiscriminado en diversas zonas urbanas de nuestra querida ciudad, bien que todav¨ªa en los fines de semana. No se dejen enga?ar. Ese avieso estandarte de lo que nos espera as¨ª que pasen treinta d¨ªas deber¨ªa de hallar remedio antes de que alg¨²n vecino exasperado acabe por armar una tragedia. Una primavera m¨¢s de petardos destrozando alcantarillas, de altavoces sin misericordia difundiendo verbenas de ultratumba, de castillos en el aire a altas horas de la noche, y aqu¨ª se montar¨¢ m¨¢s pronto que tarde la de dios es cristo.Paradoja depresora
Con las ocurrencias de nuestro gobierno pasa como con algunos depresores del sistema nervioso central, que producen una respuesta en todo contraria a la esperada. Es el efecto parad¨®jico. Hay ni?os que se agitan con Atarax y duermen como benditos si se les da un compuesto anfetam¨ªnico -por donde se presume que estamos ante un sujeto hiperactivo-, como aqu¨ª se critica con mucho fundamento el dispendio de un montaje de Irene Papas y la respuesta es que eso es cosa de risa al lado del obsequio que se le har¨¢ dentro de nada, se consigue a duras penas mantener la autonom¨ªa del IVAM y aspiran a desmembrarlo para ampliar un museo m¨¢s trasnochado que la izquierda local, Bush nos corre a naranjazos y nuestro Edu le hace llegar una mar¨ªa fontaneda envenenada, y as¨ª todo. Nunca la hiperactividad pol¨ªtica fue tan ruidosa, ni tan opuesta en sus resultados al delirante enunciado de sus objetivos.
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