El PP y Converg¨¨ncia
La propuesta de integrarse en el Gobierno lanzada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a Jordi Pujol ten¨ªa un evidente sesgo t¨¢ctico electoralista, sobre todo ante el votante catal¨¢n. As¨ª se evidenci¨® al airearse por televisi¨®n y al formularse en un momento en que el nacionalismo catal¨¢n, pero tambi¨¦n cualquier observador inteligente, detecta en la pol¨ªtica del PP serios elementos de involuci¨®n auton¨®mica y de regreso al centralismo, por m¨¢s que se enmascare bajo el sugerente concepto de 'patriotismo constitucional'.
Pero es innegable que el envite de Aznar est¨¢ teniendo un enorme impacto sobre Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). La ha acorralado y desconcertado durante d¨ªas. Ha abortado sus intenciones de escenificar un distanciamiento del PP con vistas a las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. Y ha dificultado su discurso de reclamaci¨®n de mayor autogobierno al ofrecerle el gobierno conjunto (corresponsabilidad que se supone deber¨ªa posibilitar autom¨¢ticamente un mayor autogobierno), algo que seduce a amplios sectores, est¨¢ registrado en la historia del catalanismo (desde la Lliga de Camb¨® a la Esquerra de Companys) y debiera permitir un mejor encauzamiento de la cuesti¨®n nacional.
La debilidad de la respuesta improvisada por Pujol -basada en la simple apelaci¨®n ret¨®rica a la existencia de dos naciones distintas- revela hasta qu¨¦ punto el mero anuncio de Aznar ha colocado a CiU pol¨ªticamente contra las cuerdas. Pues no se trata de una propuesta formulada por un adversario, sino procedente de un estrecho aliado, el partido que posibilita su mantenimiento al frente de la Generalitat.
Pero no est¨¢ escrito que a CiU le sea imposible superar ese encajonamiento. Ayer mismo, en el acto de presentaci¨®n de Artur Mas como candidato de Converg¨¨ncia a la presidencia de la Generalitat, Pujol elev¨® el tono de su rechazo a la propuesta, calificando de 'comedero' la oferta de ministerios hecha por Aznar, al tiempo que Mas pon¨ªa el acento en las reivindicaciones nacionalistas de la coalici¨®n, dif¨ªcilmente asumibles por el PP. Habr¨¢ que ver si en los pr¨®ximos d¨ªas todo ello fragua en un programa que obtenga el cr¨¦dito de, al menos, el propio electorado nacionalista. En caso contrario, no ser¨ªa de extra?ar que fuese la oposici¨®n socialista encabezada por Pasqual Maragall la que recogiese al cabo los frutos del desencuentro, dada la inanidad del PP catal¨¢n, la fragilidad de su liderazgo y su extra?amiento del terreno central de la pol¨ªtica catalana.
La invitaci¨®n de Aznar coincide con el reencuentro entre el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, y el l¨ªder nacionalista Xos¨¦ Manuel Beiras. Todo indica que el PP pretende con estas iniciativas una operaci¨®n a varias bandas. Por un lado, aislar al PNV de los dem¨¢s nacionalismos, reforzando as¨ª la estrategia frentista en Euskadi, en unos momentos en que los socialistas est¨¢n ensimismados en su propio debate interno. Por otro, preparar el posaznarismo, cuando la probable ausencia de mayor¨ªas absolutas vuelva a otorgar a los nacionalistas la capacidad de dilucidar qui¨¦n gobierna.
El intento de recuperar o afianzar la sinton¨ªa con los partidos territoriales, nacionalistas o regionalistas, supondr¨ªa tambi¨¦n disputarle el terreno al PSOE all¨¢ donde ¨¦ste ha vuelto a izar Gobiernos auton¨®micos mediante alianzas de izquierda plural y grupos autonomistas, como en Baleares o en Arag¨®n. Lo sustantivo de esta pugna es que se basa tambi¨¦n en distintas concepciones de Espa?a. Para los socialistas, es el Estado auton¨®mico crecientemente federal y adaptado a la Uni¨®n Europea. Para el PP, es el Estado con un mapa auton¨®mico cerrado que no debiera seguir avanzando, susceptible s¨®lo de cesiones circunstanciales en funci¨®n de los pactos con los distintos nacionalistas.
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